Siria, la atroz indiferencia

Imaginemos que un campo de refugiados palestino, instalado durante medio siglo en una capital ¨¢rabe, es sometido por el Gobierno de ese pa¨ªs a un asedio inmisericorde con un objetivo: matar de hambre a los pobres refugiados. Imaginemos que ese mismo Gobierno es acusado por la ONU (¡­) de encarcelar a ni?os de 11 a?os, de hacerlos violar y torturar ante los miembros de su familia (...). Imaginemos que ese Gobierno se lanza a sitiar a miles de sus propios ciudadanos, todos civiles (¡­) y los bombardea hasta matar a entre 80 y 200 personas diarias.

Pues no hay nada de imaginario en esta lista de cr¨ªmenes de guerra. Es una realidad bien real, (...) y es imputable, sin ninguna discusi¨®n, al r¨¦gimen de Bachar el Asad. (...) Once mil sirios de menos de 16 a?os han muerto desde el inicio de la guerra civil.

?A qu¨¦ se debe tanta tolerancia con un Gobierno que mata a sus propios ciudadanos por decenas de miles y lanza a otros cientos de miles al exilio? La primera raz¨®n es de orden estrat¨¦gico-militar. (...) Rusia protege a su aliado El Asad y veta cualquier iniciativa humanitaria de magnitud. La segunda raz¨®n es pol¨ªtica. Frente al r¨¦gimen de Damasco encontramos grupos islamistas que no se comportan mucho mejor (¡­), como si los abominables cr¨ªmenes de unos neutralizara los de los otros, anestesiando nuestras conciencias fatigadas. (¡­) Pero la barbarie del r¨¦gimen de Damasco alimenta el auge del islamismo radical en Siria. Al continuar armando a Damasco, Rusia mantiene la ilusi¨®n de la victoria militar pero radicaliza el conflicto y provoca una concentraci¨®n sin precedentes de yihadistas de todo el mundo en Siria. Adem¨¢s de c¨ªnica, la peor pol¨ªtica posible.

Par¨ªs, 14 de febrero de 2014