Hait¨ª: m¨¢s cooperaci¨®n, nuevos objetivos
Con la seguridad bajo control, es hora de evolucionar hacia pol¨ªticas de desarrollo
En 2014 se cumplen dos aniversarios que pocos recordar¨¢n: hace 10 a?os que se constituy¨® la misi¨®n de paz de las Naciones Unidas en Hait¨ª y cuatro del devastador terremoto que acentu¨® a¨²n m¨¢s la fragilidad de este pa¨ªs, el m¨¢s pobre de Latinoam¨¦rica. Las crisis pol¨ªticas y econ¨®micas y las cat¨¢strofes naturales pueden catapultar a un pa¨ªs a los titulares del mundo, captando durante un tiempo la atenci¨®n de la prensa internacional y de los dirigentes del planeta. Pero despu¨¦s, sobre todo si el pa¨ªs afectado es pobre y perif¨¦rico, y carece de peso geopol¨ªtico mundial, los focos se apagan, las informaciones se tornan cada vez m¨¢s infrecuentes, las llamadas a la solidaridad se esfuman y gran parte de las promesas de apoyo se olvidan.
Esto se deriva de una verdad inc¨®moda: es evidente que la reconstrucci¨®n f¨ªsica y las aut¨¦nticas soluciones a los problemas de la gente no pueden producirse con la misma velocidad que las noticias se difunden por Internet y por televisi¨®n. Se necesitan iniciativas pacientes y continuas que, prolong¨¢ndose durante a?os, con sus altos y bajos, promuevan un proceso que dure mucho m¨¢s que el env¨ªo de ayuda humanitaria urgente. Y para que exista ese proceso es necesario que los pa¨ªses participantes en el mismo asuman un compromiso ¨¦tico y pol¨ªtico.
Es importante recordar que durante la primera mitad de 2004 Hait¨ª sufri¨® una grave crisis pol¨ªtica que termin¨® con el derrocamiento de Jean-Bertrand Aristide, su primer presidente elegido democr¨¢ticamente. Durante la lucha de poder entre diversos grupos armados, la poblaci¨®n civil sufri¨® enormemente. Cundieron la violencia callejera, los ataques indiscriminados y un desprecio general por los derechos humanos m¨¢s fundamentales. Las bandas criminales deambulaban a sus anchas por la capital, Puerto Pr¨ªncipe, ocupando edificios y organismos p¨²blicos. Algunos de los distritos m¨¢s populosos, como Bel-Air y Cit¨¦ Soleil, cayeron absolutamente en manos de grupos armados criminales. A todos los efectos, el Estado democr¨¢tico, incapaz de garantizar las condiciones m¨ªnimas de seguridad y estabilidad precisas para el funcionamiento del pa¨ªs, se vino abajo.
Durante la lucha de poder entre diversos grupos armados, la poblaci¨®n civil sufri¨® enormemente
A instancias del propio Gobierno de Hait¨ª, y despu¨¦s de una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad, la ONU envi¨® al pa¨ªs la Misi¨®n de las Naciones Unidas para la Estabilizaci¨®n en Hait¨ª (MINUSTAH). Un general brasile?o dirigi¨® el operativo militar y docenas de pa¨ªses, la mayor¨ªa sudamericanos, enviaron soldados.
Brasil y sus vecinos aceptaron la invitaci¨®n de las Naciones Unidas porque la solidaridad era imprescindible. No pod¨ªamos mantenernos al margen de la crisis pol¨ªtico-institucional y del drama humano que sufr¨ªa Hait¨ª. Est¨¢bamos convencidos de que la misi¨®n no pod¨ªa limitarse a garantizar la seguridad, sino que tambi¨¦n deb¨ªa incluir iniciativas que fortalecieran la democracia, proclamaran la soberan¨ªa pol¨ªtica de los haitianos y fomentaran el desarrollo socioecon¨®mico. Las tropas han mostrado una actitud respetuosa y ese ha sido su sello.
En la actualidad, y gracias a la labor de la misi¨®n, la situaci¨®n en materia de seguridad ha cambiado: se ha neutralizado el riesgo de guerra civil, se ha recuperado el orden p¨²blico y se ha derrotado a las bandas criminales. Ahora Hait¨ª es m¨¢s estable y el Estado ha recuperado el control. Adem¨¢s, el contingente de la ONU ha ayudado a dotar y entrenar a una fuerza de seguridad nacional.
Con el tiempo, las instituciones democr¨¢ticas comenzaron a funcionar y a cobrar fuerza. En 2006 se celebraron unas elecciones generales a las que concurrieron una amplia gama de agrupaciones pol¨ªticas e ideolog¨ªas. Sin entrometerse lo m¨¢s m¨ªnimo en los comicios, la misi¨®n de la ONU garantiz¨® que se celebraran en paz y que se impusiera la voluntad popular. A pesar de las muchas dificultades, el presidente electo Ren¨¦ Preval acab¨® la legislatura, entregando el poder en 2011 a Michel Martelly, igualmente elegido por el pueblo.
Durante esos a?os Hait¨ª tambi¨¦n hizo grandes avances en sus pol¨ªticas humanitarias y sociales, promoviendo un proceso que, a pesar de los enormes desaf¨ªos, sigue en marcha. Evidentemente, el terremoto de 2010 desbarat¨® en parte esas iniciativas, creando tambi¨¦n nuevas necesidades. No obstante, seg¨²n un reciente informe de la ONU, despu¨¦s del terremoto de hace cuatro a?os el n¨²mero de personas que vive al raso ha pasado del mill¨®n y medio inicial a las 172.000 del a?o pasado. En la actualidad, tres de cada cuatro ni?os asisten a la escuela primaria con regularidad, en tanto que en 2006 esa cifra no llegaba ni a la mitad. La inseguridad alimentaria se ha reducido dr¨¢sticamente y la epidemia de c¨®lera se est¨¢ combatiendo.
Se ha neutralizado el riesgo de guerra civil, se ha recuperado el orden p¨²blico y se ha derrotado a las bandas criminales
En las tres ocasiones que he visitado Hait¨ª he comprobado la tenacidad y la dignidad de la poblaci¨®n. En 2004, durante una de ellas, y dentro de la campa?a de desarme, el equipo nacional brasile?o de f¨²tbol tambi¨¦n estaba en el pa¨ªs para disputar un encuentro amistoso con el haitiano. Todav¨ªa recuerdo el afecto con el que los haitianos recibieron a nuestros deportistas.
Adem¨¢s de participar en la misi¨®n de la ONU, aportando su principal contingente, Brasil ha puesto mucho empe?o en solucionar las necesidades sociales de los haitianos. Por s¨ª solo o junto a otros pa¨ªses, Brasil ha contribuido a poner en marcha iniciativas que van desde campa?as de vacunaci¨®n nacional a programas de apoyo directo a peque?as y medianas empresas y explotaciones agr¨ªcolas familiares, pasando por programas de alimentaci¨®n en las aulas y de formaci¨®n profesional para j¨®venes.
Tres de las iniciativas emprendidas por Brasil han suscitado especialmente mi entusiasmo. Una de ellas es la construcci¨®n de tres hospitales comunitarios, en colaboraci¨®n con Cuba y con el propio Gobierno haitiano. Otra es un innovador proyecto de reciclado de residuos s¨®lidos, desarrollado y puesto en marcha por India, Brasil y Sud¨¢frica, con la colaboraci¨®n de la ONU y Hait¨ª. Esta empresa ha contribuido a limpiar zonas urbanas, adem¨¢s de generar energ¨ªa y crear empleo.
El tercer proyecto es la construcci¨®n de una central hidroel¨¦ctrica en el r¨ªo Artibonito, que sin duda supondr¨¢ una mejora hist¨®rica para las infraestructuras del pa¨ªs, ayudando a fomentar la industria y la agricultura; incrementando el acceso de los haitianos a la electricidad y reduciendo su dependencia respecto a las importaciones de crudo. Brasil ya ha proporcionado proyectos de ingenier¨ªa y ha donado 40 millones de d¨®lares, casi un cuarto del total necesario para iniciar esta obra, que ahora aguarda la recepci¨®n de fondos de otros donantes en una cuenta del Banco Mundial especialmente creada a tal efecto.
Lamentablemente no todos los que se comprometieron con Hait¨ª han cumplido sus promesas
Algunos pa¨ªses desarrollados tambi¨¦n han contribuido a la reconstrucci¨®n de Hait¨ª. Estados Unidos, por ejemplo, ha hecho inversiones considerables en proyectos econ¨®micos y sociales.
Sin embargo, lamentablemente no todos los que se comprometieron con Hait¨ª han cumplido sus promesas. La verdad es que la ayuda de gran parte de los pa¨ªses ricos a Hait¨ª ha sido escasa. La humanitaria est¨¢ menguando y algunas organizaciones est¨¢n abandonando el pa¨ªs. Pero la comunidad internacional no debe reducir su compromiso solidario con Hait¨ª.
Dentro de dos a?os, en 2016, Hait¨ª celebrar¨¢ sus pr¨®ximas elecciones presidenciales. Su ganador ser¨¢ el tercer presidente elegido democr¨¢ticamente en el pa¨ªs desde 2004. Creo que esto supondr¨¢ un hito en el proceso que iniciamos hace una d¨¦cada, conducente a la devoluci¨®n al pueblo de Hait¨ª de la responsabilidad absoluta sobre la seguridad p¨²blica. Pero ese objetivo solo ser¨¢ posible si la comunidad internacional contin¨²a financiando, increment¨¢ndola si es necesario, la reconstrucci¨®n y tambi¨¦n otros proyectos de desarrollo econ¨®mico y social.
Es preciso ir desplazando gradualmente la atenci¨®n desde el marco de la seguridad y la protecci¨®n hacia el desarrollo. Esto implica todav¨ªa mayor cooperaci¨®n, pero con nuevos objetivos. Quiz¨¢ haya llegado el momento de que la ONU convoque una conferencia sobre Hait¨ª, para que podamos hablar con franqueza sobre lo se ha logrado con nuestra colaboraci¨®n y nuestro compromiso durante los ¨²ltimos 10 a?os, y sobre lo que necesitamos hacer para avanzar en a?os venideros.
Luiz In¨¢cio Lula da Silva fue presidente de Brasil y en la actualidad trabaja en iniciativas de alcance mundial con el Instituto Lula. Se le puede seguir en facebook.com/lula.
? 2014 Instituto Luiz In¨¢cio Lula da Silva. Distribuido por The New York Times Syndicate.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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