V¨¢ndalos que juegan con gas
El lanzamiento de un bote de gas lacrim¨®geno en el estadio de El Madrigal supuso una situaci¨®n de peligro que no debe quedar impune
No era un mechero, ni un llavero, ni una moneda, que son los objetos que suelen llover sobre el terreno de juego en los estadios de f¨²tbol. Era un bote de gas lacrim¨®geno y fue lanzado sobre el c¨¦sped de El Madrigal, en el partido Villareal-Celta, con la espoleta abierta para que al llegar al suelo soltara su irritante contenido. Miles de personas tuvieron que ser evacuadas y unas 15 necesitaron atenci¨®n m¨¦dica.
No era fruto de un calent¨®n. Un bote de gas lacrim¨®geno no es algo que se pueda comprar en la droguer¨ªa de la esquina. Era, pues, un acto de sabotaje. Y no era uno de los botes que utiliza la polic¨ªa para dispersar manifestantes, sino un artilugio utilizado por el Ej¨¦rcito, lo que restringe a¨²n m¨¢s las posibilidades de obtenerlo. Parece claro, por otra parte, que la pretensi¨®n no era solo hacer una muy desagradable gracieta, sino causar un da?o al Villareal, que despu¨¦s de haber sido considerado en la temporada pasada el club con la mejor afici¨®n, se enfrenta ahora a una sanci¨®n que puede comportar el cierre del estadio.
Pero, a¨²n siendo grave, lo peor no es lo que ocurri¨®, sino lo que hubiera podido suceder. La r¨¢pida y eficaz intervenci¨®n de los servicios de seguridad permiti¨® un desalojo tranquilo y ordenado. Pero ?qu¨¦ hubiera ocurrido si en lugar de caer sobre el c¨¦sped, el bote hubiera ido a parar, por un mal c¨¢lculo en el lanzamiento, a las gradas? La mayor parte de las tragedias ocurridas en estadios se han producido por derrumbe o por avalancha humana. Y casi siempre los muertos se han contado por decenas. La peor se produjo en Lima en 1964, en un encuentro entre las selecciones de Per¨² y Argentina. El uso de gases lacrim¨®genos por parte de la polic¨ªa caus¨® una avalancha con 301 muertos.
El riesgo era pues algo m¨¢s que una mera hip¨®tesis. En el ya largo historial de actos vand¨¢licos, este es, por el peligro que se gener¨®, uno de los m¨¢s graves. Requiere por tanto una respuesta contundente. La polic¨ªa debe hacer todo lo posible para identificar al energ¨²meno y llevarlo ante la justicia. Y quienes se sientan tentados a jugar con fuego o con gas en un estadio deben saber que el art¨ªculo 557 del C¨®digo Penal castiga con entre dos y tres a?os de c¨¢rcel a quien simplemente genere una situaci¨®n de riesgo.
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