El safari contra el apartheid o como usar al turista para armar al ANC
Diciembre de 1993. La compa?¨ªa brit¨¢nica de safaris Africa Hinterland cierra la persiana despu¨¦s de haber organizado 40 viajes a aventureros ¨¢vidos de descubrir las bellezas naturales entre Kenia y Sud¨¢frica, pasando por Tanzania, Zimbabue, Malaui y Botsuana.
No es que sea una empresa deficitaria o poco atractiva, pero a los inversores les mueve otro prop¨®sito que creen ya cumplido y superado. Durante la temporada se llena el enorme cami¨®n de brit¨¢nicos, neozelandeses y australianos atra¨ªdos por los precios m¨¢s bajos que la competencia ofrece por seis semanas en tierras africanas. La cuenta de resultados es lo de menos.
Quien est¨¢ al frente de Africa Hinterland son dirigentes del entonces ilegalizado Congreso Nacional Africano (ANC, en sus siglas en ingl¨¦s), exiliados en Londres o en Lusaka, la capital de Zambia, donde se refugia la c¨²pula que ha conseguido escapar de la prisi¨®n y organizar la resistencia interior y exterior.
¡°El ANC quer¨ªa estar seguro plenamente de que los dirigentes del apartheid iban en serio, quer¨ªa tener confianza absoluta antes de dejar de armarse¡±, explica el productor. Adem¨¢s, en esa ¨¦poca el Gobierno del apartheid jugaba a dos cartas. Por un lado conversando con el ANC de Mandela, la fuerza mayoritaria, y por otro, apoyando a Inkatha, el partido mayoritario entre los zul¨²es y tradicional adversario del ANC. La jugada encendi¨® los guetos y provoc¨® que Mandela recriminara p¨²blicamente a De Klerk. A finales de 1993, a Mandela le faltaba poco m¨¢s de cuatro meses para ser el primer presidente negro de la historia sudafricana.
La historia del safari la revel¨® en 2001 el documental The secret safari (El safari secreto), dirigido por Tom Zubrycki y producido por Sally Browning y David Max Brown. Pero la iniciativa contin¨²a siendo desconocida para la inmensa mayor¨ªa de la sociedad sudafricana. Brown est¨¢ ahora inmerso en la producci¨®n de un largometraje, buscando financiaci¨®n y actores. Otro largo camino.
Tras conocer la historia, Brown consigui¨® localizar y recuperar el cami¨®n Bedford, despu¨¦s de un complicado periplo que lo llev¨® hasta una granja en Pretoria, donde su propietario se lo regal¨® ¡°s¨®lo para fastidiar al ANC¡±. Cosas de la vida, era el hermano del asesino de Chris Hani, militante del brazo armado del ANC, muerto a tiros en abril de 1993 y cuya muerte dej¨® Sud¨¢frica m¨¢s cerca que nunca al borde de un enfrentamiento civil, lo que hubiera puesto en apuros los esfuerzos de reconciliaci¨®n.
Brown cedi¨® el veh¨ªculo al actual museo de la granja de Liliesleaf, donde el 11 de julio de 1963 la polic¨ªa del apartheid logr¨® detener al n¨²cleo duro del ANC y a su brazo armado, Umkhonto we Sizwe (MK), que se reun¨ªan a escondidas para planear estrategias.
En 1995, ley¨® asumbrado en el semanario sudafricano Mail & Guardian una entrevista a un antiguo militante del ANC que explicaba la aventura. Su sorpresa fue may¨²scula porque su padre, Mannie Brown, era uno de los exiliados en Londres desde los 60 cuando David era un ni?o. No tard¨® en averiguar que adem¨¢s el progenitor, junto a los hist¨®ricos dirigentes Oliver Tambo y Joe Slovo, hab¨ªan sido los padres de la idea.
¡°Fueron muy inteligentes¡±, explica ahora David Brown, ¡°porque pusieron en marcha una empresa, con un equipo directivo, una oficina en Londres primero y, a partir de 1990, en Johannesburgo y campa?as de publicidad¡±. Todo orquestado para dar apariencia de legalidad y de normalidad. ¡°S¨®lo tres o cuatro personas conoc¨ªan lo que realmente se estaba llevando a cabo. En mi casa, ni mi madre ni yo sab¨ªamos nada¡±, cuenta.
Una de estas personas era el brit¨¢nico Stuart Round, uno de los conductores. Desde Londres explica para este blog que minti¨® a todo el mundo de su entorno. "Fue lo m¨¢s duro", reconoce ahora. "Te sientes aislado, y al final bastante confuso cuando est¨¢s jugando un papel, porque si lo haces bien se vuelve casi imposible saber d¨®nde termina el personaje que est¨¢s jugando en tu vida real y d¨®nde empieza la persona que eres".
Operarios cargan el cami¨®n Bedford en uno de los 40 viajes que hizo desde Kenia hasta Sud¨¢frica Facebook de Africa Hinterland, the secret safari
Estuvo cinco a?os en el proyecto. El Round adolescente ya militaba en movimientos en contra de las nucleares, la cantera donde el ANC exiliado empez¨® a buscar a colaboradores. Joven, sin excesivas conexiones pol¨ªticas que levantaran demasiadas sospechas, fue sondeado y tras dar el s¨ª, recibi¨® la informaci¨®n secreta de en qu¨¦ consisit¨ªa el viaje.
En los 80, medio mundo acataba el boicot al apartheid as¨ª que la iniciativa de una empresa brit¨¢nica queriendo traer turistas gust¨® a los dirigentes del r¨¦gimen supremacista blanco, que casi pusieron la alfombra roja a los viajeros. Pero el problema segu¨ªa: C¨®mo hacer invisibles las armas para que no fueran detectadas en la frontera.
El grupo descansa sin saber que debajo de ellos hay una toneladade armas escondidas. Facebook de Africa Hinterland, the secret safari
Tanto en su pel¨ªcula como en una reciente conversaci¨®n en Johannesburgo para escribir este post, Brown da cuenta de que el ANC compr¨® un viejo cami¨®n en Reino Unido y durante nueve meses se modific¨® para que los turistas viajaran c¨®modamente y las armas encontraran buen cobijo. El encargado de la transformaci¨®n fue Rodney Wilkinson, un joven sudafricano que en 1982 atent¨® contra una central nuclear en Ciudad del Cabo y escap¨® a Londres posteriormente bajo la protecci¨®n del partido de Mandela.
Antes de cada expedici¨®n, cada arma se envolv¨ªa una a una con papel de aluminio para evitar que los perros olieran los explosivos y sin dejar ninguna huella dactilar, y se colocaban en un doble fondo debajo de los asientos. En total, entraron por la frontera sudafricana 40 toneladas de pistolas, munici¨®n y granadas. Una por cada viaje. ?xito total de la operaci¨®n, que nunca fue descubierta, aunque Round recuerda como una vez el animal se?al¨® los asientos y a preguntas del policia, el conductor le cont¨® que el perro "ol¨ªa el rastro de los polic¨ªas armados que sub¨ªan en el cami¨®n en las aduanas". Prueba superada.
Visitantes del museo Granja de Liliesleaf observan d¨®nde se escond¨ªan las armas Facebook de Africa Hinterland, the secret safari
Las armas sirvieron para llevar a cabo alg¨²n que otro atentado pero, seg¨²n Brown, la mayor¨ªa se escondieron en los extensos campos sudafricanos. Y ah¨ª siguen porque, los activistas encargados de guardarlos erraron en la elaboraci¨®n de los mapas de los escondrijos. La entrega se hac¨ªa en lugares poco transitados y cuando el grupo de turistas estaba entretenido en alguna excursi¨®n o actividad que no necesitara del cami¨®n.
"Es muy probable que algunas personas murieran como resultado de lo que hicimos, pero de la misma manera salvamos otras vidas", admite el conductor, que afirma que jam¨¢s se ha arrepentido de participar en una acci¨®n que "cambi¨® completa y positivamente" su vida. "Fue una operaci¨®n totalmente necesaria debido a la naturaleza extremadamente represiva del apartheid, que se cerraba a todos los m¨¦todos normativos de la protesta y la oposici¨®n, arrestando a personas sin juicio, deteni¨¦ndolas indefinidamente, torturando y, en muchos casos, asesinando a los opositores pol¨ªticos. No hab¨ªa otra alternativa", sostiene este brit¨¢nico que se confiesa enemigo de la violencia.
Aspecto del interior del cami¨®n, en una de las expediciones. Estos sonrientes aventureros desconoc¨ªan el
contrabando de armas en el que participaban Facebook de Africa Hinterland, the secret safari
La producci¨®n de la pel¨ªcula no fue f¨¢cil. Durante un lustro, el productor busc¨® financiaci¨®n y la documentaci¨®n que le permitiera reconstruir el viaje con el mismo cami¨®n, recuperado y puesto a punto, adem¨¢s de encontrar a algunos de los viajeros.
¡°Mi padre me dijo que quien me pod¨ªa dar el permiso para grabar era Slovo, Tambo o incluso Mandela¡±, explica Brown, a quien sus contactos de la c¨²pula del ANC le prometieron plena colaboraci¨®n.
Sin embargo cuando en 2001 el rodaje est¨¢ a punto de iniciarse, Brown recibi¨® una llamada del ANC. ¡°Me dijeron que no me daban permiso pero que a cambio me daban plena libertad para tener acceso a todas sus carpetas¡±, recuerda el productor. Con todo, sigui¨® con su plan y su padre, militante del partido, fue de los pocos que quiso ser entrevistado.
Stuart Round, al mando de la expedici¨®ndel ANC Facebook de Africa Hinterland, the secret safari
En la cinta, los turistas juran y perjuran que nunca sospecharon de lo que el viaje escond¨ªa y en cierta manera admiten orgullo por haber contribuido a luchar contra el apartheid. ¡°Probablemente es una de las mejores cosas que he hecho nunca¡±, admite una viajera australiana. Y eso que la aut¨¦ntica aventura fue un secreto. Aunque ahora ya no es ning¨²n secreto, este es un episodio que se pasa de puntillas quiz¨¢, como apunta el conductor Round, el partido no se siente c¨®modo de haber utilizado "turistas ignorantes como tapadera". Tampoco no hay constancia de que Mandela y los otros l¨ªderes presos durante el apartheid conocieran la operaci¨®n y, sobretodo, que continuara hasta la v¨ªspera de las elecciones democr¨¢ticas.
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