Ponerse las botas
Mostrarse en faena es lo m¨ªnimo ante un desastre social
El Gobierno brit¨¢nico multiplica los gestos de apoyo a las v¨ªctimas de las inundaciones que se han registrado en el sur de Inglaterra, pero esas atenciones llegan un poco tarde, a juicio de los afectados. El propio pr¨ªncipe Carlos ¡ªcierto que tiene m¨¢s tiempo libre¡ª visit¨® zonas inundadas antes que el primer ministro, David Cameron, y le pinch¨® con sarcasmos como este: ¡°No hay nada como un fant¨¢stico desastre para que la gente empiece a hacer algo. La tragedia es que no se haya hecho nada durante tanto tiempo¡±. El Gobierno asegura ahora que no faltar¨¢ el dinero para las obras de reconstrucci¨®n.
Los pa¨ªses donde llueve mucho deber¨ªan estar acostumbrados a convivir con el agua, pero una cat¨¢strofe siempre va m¨¢s all¨¢. Si Inglaterra sufre las peores lluvias de los ¨²ltimos 250 a?os, o si los gestos de socorro no llegan con la debida diligencia, los dedos acusadores se vuelven contra el poder pol¨ªtico; bien porque no ha dedicado suficiente atenci¨®n al cambio clim¨¢tico, bien porque ha ahorrado en obras de defensa o en el dragado de los r¨ªos.
Cuando eso pasa, la democracia medi¨¢tica exige meterse en el agua. Sirva o no para algo pr¨¢ctico, abstenerse de hacerlo se convierte en prueba de indiferencia del apoltronado. Le ocurri¨® al Gobierno de George W. Bush, poco activo ante la devastaci¨®n causada por el hurac¨¢n Katrina en 2005, en Nueva Orleans. Algo similar estuvo a punto de sucederle a Barack Obama con un vertido de petr¨®leo en el golfo de M¨¦xico, a?os m¨¢s tarde, aunque logr¨® reaccionar. Muy diferente fue la actitud del canciller Gerhard Schr?der durante las inundaciones del verano de 2002 en Alemania: faltaba poco para las elecciones y se meti¨® en el barro, mientras su adversario, el democristiano Edmund Stoiber, preparaba tranquilamente planes para un Gobierno que se le escap¨®.
Nada como una situaci¨®n extrema para darse cuenta de los enormes costes que supone reconstruir las zonas afectadas, a veces superiores a lo que habr¨ªa supuesto prevenirlos. Es imposible anticiparse a todos los inconvenientes posibles, pero al menos hay que tener clara una cosa: ponerse las botas y mostrarse en faena es lo m¨ªnimo ante un desastre social.
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