Confidentes

Formo parte de una generaci¨®n rara. No me refiero a que escuchara a los Beatles o a que participara en la lucha contra el franquismo, sino a algo aparentemente m¨¢s zafio: desde 1977 entr¨¦ a formar parte de un amplio c¨ªrculo social que se mostraba partidario de pagar a Hacienda. Aquello lo pusieron de moda algunos pol¨ªticos, como Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, que fue ministro de la cosa con UCD.

No era raro en aquellos a?os que, en una cena de amigos acompa?ada incluso por alg¨²n porro de delicioso sabor clandestino, alguien exclamara con alborozo: ¡°a m¨ª, la declaraci¨®n me ha salido a pagar¡±. Era una forma rara de patriotismo sin banderas. El razonamiento era sencillo: si no pag¨¢bamos a Hacienda, no habr¨ªa fondos para cambiar el sistema educativo, conseguir una sanidad p¨²blica y construir buenas carreteras. As¨ª de sencillo.

El asunto es que percibo que, incluso entre esos patriotas del pago, se va rompiendo el entusiasmo. Porque no hace falta ser muy listo para saber, por ejemplo, que los asalariados pagan m¨¢s del 90% de la recaudaci¨®n anual siendo, como son, receptores de menos del 50% de la renta. Esos datos se conocen, a pesar de que el ministro Montoro tiene prohibido que se difundan. No es exagerado: est¨¢ prohibido darlos a conocer a la ciudadan¨ªa. Y se sabe tambi¨¦n que las grandes multinacionales (y no es demagogia, es verdad) consiguen escapar del pago del impuesto de sociedades con trucos eficaces. Y se sabe tambi¨¦n que los fontaneros, los grandes abogados, los m¨¦dicos privados, facturan sin IVA.

Flaquea el patriotismo fiscal. Pero viene alg¨²n rayo de esperanza, que se basa en las peticiones de los inspectores para que haya m¨¢s transparencia y medios contra el fraude. Incluso, la posibilidad de pagar a confidentes. Pregunta: ?a los confidentes se les pagar¨ªa con o sin IVA?