Sobre arte
La silla el¨¦ctrica de Warhol, fabricada en 1930, fue subastada en Madrid en 1999 y un coleccionista amigo me hizo el honor de dejarme sentar en ella
Cuando se cerr¨® la prisi¨®n de Alcatraz, situada en la bah¨ªa de San Francisco, uno de los chicos de Andy Warhol adquiri¨® su silla el¨¦ctrica para llevarla a la Factor¨ªa donde, al cambiar de alma, qued¨® convertida en un objeto de pop-art. Warhol la reprodujo en muchos cuadros y serigraf¨ªas como alegato contra la pena de muerte sin dejar de jugar a ser un fr¨ªvolo malvado y divertido, que a veces se sentaba en ella para ver pel¨ªculas de terror. Por su parte, la cantante Nico y Roman Polanski comprobaron su eficacia utiliz¨¢ndola como plancha para fre¨ªr un filete, que a continuaci¨®n se zamparon. Este experimento culinario pasa por ser el primer ensayo de la nueva cocina, frente al cual las cosas que Ferran Adri¨¤ expone en la feria de Arco quedan en pura antigualla. Hubo un momento en que en Estados Unidos se consider¨® que la horca era un m¨¦todo demasiado infame para acabar con la vida de un condenado, y en 1890 fue sustituida por esta silla de hierro a la que se aplic¨® la corriente el¨¦ctrica alterna, que acababa de descubrir el se?or Harold P. Brown, un empleado de Thomas Edison. Sentados en esa silla fueron achicharrados famosos criminales y muchos inocentes, pero a su vez este arte de matar fue cayendo en desuso a medida que se puso de moda la c¨¢mara de gas. La ventaja de la c¨¢mara de gas consiste en que es el propio reo quien se ejecuta, puesto que, dentro de ella, si no respiras, no mueres. De hecho, fuera de la c¨¢mara de gas, tambi¨¦n es la respiraci¨®n la que nos mata. El ox¨ªgeno del aire, cuanto m¨¢s puro m¨¢s mort¨ªfero, va quemando las c¨¦lulas hasta convertir nuestra carne en ceniza. La silla el¨¦ctrica de Warhol, fabricada en 1930, fue subastada en Madrid en 1999 y un coleccionista amigo me hizo el honor de dejarme sentar en ella. No se puede decir que no fuera amplia y c¨®moda. Si la esencia de una escultura estriba en despertar a trav¨¦s de la forma el alma que duerme en el fondo de la materia, la silla el¨¦ctrica como pop-art me transmiti¨® la sensaci¨®n de que a¨²n estaba llena de energ¨ªa. Sentado con los pies en su estribo de hierro, atado con correas al respaldo, sin electrodos en la sien y con las manos libres para seguir tomando un whisky, descubr¨ª que frente a cualquier futuro de terror, incluso la vida m¨¢s vil es un regalo.
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