Sochi: un desencuentro con consecuencias
El mal trato a la poblaci¨®n de la zona puede obstaculizar el desarrollo del C¨¢ucaso
Hoy termina Sochi. A pesar de las pol¨¦micas generadas por el coste abismal de los Juegos, la fiesta internacional del deporte que el mundo esperaba ha tenido lugar en Rusia, sin mayores incidentes de seguridad. Este ¨¦xito podr¨ªa suponer un empuj¨®n al gran proyecto de desarrollo de unas 10 estaciones tur¨ªsticas anunciado por el Gobierno ruso en el C¨¢ucaso Norte, una zona plagada de tensiones que necesita urgentemente de empleo y una visi¨®n de futuro. Un proyecto necesario s¨ª, pero que podr¨ªa sufrir las consecuencias del desencuentro que ha habido entre Sochi y la poblaci¨®n local. Los vecinos de las instalaciones ol¨ªmpicas acabar¨¢n siendo los grandes perdedores de los Juegos: las expropiaciones, el impacto ecol¨®gico y el arresto de representantes de ONG medioambientales dejar¨¢n un sabor amargo.
Cuando en 2007 el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) eligi¨® a Rusia, la ciudad-balneario de Sochi no contaba con pr¨¢cticamente ninguna infraestructura invernal; todo tendr¨ªa que ser construido casi desde cero. La compleja situaci¨®n pol¨ªtica de la regi¨®n tambi¨¦n llamaba la atenci¨®n: la guerra de Chechenia, que parec¨ªa no tener fin; la falta de soluciones a los conflictos congelados de Georgia; y la violencia salafista que golpeaba a cinco de las siete rep¨²blicas aut¨®nomas del C¨¢ucaso Norte. Nunca se hab¨ªan concedido los Juegos a una ciudad tan cercana a zonas de conflictos armados no resueltos. De hecho, el lugar de la ceremonia de apertura ¡ªy donde se celebrar¨¢ la clausura¡ª se encuentra a apenas pocos minutos de la frontera con el territorio separatista georgiano de Abjasia. Pero la esperanza de hacer de Sochi 2014 un reto regional, que a su vez quiz¨¢s contribuyera a canalizar las energ¨ªas econ¨®micas y pol¨ªticas del C¨¢ucaso en un sentido constructivo, era el gran sue?o de los promotores.
Sochi ha sido una preocupaci¨®n central del Gobierno ruso y una iniciativa y apuesta personal del presidente Vlad¨ªmir Putin, quien ha invertido mucha energ¨ªa pol¨ªtica en ese esfuerzo fara¨®nico. Ha obligado a todos los oligarcas del pa¨ªs a invertir en un proyecto u otro y ha impuesto a los grandes medios nacionales hacer pedagog¨ªa sobre el olimpismo y resaltar el lado positivo de los Juegos como una gran alegr¨ªa y orgullo nacional. Pero el Gobierno no se ha molestado en considerar las preocupaciones de los habitantes del lugar. M¨¢s de 2.500 familias fueron expropiadas, con compensaciones injustas. Muchos barrios se han quedado sin agua potable y varios divididos por una moderna autopista y una v¨ªa de ferrocarril que unen las instalaciones ol¨ªmpicas al lado del mar con las de altura.
Es necesaria una visi¨®n de futuro que pueda contrarrestar la presi¨®n salafista que aflige a la regi¨®n
El desencuentro entre Sochi y la realidad regional probablemente acarrear¨¢ consecuencias para otro gran proyecto de desarrollo tur¨ªstico al sur de la Federaci¨®n rusa. Mosc¨² ha anunciado la renovaci¨®n de dos estaciones de esqu¨ª y la construcci¨®n de otras tres en varias rep¨²blicas aut¨®nomas. El potencial natural es enorme. En dos estaciones ¡ªElbruz (Kabardino-Bakaria) y Mamison (Osetia del Norte)¡ª se podr¨ªa llegar a esquiar a m¨¢s de 4.000 metros de altura, es decir, podr¨ªan estar abiertas todo el a?o. Rusia podr¨ªa tener en el C¨¢ucaso ?dos Chamonix y tres Formigal! La primera fase, que cuenta con inversores franceses y austriacos, ya est¨¢ bastante avanzada. Pero los retos sociol¨®gicos son tan enormes como el potencial existente: hay que hacer un gran esfuerzo de pedagog¨ªa con las poblaciones locales, a fin de incluirlas en una din¨¢mica econ¨®mica rentable y moderna que cambiar¨¢ sus modos de vida. De Austria a Francia, todo el arco alpino vivi¨® esa profunda transformaci¨®n ligada al ¡°oro blanco¡± durante los a?os sesenta y setenta. Cada regi¨®n ha manejado su desarrollo con sus propios recursos, con una fuerte implicaci¨®n de los municipios locales en Austria y Suiza y un enfoque mucho m¨¢s centralizado en manos de grandes compa?¨ªas inversoras en Italia o Francia. Pero el turismo invernal ha sido esencial para la prosperidad econ¨®mica de todas esas regiones de monta?a.
En el C¨¢ucaso hacen falta medidas similares. Es necesaria una visi¨®n de futuro que pueda contrarrestar la presi¨®n salafista que aflige a la regi¨®n. Hay que encontrar una f¨®rmula que pueda, por ejemplo, fomentar el empleo, sobre todo de la juventud en las zonas de monta?a. Sin embargo, el mal trato que recibieron los vecinos de Sochi ya est¨¢ provocando sospechas entre la poblaci¨®n de las rep¨²blicas donde se realizar¨¢n los nuevos proyectos.
Es esencial que el Gobierno ruso siga apoyando ese plan de desarrollo, pero no sin antes hacer un an¨¢lisis tajante de los errores cometidos en Sochi. Callar las voces cr¨ªticas es f¨¢cil, pero es un modo arcaico de gobernar que ya no cuadra con la sociedad rusa conectada y mundializada de hoy. Es urgente corregir el mensaje sumamente negativo que Sochi ha mandado a otras ¨¢reas del C¨¢ucaso, cuyos habitantes no permitir¨¢n que ning¨²n complejo tur¨ªstico ajeno les despoje de sus tierras o de sus pastos. Otro desencuentro entre los tecn¨®cratas de Mosc¨² y la poblaci¨®n local abrir¨ªa la caja de Pandora, provocando nuevos conflictos, en lugar de contribuir a cerrarla. Desarrollar el C¨¢ucaso sin la poblaci¨®n local (o incluso contra ella) es la receta de un fracaso anunciado. La furia expresada por los vecinos de las instalaciones ol¨ªmpicas de Sochi deber¨ªa hacer sonar las alarmas en Mosc¨² y provocar una revisi¨®n contundente de ese tipo de pol¨ªticas intervencionistas y centralizadas.
Alain D¨¦l¨¦troz es investigador senior asociado en Fride.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.