Teatro
Entre la pasividad y los contenedores en llamas, existe un camino que se llama pol¨ªtica
Hace 15 d¨ªas, los abogados de Cristina de Borb¨®n sonrieron en la puerta del juzgado. Se mostraron convencidos de que los espa?oles estaban a punto de comprobar la inocencia de su cliente. La semana pasada, Aguirre sonri¨® con la misma convicci¨®n al decir que le parec¨ªa estupendamente bien que Granados dimitiera. Anteayer, ante el puesto de mercadillo que ETA present¨® a la BBC como un desarme parcial, las sonrisas fueron reemplazadas por gestos de serena confianza. Para el caso, valen lo mismo.
El caso es que los primeros sab¨ªan que las m¨¢s de 500 evasivas que la Infanta ofreci¨® a modo de respuesta, iban a agravar las sospechas sobre su culpabilidad. La segunda sab¨ªa que Granados no era el primero ni el segundo, sino el quinto de sus colaboradores hist¨®ricos a quien han pillado con una cuenta en Suiza. Y tanto los verificadores como los representantes de Bildu sab¨ªan igual de bien que el numerito de ETA no iba a colar. Sin embargo, todos representaron su papel con id¨¦ntico entusiasmo.
Si la situaci¨®n por la que atraviesan millones de espa?oles no fuera tan dram¨¢tica, si los asuntos citados no fueran tan graves, si la crisis moral e institucional que padecemos pudiera resolverse sola, podr¨ªamos hablar de mala fe, de cinismo, de tomadura de pelo. Pero ya no es as¨ª. El teatro donde los responsables escenifican a diario la triste comedia de las mentiras provisionales, concebidas solo para ganar tiempo, habla peor de nosotros que de ellos. Mientras no seamos capaces de imponernos a la fragilidad de las instituciones para reivindicar nuestra dignidad con contundencia, seguiremos siendo tontos ¨²tiles, cooperantes involuntarios en nuestra propia ruina. Entre la pasividad y los contenedores en llamas, existe un camino que se llama pol¨ªtica. Hasta que no lo asaltemos, nada de lo que pasa en este pa¨ªs tendr¨¢ remedio.
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