Los m¨¢s ricos de EE UU tambi¨¦n lloran
Representantes del 1% m¨¢s pudiente del pa¨ªs se defienden del "linchamiento" de 'los pobres'
Downton Abbey arrasa en la PBS, la cadena p¨²blica en la televisi¨®n estadounidense. Quiz¨¢s sea por el acento brit¨¢nico de sus actores, por las historias de amor que se cruzan o por el vestuario. Pero la serie de la BBC tambi¨¦n muestra la brecha que puede llegar a separar los que m¨¢s tienen de los que menos: una met¨¢fora muy presente en la actualidad de EE UU. Como lord Grantham, la aristocracia estadounidense trata de defender sus privilegios antes de que se les rebelen los sirvientes.
Tom Perkins es el abanderado. El empresario de 82 a?os -due?o de una fortuna de 6.000 millones de euros y de un ¨¢tico de 1.600 metros cuadrados en San Francisco-, compar¨®, primero, la campa?a contra el 1% m¨¢s pudiente del pa¨ªs con la persecuci¨®n del pueblo jud¨ªo antes del Holocausto. Y no se conform¨®. El magnate cree que los ricos deber¨ªan tener derecho a m¨¢s voto que los pobres, como pasa con los propietarios de corporaci¨®n. La cruzada del fundador del fondo de capital riesgo Kleiner Perkins Caufield & Byers es imposible de aplicar y por eso suena a est¨²pida.
Lord Grantham, en el drama, no sabe de econom¨ªa. Perkins, en cambio, fue uno de los primeros en apoyar a empresas que hoy son gigantes como Google, Facebook y Twitter. Presume de que el reloj que luce en la mu?eca vale como seis Rolex y acaba de estrenar un yate de 110 millones de euros. Pero no es el ¨²nico plut¨®crata que denuncia este asalto a los ricos que parti¨® hace dos a?os y medio con el movimiento Occupy Wall Street. El millonario Bud Konheim, de la firma Nicole Miller, ped¨ªa al p¨²blico que deje de lamentarse y que, para pobres, los de India. ¡°Nuestro 99% es el 1% del resto del mundo¡±, dijo el gestor de la marca que viste a celebridades como Beyonc¨¦ o Angelina Jolie.
A la altura de Tom Perkins se puso el inversor Kevin O'Leary, uno de los protagonistas del programa Shark Tank, al que acuden empresarios buscando financiaci¨®n para sus ideas. El magnate de origen canadiense, que tambi¨¦n se hace llamar Mr. Wonderful, cree que la desigualdad en la distribuci¨®n de la riqueza es algo ¡°fabuloso¡± porque ¡°inspira a la gente a mirar hacia al 1% y decir que va a luchar por llegar a lo m¨¢s alto¡±.
El debate no es nuevo. Naci¨® hace dos a?os y medio, cuando Occupy Wall Street tom¨® el parque Zuccotti en pleno distrito financiero neoyorquino. Jamie Dimon, el consejero delegado de JPMorgan Chase, el mayor banco de EE UU, ya levant¨® entonces la voz por el ataque que se estaba lanzado contra el ¨¦xito empresarial. En sus palabras, porque hubiera una manzana podrida en el cesto no se puede denigrar o demonizar al resto. No dio nombres y, de paso, se excluy¨® a si mismo.
Ahora Dimon se muerde m¨¢s la lengua tras el esc¨¢ndalo de la ¡°ballena de Londres¡±, por el que la entidad perdi¨® miles de millones en una inversi¨®n en deuda soberana. Pese a las multas que tuvo que pagar el banco, se le dobl¨® la remuneraci¨®n el pasado ejercicio hasta los 20 millones de d¨®lares. Warren Buffett, que est¨¢ considerado como uno de los mayores fil¨¢ntropos de la historia con su donaci¨®n a la Fundaci¨®n Gates, cree que se merece incluso m¨¢s.
El movimiento de protesta social se esfum¨®, pero las grandes fortunas de EE UU siguen refunfu?ando y lo hacen en pi?a. Lo que tambi¨¦n es cierto es que nadie llora por Dimon ni por Perkins. Tampoco corren l¨¢grimas por Wilbur Ross, otra de las grandes figuras de Wall Street y conocido tambi¨¦n por sus multimillonarias obras ben¨¦ficas. Opina que el 1% est¨¢ en el centro de la diana por razones puramente pol¨ªticas.
Sam Zell, que lleg¨® a controlar el grupo Tribune antes de que se hundiera en la bancarrota, insiste que el 1% trabaj¨® duro para conseguir lo que tiene. Richard Fischer, presidente de la Reserva Federal de Dallas, uno de los 12 bancos regionales que integran el banco central estadounidense, admit¨ªa sin embargo d¨ªas atr¨¢s que su pol¨ªtica de dinero ultra barato hab¨ªa ayudado a los m¨¢s ricos a ser ¡°super-ricos¡±. No est¨¢ tan claro el beneficio para el resto.
El debate sobre la remuneraci¨®n que deben recibir los ejecutivos de las grandes corporaciones, dice John Mark, es necesario. Pero el antiguo jefe de Morgan Stanley, otra de las entidades que tuvo que ser rescatada por el contribuyente en plena crisis financiera, sale en defensa tanto de Jamie Dimon como de su antiguo rival en Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, al que tambi¨¦n le subieron la paga. ¡°El linchamiento debe parar¡±, remach¨®.
Donald Trump es otra de las grandes fortunas que mantienen viva con su verborrea la discusi¨®n, aunque sin la necesidad llegar al extremo de Tom Perkins. Se declara m¨¢s un representante de la libre empresa y un creador de empleo pese a que el presidente Barack Obama calificara su empresa como un ¡°peque?o negocio¡±. Tiene publicados libros explicando los trucos para llegar al 1%. Pero, en su caso, s¨ª defiende que los ricos paguen m¨¢s impuestos, aunque lo dice con muchos matices y variantes.
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