Tecnolog¨ªa para vestir el futuro
Si algo nos ha ense?ado en Mobile World Congress de este a?o es que vestir moderno cada vez tiene menos que ver con la moda textil.
Desde que la tecnolog¨ªa se convirti¨® en algo chic con el desembarco de los m¨®viles a mediados de los 90, despliegues como el visto este a?o en el Mobile World Congress de Barcelona tienen m¨¢s de pasarela que de intercambio de ideas. El objetivo de cara al p¨²blico parece, cada vez m¨¢s, permitir que un individuo cualquiera pueda medir la diferencia entre lo que tiene y lo que podr¨ªa tener. Que entienda lo que supone esta diferencia. Exactamente igual que cuando alguien con inclinaciones sartoriales va a la semana de la moda de Mil¨¢n.
La forma m¨¢s literal de entender este cambio es ver que este a?o la tecnolog¨ªa pretende ser llevada, tal cual suena, como ropa. Son los llamados wearables: dispositivos electr¨®nicos con aspecto y vocaci¨®n de prenda. Pueden ser gafas o relojes pero, sobre todo, pueden ser pulseras. Esa es la presencia m¨¢s innegable en el Congreso: pulseras que le leen el cuerpo a uno. De mayor o menor precio (la de Samsung, muy sonada, asciende a 200 euros) y de mayor o menor calidad. Pulseras que esconden su existencia bajo la justificaci¨®n del fitness (las menos ambiciosas; de ah¨ª el nombre gen¨¦rico de fitband) y otras, como la de Sony, que se conectan al m¨®vil Xperia Z2 (la presentaci¨®n insignia de la casa y acaso la mejor c¨¢mara del mercado) y que con tocarse la mu?eca dos veces, ya sabe el aparato que se est¨¢ viviendo un momento importante en la vida del usuario e inmediatamente lo registra, junto con las constantes vitales, fotos, estados en redes sociales. Esto se ha vendido con grandilocuencia como "un diario de la vida entera del usuario". As¨ª pues, estas pulseras celebran y expanden de tal manera el documentalismo narcisista que, al menos, hay que aplaudirles la enorme sinceridad con la que presentan sus objetivos.
Junto a las pulseras, y a esas gafas todav¨ªa prohibitivas y por tanto insignificantes, est¨¢n los relojes (smartwatches, o sea, relojes inteligentes) que se conectan al tel¨¦fono y avisan de las notificaciones que van llegando. No permite responderlas ni hacer nada con ellas, pero representan una alternativa agradable a tener el m¨®vil encima de la mesa. "Bastante complicado es teclear en una pantalla", bromearon en Sony al presentar el que es ya su segundo smartwatch. En este caso llama la atenci¨®n el de HTC, aunque solo sea porque el HTC One gan¨® el premio a mejor m¨®vil del congreso. El significado de ese premio se desprende de unas preguntas a visitantes y expositores, es de interpretaci¨®n personal.
Pero, ?d¨®nde queda la innovaci¨®n en este cruce entre tecnolog¨ªa y moda? ?D¨®nde est¨¢ el ansia no ya de exprimirle complementos al smartphone sino de inventar otro smartphone? ?Hay que conformarse con rarezas colaterales como el Yotaphone 2, que ahorra energ¨ªa con una pantalla opcional como la de un e-reader? ?O el Blackphone, que supuestamente evita ser espiado? Esa respuesta es algo que la tecnolog¨ªa a¨²n tiene que inventar.
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