El nuevo c¨¢lculo del precio de la electricidad

La regulaci¨®n el¨¦ctrica (hasta hace poco, un arcano que era intelectualmente accesible solo para unos cuantos gur¨²s) se ha convertido en un asunto de debate de la opini¨®n p¨²blica, aun de la menos especializada. El ¨²ltimo episodio (o el pen¨²ltimo, porque cada d¨ªa hay novedades) es la propuesta de real decreto sobre el c¨¢lculo del precio que van a pagar los 16 millones de clientes dom¨¦sticos: un precio del que lo primero que debe destacarse es que, con el ¨¢nimo tuitivo hacia el consumidor que siempre tienen estas figuras, sigue y va a seguir estando intervenido. Lo que va a cambiar, como bien sabe el lector, es la referencia a tomar para el precio de la energ¨ªa: en lugar de las subastas CESUR ¡ªtrimestrales y para el futuro¡ª que exist¨ªan desde 2009 (han pasado solo cinco a?os, pero dir¨ªase todo un siglo), lo que se pretende considerar es el resultado del pool mayorista, ya sea diario o incluso intradiario. Y ¡ªpunto crucial¡ª, dado que en ese mercado existir¨¢ obligaci¨®n para los comercializadores de ofrecer adem¨¢s a los clientes un precio estable anual, una suerte de tarifa plana, al modo de las hipotecas a inter¨¦s fijo, todo hace pensar que dicho precio estable comenzar¨¢ siendo caro ¡ªlos riesgos son muchos¡ª y que poca gente acudir¨¢ a ¨¦l.

Los argumentos a favor y en contra se han puesto ya sobre la mesa. A estas alturas poco puede a?adirse que no sea la s¨ªntesis de cuanto han manifestado unos y otros. De ello, y tratando de evitar todo lenguaje esot¨¦rico, puede destacarse, a mi juicio, lo siguiente:

1. En la ¨²ltima subasta CESUR, la de 19 de diciembre de 2013, concurrieron, seg¨²n la CNMC, ¡°circunstancias at¨ªpicas¡±, en el sentido de infrecuentes, pero no se incurri¨® en manipulaciones, ni burdas ni no burdas, ni en ninguna otra infracci¨®n del ordenamiento. Ello no obstante, su desarrollo (mejor dicho, su resultado, que arroj¨® una subida muy considerable) ha tenido como consecuencia no solo la anulaci¨®n de dicha subasta concreta, sino incluso ¡ªes lo que estamos glosando¡ª la eliminaci¨®n del sistema para siempre. Moraleja: lo que el Gobierno ha pasado a considerar es que, aun en circunstancias del todo t¨ªpicas, o sea, frecuentes, las subastas CESUR ¡ªpese al protagonismo de la Administraci¨®n a la hora de decidir si poner en marcha cada una de ellas y de establecer sus caracter¨ªsticas¡ª han dejado de valer. Y lo mismo puede afirmarse de cualquier otro mecanismo similar, es decir, con periodicidad trimestral y con las hechuras ¡ªm¨¢s financieras que propiamente industriales¡ª propias de un mercado de futuros.

2. Cabr¨ªa te¨®ricamente la liberalizaci¨®n, o al menos la disminuci¨®n del n¨²mero de clientes con derecho a precios intervenidos y, por tanto, ¡°retenidos¡±. El Gobierno ni se lo plantea.

El remedio que se ha buscado es propagand¨ªstico: excusarse, cuando suba? la luz, en que si los consumidores se hubieran acogido a la tarifa plana, habr¨ªan sufrido un impacto menor

Puestos a querer proteger, podr¨ªa pensarse tambi¨¦n en que, manteniendo un r¨¦gimen de fijaci¨®n estatal de los precios finales, se abarataran los mismos al eliminarse todo lo que se incluye en ellos aunque no tiene que ver con la producci¨®n, el transporte y la distribuci¨®n de la electricidad, que es much¨ªsimo. Pero ya sabemos que eso no resulta posible: reducir el d¨¦ficit p¨²blico es el primero de los objetivos.

3. Y as¨ª hemos llegado a donde estamos: si no resulta viable nada de lo expuesto (ni subastas CESUR, que tampoco parecen la panacea vista la controversia generada, ni libertad, ni eliminaci¨®n de externalidades) a cualquier otra medida se termina llegando solo por exclusi¨®n o por eliminaci¨®n. Y es lo que aqu¨ª ha sucedido.

?Bajo qu¨¦ premisas de futuro? La historia reciente es conocida: los precios finales para el consumidor, a despecho de la supuesta protecci¨®n de los usuarios, no han parado de crecer por la creciente acumulaci¨®n de costes derivados de decisiones pol¨ªticas, pero eso no ha impedido que el sistema el¨¦ctrico (pese al tijeretazo en los costes y la aportaci¨®n de nuevos ingresos, sobre todo tributarios) siga dando lugar a unos d¨¦ficits monstruosos: m¨¢s de 4.000 millones de euros solo en 2013, a acumular a todo lo preexistente. Resultado: todos descontentos, porque las empresas (tradicionales y nuevas) se sienten infraretribuidas y los consumidores consideran que pagan de m¨¢s.

El oficio de profeta es aventurado, pero muy probablemente los precios finales ¡ªcon subastas CESUR o sin ellas¡ª van a tener que seguir subiendo. El Gobierno (este y cualquier otro en su lugar) lo sabe y es consciente del desgaste que eso le crea. El remedio que se ha buscado no consiste en enfrentarse a las causas ¨²ltimas del problema, sino que se ha agenciado algo parecido a un escudo propagand¨ªstico: poder decir, cuando se produzca lo que parece inevitable, que, si los consumidores se hubieran acogido a la tarifa plana, habr¨ªan sufrido un impacto menor. Y, como ese escenario est¨¢ a la vuelta de la esquina (y las elecciones europeas son el 25 de mayo), el nuevo esquema tiene que resultar aplicable de inmediato ¡ªel 1 de junio como tarde, seg¨²n la segunda versi¨®n del texto¡ª, aunque tecnol¨®gica y contablemente sea tan complicado.

?Y luego? Luego, Dios dir¨¢.

Antonio Jim¨¦nez-Blanco Carrillo de Albornoz?es catedr¨¢tico de Derecho Administrativo y miembro de la Junta Directiva del Club Espa?ol de la Energ¨ªa.