La selecci¨®n egipcia de ni?os sin techo juega el Mundial de Brasil
Hay una selecci¨®n de f¨²tbol egipcia de ni?os sin hogar. Y de aqu¨ª a unos d¨ªas sus integrantes cumplir¨¢n su ilusi¨®n de jugar un Mundial. Y en Brasil. Se celebra en R¨ªo de Janeiro estos d¨ªas el II Mundial de ni?os de la calle Varias ONG han organizado el campeonato para convertirlos en protagonistas
La escena no parece destacable: una quincena de ni?os corren detr¨¢s de un bal¨®n de f¨²tbol, celebran con pasi¨®n sus goles y al finalizar el partido, escuchan atentos a su entrenador. Todos ellos comparten un sue?o con otros millones de chavales egipcios: representar alg¨²n d¨ªa a su pa¨ªs en un Mundial de f¨²tbol. Sin embargo, ¨¦ste no es un equipo cualquiera: es la selecci¨®n egipcia de ni?os de la calle. Y de aqu¨ª a unos d¨ªas sus integrantes cumplir¨¢n su ilusi¨®n de jugar un Mundial.
¡°Los primeros entrenamientos fueron muy dif¨ªciles. Hab¨ªa peleas, gritos, insultos. Los chicos expresaban su frustraci¨®n de muchas maneras. Poco a poco, conseguimos cambiar el ambiente y ahora somos un verdadero equipo¡±, relata Karim Hosni, un joven entrenador de f¨²tbol amateur y art¨ªfice de un bello proyecto que pretende llevar un combinado egipcio al II Mundial de f¨²tbol de ni?os de la calle, que se celebrar¨¢ a partir del 28 de marzo en R¨ªo de Janeiro.
La primera edici¨®n tuvo lugar en Sud¨¢frica en 2010, y fue fruto del empe?o de dos fil¨¢ntropos brit¨¢nicos y de Umthombo, una ONG de la ciudad de Durban con una d¨¦cada de experiencia en la lucha contra las detenciones y abusos policiales a menores sin hogar. Aprovechando la atenci¨®n internacional que despert¨® la Copa del Mundo, organizaron un torneo de f¨²tbol, con ocho selecciones masculinas y cuatro femeninas, que acompa?aron de multitud de actividades paralelas: talleres, conciertos, y una conferencia sobre los derechos de los menores de la calle.
La finalidad ¨²ltima de la fundaci¨®n organizadora, Street Child World Cup, es concienciar a la sociedad sobre los graves problemas de estos ni?os a base de convertirlos en protagonistas, y generar un cambio social. ¡°Esto no es solo un torneo de f¨²tbol. Es una oportunidad para que los ni?os de la calle expresen sus experiencias y esperanzas en talleres... Queremos cambiar las percepciones negativas sobre ellos¡±, reza la web de la organizaci¨®n. El mayor logro de la primera edici¨®n fue el compromiso por parte de la polic¨ªa local de aplicar la Declaraci¨®n de Durban sobre derechos infantiles. Las expectativas de impacto de R¨ªo son mayores, pues aumentar¨¢ el n¨²mero de participantes: veinte selecciones masculinas y ocho las femeninas. Est¨¢n implicados pa¨ªses de cuatro continentes, entre ellos EE UU, India, Kenia y Reino Unido, el ¨²nico representante europeo.
Hosni, un empleado de un banco de inversi¨®n de 26 a?os, descubri¨® la iniciativa en un torneo celebrado en Londres en 2011. La idea en seguida le sedujo, y se puso a buscar alguna ONG local que trabajara con ni?os de la calle para lograr sumar Egipto al proyecto. Finalmente, encontr¨® tres: Qariat al-Amal (la aldea de la esperanza), Ana Masry (Yo soy egipcio), y FACE. Seg¨²n Hosny, el coste aproximado del proyecto es de unos 20.000 euros, e incluye la compra de los billetes de avi¨®n y el material deportivo necesario. Adem¨¢s, han contado con el apoyo de la Universidad Americana de El Cairo, que les ha cedido sus terrenos de juego para sus entrenamientos.
¡°Ya hemos conseguido al menos la mitad del dinero, y soy optimista respecto al resto porque hemos recibido muchas promesas de ayuda. Hubo ofertas de varias compa?¨ªas para financiarnos, pero de momento, las hemos rechazado. Queremos mantener el proyecto lejos de cualquier inter¨¦s comercial¡±, confiesa Hosni, uno de los cuatro entrenadores de la escuadra. Todos ellos son voluntarios, e incluso pagar¨¢n de su bolsillo el viaje a Brasil. Tampoco cuentan con el apoyo econ¨®mico del Gobierno egipcio, que solo les ha ayudado a facilitar la salida del pa¨ªs de los muchachos, de entre 14 y 16 a?os de edad.
No es solo un torneo. Es una oportunidad para que los ni?os de la calle se expresen"
¡°Este proyecto est¨¢ muy bien. Nos ha permitido aprender a jugar bien a f¨²tbol y poder representar a Egipto en el mundo. Estamos muy agradecidos a Karim¡±, comenta orgulloso Abdal¨¢ Ezzat, un chaval de 14 a?os, menudo y enjuto que luce una r¨¦plica de la zamarra de la selecci¨®n italiana. Despu¨¦s de una primera selecci¨®n en base a sus necesidades e historial, el combinado est¨¢ ahora formado por 14 chicos. No obstante, debido a las restricciones presupuestarias, tan solo nueve podr¨¢n viajar a Brasil, los siete titulares, y dos suplentes. Los preparadores del equipo ya tienen pr¨¢cticamente hecha la criba final, que describen como ¡°lo m¨¢s duro de todo el proyecto¡±.
Entre las condiciones que establece Street Child World Cup, figura que los chavales deben haber vivido en un refugio de acogida al menos durante un a?o, y haber pasado en la calle otros dos. Los seleccionados egipcios est¨¢n distribuidos entre los diversos centros que poseen en El Cairo las tres ONG colaboradoras de esta iniciativa. ¡°Todos forman parte de nuestros programas de integraci¨®n social. No los reclutamos para el Mundial, y no los vamos a abandonar a su suerte una vez termine¡±, comenta Ahdy Iskander, presidente de Ana Masry, fundada en 2008, y que asiste a 500 ni?os de la calle, un centenar de ellos internados en sus refugios.
El m¨ªster Hosni e Iskander, un enamorado del deporte y gestor de una cadena de gimnasios, tiene en mente un plan m¨¢s ambicioso que acudir a la cita de R¨ªo de Janeiro. ¡°Este Mundial es una especie de cebo para atraer el inter¨¦s de donantes. El objetivo final es crear una academia para rehabilitar a los ni?os de la calle a trav¨¦s del deporte, y sobre todo el f¨²bol¡±, explica el entrenador en un correcto ingl¨¦s. Tras el torneo, permanecer¨¢ varios d¨ªas m¨¢s en R¨ªo de Janeiro para visitar diversas ONG brasile?as con muchos a?os de experiencia aplicando esta filosof¨ªa: ¡°En Brasil est¨¢n muy avanzados en este ¨¢mbito. Debemos tomar nota de su metodolog¨ªa y adaptarla a la realidad social de Egipto¡±.
¡°El f¨²tbol tiene un gran potencial como herramienta para trabajar con los ni?os de la calle. Para empezar, es un deporte que todo el mundo conoce, que se juega en la calle. No se necesitan muchos recursos, solo un bal¨®n. En Egipto, hay una aut¨¦ntica locura por el f¨²tbol¡±, sostiene Iskandar, un hombre de mediana edad y cabello menguante y canoso.
Seg¨²n los promotores de la iniciativa, el f¨²tbol puede ayudar a atraer a los centros de acogida a los chavales sin hogar, uno de los retos m¨¢s dif¨ªciles para las ONG. A menudo, los chicos no quieren renunciar a la libertad de la calle por la disciplina de un centro de acogida, a pesar de los abusos que padecen. A base de mendigar, realizar trabajos puntuales o prostituirse, tienen suficiente dinero para sobrevivir. ¡°Dos de los chavales de la selecci¨®n se escaparon de su centro hace unos meses. Solo decidieron volver cuando se enteraron de que una condici¨®n para continuar jugando en el equipo era que abandonaran la calle¡±, recuerda Iskandar.
Este acaudalado fil¨¢ntropo considera que el deporte tambi¨¦n es muy ¨²til para educar en valores a los estos traumatizados chavales: ¡°Un campo de f¨²tbol es una met¨¢fora de c¨®mo funciona la sociedad. Se producen conflictos que hay que saber manejar. Uno debe aprender a confiar en los otros, a tener un esp¨ªritu de equipo, una cultura del esfuerzo, etc¡±. Hosni, su socio, asiente: ¡°Lo que nos dicen los trabajadores sociales es que el progreso que han hecho en este a?o de entrenamientos en su actitud y su confianza es enorme¡±.
¡°En este equipo he aprendido algunas virtudes sociales, como la importancia del aseo personal y el respeto a los otros¡±, dice Ahmed Mohamed, el t¨ªmido portero del equipo. Ahmed Abu Zeid, un goleador r¨¢pido y huidizo de 15 a?os, le secunda: ¡°Yo antes dec¨ªa muchas palabrotas, insultaba enseguida. Ahora s¨¦ que debo medir mis palabras y no ofender a los dem¨¢s¡±. Abdall¨¢ Ezzat, un centrocampista de mirada picarona, resalta que ahora es ¡°m¨¢s cooperativo¡± y menos ego¨ªsta que al empezar las sesiones de entrenamiento.
Veinte selecciones masculinas y ocho femeninas participar¨¢n en la cita
Aunque es dif¨ªcil de estimar con precisi¨®n cu¨¢ntos ni?os y ni?as de la calle hay en Egipto, las cifras oficiales oscilan entre 100.000 y dos millones, una variaci¨®n sustancial que depende de cu¨¢l sea la definici¨®n utilizada. Seg¨²n las estad¨ªsticas, dos tercios mantienen alg¨²n tipo de contacto con sus familias, mientras el otro tercio ha roto todos los lazos y ni tan siquiera puede localizarla. Aunque es en el sur del pa¨ªs donde hay unas mayores tasas de pobreza, apenas existen criaturas sin hogar porque los v¨ªnculos de la familia extensa son muy fuertes. En Egipto, este fen¨®meno se restringe a las grandes ciudades, sobre todo El Cairo y Alejandr¨ªa.
El principal motivo por el que los chavales acaban en la calle es la descomposici¨®n del n¨²cleo familiar, ya sea por la separaci¨®n de los padres, por enfermedad de estos, o a causa de su incapacidad de proporcionar a sus hijos las necesidades b¨¢sicas. No hay que olvidar que un 40% de la poblaci¨®n egipcia vive con menos de 1,5 euros al d¨ªa, es decir, al borde de la hambruna. En algunas ocasiones, los chavales se escapan tras sufrir malos tratos por parte de sus progenitores, o bien de la nueva pareja de alguno de ellos. En general, a los chicos de la selecci¨®n no les gusta hablar de su pasado. Tan solo Ahmed, el portero, acepta contar c¨®mo termin¨® en la calle: ¡°Mis padres empezaron a pelearse, y hab¨ªa violencia en el hogar. As¨ª que me fui¡±.
Adel Gad, uno de los responsables de Qariat al-Amal, explica la filosof¨ªa de su ONG, fundada en 1988, y por cuyas manos han pasado m¨¢s a m¨¢s de 50.000 criaturas: ¡°El ni?o est¨¢ mejor en uno de nuestros refugios que en la calle, pero mejor con su familia que en un refugio¡±. Su metodolog¨ªa de actuaci¨®n consta de cuatro fases. En la primera, una unidad m¨®vil localiza a los menores, les da ropa y comida si la necesitan, y realiza una primera evaluaci¨®n de su estado f¨ªsico y psicol¨®gico. En la segunda, el menor acude a un centro de d¨ªa, donde realiza diversos tipos de actividades, escolares, art¨ªsticas, o deportivas. Un equipo de especialistas investiga porqu¨¦ est¨¢ en la calle, e intenta contactar con familiares y vecinos para explorar un posible retorno al hogar. En caso de no ser posible, en la tercera y la cuarta fase el ni?o pasa a residir en un centro de acogida, ya sea de forma temporal o permanente. Se le inscribe en una escuela, y se le ofrece tambi¨¦n la posibilidad de asistir a talleres profesionales.
¡°Cada centro de acogida est¨¢ especializado en una edad y estado diferente. La idea es que no se puede mezclar a los chicos reci¨¦n llegados, con los que ya llevan tiempo internados, pues se podr¨ªa provocar una involuci¨®n en su comportamiento¡±, sostiene Gad. Adem¨¢s, Qariat al-amal posee centros dedicados a algunos perfiles que necesitan una atenci¨®n especial, como el de las ni?as que han sido violadas, pues muchas de las cuales han dado a luz. Se calcula que uno de cada cuatro menores que vive en la calle son ni?as.
Uno de los requisitos es que los participantes hayan vivido en la calle
Uno de los elementos clave de todos los programas de rehabilitaci¨®n es dotar al menor de autoestima. ¡°Los ni?os de la calle est¨¢n muy estigmatizados en Egipto. Las sociedad les desprecia. Y en este sentido, el proyecto es de mucha ayuda. El prop¨®sito de que de que representen al pa¨ªs en el extranjero es cambiar la percepci¨®n de la sociedad tiene de ellos, pero sobre todo, que cambie la que tienen de s¨ª mismos¡±, explica Hosni.
El peso del estigma a¨²n es tan fuerte entre los chavales que alguno incluso niega haber vivido en la calle. ¡°Lo ¨²nico que no me gusta de esta iniciativa es el nombre. Que se llame el Mundial de ¡°los ni?os de la calle¡±. ?Qu¨¦ es un ni?o de la calle?¡±, se pregunta contrariado el peque?o Abdal¨¢. A la espera de su esperado viaje a Brasil, todos recuerdan como los momentos m¨¢s emocionantes de su paso por los terrenos de juego las visitas de Pel¨¦ y de Abu Treika, el futbolista egipcio m¨¢s laureado de la historia.
¡°?Fue una pasada! Pel¨¦ nos explic¨® que ¨¦l tambi¨¦n jugaba a la calle, como nosotros. Que tuvo una lesi¨®n muy grave y pensaba que deber¨ªa abandonar el f¨²tbol. Pero no fue as¨ª. Nos dijo que no hay nada imposible, nada que no podamos conseguir¡±, cuenta con un brillo en la mirada Mohamed el-Masry, un beduino que exuda desparpajo. Incluso su entrenador se emocion¨® aquel d¨ªa: ¡°Pel¨¦ hizo un gran discurso. Est¨¢ claro que sabe c¨®mo tocar la fibra sensible¡±.
Aunque todos sue?an con el Mundial, sus ilusiones no solo pasan por el f¨²tbol. ¡°Si no me dan bien los estudios, me gustar¨ªa alistarme al ej¨¦rcito¡±, dice Shehab Hassan con su habitual sonrisa traviesa. Sus aspiraciones son variadas: estudiar una ingenier¨ªa, ser maestro, etc. ¡°A m¨ª me gustar¨ªa ser jugador del Real Madrid, o cient¨ªfico¡±, comenta el-Masry, que se confiesa admirador de Cristiano Ronaldo, con quien al menos ya comparte la cresta.
Un club de primera divisi¨®n ya se ha interesado por los servicios de alg¨²n chaval. No obstante, Hosni cree que todav¨ªa es pronto para pronosticar si puede alguno llegar a convertirse en profesional. ¡°Nunca ha sido nuestro objetivo. De momento, nuestra preocupaci¨®n es hacer un buen papel en la Copa del Mundo. Luego, ya veremos¡±. Ya ha conseguido una gran victoria: insuflar ingentes dosis de ilusi¨®n y confianza en unos ni?os necesitados de cari?o. Comparada con esta, incluso la gloria del Mundial parece secundaria.
M¨¢s datos sobre ni?os de la calle, PLAN EGYPT 2013
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