Forges, las vi?etas que se reconocen
Los chistes de Forges nacieron una noche de guardia en Televisi¨®n Espa?ola. Sus personajes y sus juegos de palabras forman ya parte del imaginario colectivo. En 2014 'El Pa¨ªs Semanal' realiz¨® un tributo a su inconfundible humor ¡°con buena leche¡± acompa?ado de cinco vi?etas. El humorista gr¨¢fico ha fallecido a los 76 a?os.
Antonio Fraguas, Forges, no empez¨® con un dibujo, sino con 40. Estaba de guardia el 19 de marzo de 1963 en su puesto de telecine en Televisi¨®n Espa?ola y sin nada que hacer en pleno puente de San Jos¨¦ Obrero. Se sent¨ªa como un vigilante militar, oteando el horizonte por si aparec¨ªa alg¨²n enemigo imposible. As¨ª que se dio una vuelta por el departamento de decoraci¨®n y rotulaci¨®n, y encontr¨® por all¨ª papeles y bol¨ªgrafos. Le entraron ganas de dibujar y se larg¨® de repente nada menos que 40 chistes.
Esas vi?etas comenzaron a circular entre sus compa?eros, que ya le hab¨ªan identificado antes como un tipo realmente chistoso. Lo recuerda, por ejemplo, Jos¨¦ Mar¨ªa ??igo, quien dirig¨ªa y presentaba entonces los programas estelares de TVE. En una ocasi¨®n, a ??igo no le hizo mucha gracia que Antonio Fraguas desatendiera sus labores como mezclador de imagen en el control central del Estudio 1 de Prado del Rey durante la grabaci¨®n de uno de sus exitosos espacios; as¨ª que le recrimin¨®: ¡°D¨¦jate de hacer dibujitos y pon atenci¨®n a los monitores, o nunca llegar¨¢s a nada¡±. ??igo se r¨ªe ahora de aquella profec¨ªa, claro. Pero reconoce que se lo dijo en serio, ¡°aunque con esa familiaridad que da trabajar semanalmente durante a?os en el mismo programa¡±, precisa.
Aquellos dibujos llegaron alg¨²n tiempo despu¨¦s a las manos de Jes¨²s Hermida, quien entonces simultaneaba su presencia en la televisi¨®n incipiente y ¨²nica con un empleo como redactor jefe de informaci¨®n local en el diario Pueblo. Este peri¨®dico vespertino y popular (grandes titulares, mucha far¨¢ndula) ten¨ªa entre sus jefes a Jes¨²s de la Serna, a quien le gustaron las ocurrencias de un desconocido de 21 a?os que trabajaba en el ¨¢rea t¨¦cnica de TVE. Le hizo llamar, gracias a la mediaci¨®n de Hermida, y le dijo: ¡°Haz un dibujo para ma?ana. Si te sale bien, publicas todos los d¨ªas¡±.
Todos los humoristas repetimos mecanismos, pero ¨¦l siempre se renueva, dice Quino, el ¡®pap¨¢¡¯ de mafalda
Parece que la prueba sali¨® bien, porque entre Hermida y ¨¦l decidieron inventarse la secci¨®n El c¨®mic del oso y el madro?o, muy de Madrid. Y desde entonces Forges no ha parado; exactamente desde el 13 de mayo de 1964, en que se public¨® el primer dibujo, hasta hoy. Fecha en la que ya ha celebrado los 72 a?os de vida y en la que tampoco piensa parar.
Ahora se cumple medio siglo, en efecto, desde aquel estreno, y con ese motivo la editorial Espasa acaba de publicar El libro de los 50 a?os de Forges, que recoge sus mejores dibujos de cada uno de esos cinco decenios, seleccionados por el propio autor y acompa?ados de la contextualizaci¨®n necesaria, d¨¦cada por d¨¦cada.
El ¨¦xito de esos chistes primigenios en el escaparate del diario madrile?o le sirvi¨® para que le pidieran enseguida colaboraciones desde distintos semanarios. La firma de Forges se expandir¨ªa as¨ª hacia otras publicaciones, entre ellas La Codorniz.
Esa revista m¨ªtica del humor durante el franquismo (autodenominada ¡°la revista m¨¢s audaz para el lector m¨¢s inteligente¡±), dirigida por ?lvaro de Laiglesia, reuni¨® a muchos de quienes hoy todav¨ªa son considerados los mejores dibujantes del humor espa?ol, incluso a t¨ªtulo p¨®stumo: Mingote, Gila, Chumy Ch¨²mez, Perich, Andr¨¦s R¨¢bago (entonces firmaba como Ops, ahora lo hace como El Roto), Seraf¨ªn, M¨¢ximo, Tono, Mena¡ y Forges, claro. A veces sorteaban la censura, a veces se estrellaban contra ella. Un d¨ªa, alguien de la empresa editora enloqueci¨® y los despidi¨® a todos. Se murieron de risa y crearon otra revista, Hermano Lobo, que aguant¨® viva (como los restos de La Codorniz) hasta la llegada de la democracia, si bien muchos de sus colaboradores (entre ellos, Forges) se pasar¨ªan m¨¢s tarde a Por Favor, tambi¨¦n de corta vida.
De aquellas aventuras naci¨® un grupo de humoristas que compartir¨ªan alborotos y contrase?as, y que armaron un buen ambiente que perdura todav¨ªa hoy entre los dibujantes espa?oles, amigos y compa?eros a pesar de competidores. En esa pandilla convivieron, por ejemplo, Antonio Mingote (quien ser¨ªa el humorista de referencia en Abc, diario mon¨¢rquico de la derecha) y Miguel Gila (de clara herencia izquierdista y republicana). Y se entiende bien tal mezcla cuando lo explica el propio Forges: ¡°Antonio Mingote era un liberal. Pero un liberal de verdad. Sufri¨® muchos ataques de la ultraderecha, que le enviaba an¨®nimos amenazantes¡±. En eso pod¨ªan comprenderse y reconocerse todos.
La confusi¨®n triunfaba en aquel tiempo. El propio Antonio Fraguas colabor¨® en las p¨¢ginas culturales del diario Arriba, ¨®rgano oficial del Movimiento (el partido ¨²nico durante el franquismo). Forges todav¨ªa habla con cari?o de Rufo Gamazo y Crist¨®bal P¨¢ez, que le llevaron a esas p¨¢ginas. Y s¨ª, all¨ª estaban tambi¨¦n, en comandita, M¨¢ximo, Perich¡ ?C¨®mo era posible? ¡°Es que los censores no se le¨ªan el Arriba¡±, recuerda Forges. ¡°Ese peri¨®dico no les preocupaba¡±.
El libro de los 50 a?os de Forges permite encontrar todos los Forges que hay en Antonio Fraguas: el que juega con las palabras, el que ironiza, el que usa la s¨¢tira, el solidario, el feminista, el tierno¡ Y tambi¨¦n invita a deducir su influencia en todos los humoristas a los que ha ido contagiando, a la vez que ellos le contagiaban a ¨¦l.
Aquellos genios que coincidieron en La Codorniz, y luego en el resto de sus vidas, siempre estuvieron en contacto. Ahora m¨¢s por tel¨¦fono (¡°?te han llamado a ti para esto?, ?y has dicho que s¨ª?¡±), porque se consultan de vez en cuando; y tambi¨¦n coinciden en algunos actos y encuentros, sobre todo en los promovidos por el Instituto Quevedo del Humor, creado por la Fundaci¨®n General de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares (Madrid).
As¨ª que no es de extra?ar que, entre unas cosas y otras, en los primeros chistes de Forges se vislumbren algunos similares que llegar¨ªan m¨¢s tarde con El Roto, o con Gila, incluso con los argentinos Les Luthiers. Muchos Forges dentro de Forges.
Da la sensaci¨®n de que Antonio Fraguas ha ejercido como si fuera un buen repartidor de pizzas. A uno le entreg¨® la de los siete quesos (quiz¨¢ eran cuatro); a otro, la margarita; a otro, la pizza hawaiana (quiz¨¢ era ¡°tropical¡±); al de m¨¢s all¨¢, la de prosciutto. Y cada receptor del producto se dedic¨® luego a fabricar y mejorar lo que le hab¨ªa correspondido en el reparto.
Porque algo de lo que luego ser¨ªa El Roto se adivina tal vez en un chiste de Forges en el que un se?or aparentemente adinerado le dice a su conductor:
¨CBautista, hoy me siento caritativo. Atropelle a alguien para poder indemnizarle.
O en otro con el siguiente di¨¢logo entre dos hombres:
¨CHoy es el d¨ªa del libro.
¨CS¨ª, ya lo he quemado.
Y c¨®mo no ver a Gila en la conversaci¨®n que sostienen Blasillo y su amigo mientras caminan por el campo:
¨CHoy he ido a la Biblioteca Municipal para pasar el rato, pero resulta que ya hab¨ªa le¨ªdo el libro.
A lo que el otro contesta:
¨CYo, tres veces.
Claro, en aquellos tiempos veraneaba Forges en El Espinar (Segovia), y la biblioteca del pueblo solo ten¨ªa disponibles La Il¨ªada, La Odisea, un libro de poemas de Manuel Machado, la edici¨®n espa?ola de la revista del ej¨¦rcito alem¨¢n Signal y la Enciclopedia de la juventud.
Y qui¨¦n sabe si por alg¨²n camino Les Luthiers conocieron el siguiente chiste de los primeros a?os de Forges, concebido en los tiempos del pluriempleo y referido a los procuradores franquistas (es decir, a quienes se sentaban en el Hemiciclo que hoy ocupan los diputados de la democracia):
¨C?Es usted procurador?
¨CS¨ª, se?or.
¨CPues a ver si me puede procurar alguna cosa para por la tarde de 4 a 9.
Porque, s¨ª, incluso los argentinos Les Luthiers formaron parte de ese grupo bienhumorado. Daniel Rabinovich lo recuerda desde Buenos Aires: ¡°Conoc¨ª a Antonio en casa de mi querido y admirado Jos¨¦ Luis Coll. Jug¨¢bamos a las cartas unos cuantos amigos; recuerdo a Chumy Ch¨²mez y Manuel Vicent, entre otros. Poco tiempo despu¨¦s, cuando algunos de ellos participaban en el programa de Luis del Olmo, los mi¨¦rcoles, en El debate sobre el estado de la naci¨®n, fui invitado como diputado de Argentina y me divert¨ª mucho¡±.
Les Luthiers, a?ade Rabinovich, considerar¨ªan un honor que se viera algo de Forges en ellos. ¡°Siempre lo admir¨¦ a Antonio por sus ideas y la elegancia de sus globitos, por su particular lenguaje, lleno de inventos, y por el audaz y certero mecanismo de humor para se?alar cosas de la realidad de todos nosotros. Y no es f¨¢cil hacerlo cotidianamente¡ Muy a menudo abro la p¨¢gina web de EL PA?S solamente para encontrarme con ¨¦l y disfrutar de sus vi?etas. Y tambi¨¦n trato de escucharlo los fines de semana en Radio Nacional, a trav¨¦s de Internet¡±. Rabinovich aprovecha el di¨¢logo para enviarle un abrazo: ¡°Felices 50 a?itos con el dibujo. Creo que ya debes haber aprendido¡¡±.
Antonio Fraguas no cree tanto en esas influencias: ¡°Es que el sentido del humor es un sensus universalis. Yo tambi¨¦n habr¨¦ recogido herencias, no s¨¦. El humor es uno y un mill¨®n¡±.
Quino, Joaqu¨ªn Lavado, coincide en elogiar esa originalidad de Forges: ¡°Todos venimos de alg¨²n sitio. Con uno piensas: ¡®Esto viene de Chumy¡¯; con otro: ¡®Esto viene de Gila¡¯¡ Pero este t¨ªo sali¨® con unas cosas que no se parec¨ªan a nada¡±.
El pap¨¢ de Mafalda ¨Cy de una interminable lista de escenas geniales despu¨¦s de Mafalda¨C proclama su ¡°admiraci¨®n inabarcable¡± hacia Forges desde siempre. Ahora lo sigue en EL PA?S (diario al que lleg¨® Fraguas en 1995, desde El Mundo). El dibujante argentino, que pasa una temporada en Madrid, a?ade: ¡°No solo le admiro por su discurso, no solo por el tipo de dibujo, sino tambi¨¦n porque todo el humor que tiene es una novedad, y la renueva d¨ªa a d¨ªa, es incre¨ªble. Todos repetimos ciertos mecanismos, pero es que ¨¦l se renueva siempre¡±.
En eso sigui¨® Forges el consejo de su padre cuando le pidi¨® permiso para ser dibujante profesional: ¡°Vale. Pero tienes que ser siempre original. Que se vea a 15 metros que un dibujo es tuyo¡±. Y ¨¦l se puso a la tarea:
¨C?Qu¨¦, pap¨¢: se ve ya que es m¨ªo?
Eso explica los caracter¨ªsticos bocadillosque envuelven las palabras de sus personajes, y que se reconocen a distancia. Los comenz¨® a plasmar cuando Jes¨²s de la Serna se lo llev¨® con ¨¦l de Pueblo a Informaciones.
Tambi¨¦n se distingui¨® Forges en el bocadillo mismo. Por entonces, los dibujantes enviaban su vi?eta y, aparte, el pie que la acompa?aba, que se compon¨ªa luego en texto de plomo.
Sentado en una mesa del caf¨¦ madrile?o El Espejo, lugar que dice tener como oficina, Forges cuenta que eso respond¨ªa a una raz¨®n concreta: ¡°Yo pens¨¦ que les facilitaba la vida a los del peri¨®dico si el texto se lo pon¨ªa en el dibujo. As¨ª no ten¨ªan que componerlo en la linotipia y colocarlo en la caja de plomo. Iba todo junto. Imagin¨¦ que si alg¨²n d¨ªa deb¨ªan elegir entre mi dibujo y el de un humorista que entregara el pie aparte, elegir¨ªan el m¨ªo. Mi sistema era m¨¢s f¨¢cil y evitaba las confusiones¡±.
Los personajes forgianos van apareciendo en el libro conmemorativo por orden de creaci¨®n. Ah¨ª est¨¢n Blasillo, los n¨¢ufragos, y Romerales, y Mariano (arrinconado en estos ¨²ltimos a?os para que no se interpretara alusi¨®n al actual presidente del Gobierno)¡ y Concha, esa se?ora gorda, vestida a menudo con bata de andar por casa y tocada con un mo?o. ?No ser¨¢ eso una deformaci¨®n de la imagen de la mujer espa?ola? ?No habr¨¢ levantado ampollas entre las feministas? ¡°Nunca he recibido quejas¡±, responde Forges. ¡°Casi todos los humoristas hemos tenido l¨ªos por nuestros dibujos, y falsas interpretaciones¡ La verdad es que yo con eso no he tenido problemas. Quiz¨¢ porque se nota mucho que es un chiste. Pero, de todas formas, Concha ha ido adelgazando, acompa?ando la evoluci¨®n de la mujer espa?ola. Ahora aparece delgada y con un libro en la mano¡±.
Y c¨®mo no entrever a Jos¨¦ Luis Coll en los juegos de palabras: estupend¨¦rrimo, bocata, esnafrarse.
?Cu¨¢l ser¨¢ la etimolog¨ªa de esnafrarse? Est¨¢ clar¨ªsima: ¡°La etimolog¨ªa de esnafrarse¡±, contesta Forges, ¡°es que ¨ªbamos mi amigo Antonio y yo en una bicicleta, y se nos solt¨® el manillar. Yo le grit¨¦: ¡®?T¨ªrate!¡¯, pero no se tir¨®. Yo me tir¨¦, pero ¨¦l se peg¨® una chufa contra una pared. Y entonces dije: ¡®Se ha esnafrado¡¯. Me sali¨® as¨ª. Mucho tiempo despu¨¦s me enter¨¦ de que en gallego existe esnafrarse, que equivale a escarallarse. Pero mi padre, que era gallego, no hablaba nunca en gallego, y jam¨¢s le hab¨ªa o¨ªdo esa palabra¡±.
?Y los sufijos en ¨Cata?: bocata, cubata, tocata, segurata¡ Las tres primeras han entrado en el Diccionario, donde se anota esa formaci¨®n con el sufijo jergal ¨Cata. Forges aclara: ¡°Bocata s¨ª que lo invent¨¦ yo, y tocata tambi¨¦n. Pero cubata y segurata, no¡±. Esa manera de llamar al bocadillo, al cubalibre, al tocadiscos y al vigilante parte de los propios recursos del idioma, los mismos que nos dan ¡°caminata¡± o ¡°perorata¡±, aunque tal vez un poco dislocados para la ocasi¨®n, como sucede con estupend¨¦rrimo.
Otro apartado del l¨¦xico de Forges lo forman esos inglesismos (por distinguirlos de los anglicismos) que aparecen en la boca de algunos de sus personajes: formid¨¦ibol, incr¨¦dibol¡ ?Y por qu¨¦? ¡°En mi ¨¦poca escolar, todos estudi¨¢bamos franc¨¦s. La clase media espa?ola estudiaba franc¨¦s. Pero llegaron los superpijos y se pusieron a estudiar ingl¨¦s. Entonces yo le tomo el pelo de esa forma a ese estrato social, porque empezaban a decir palabras en ingl¨¦s sin saber a veces ni qu¨¦ estaban diciendo¡±.
El vocabulario forgiano (cuyo diccionario se incluye al final del libro) ha dado lugar a sesudas tesis doctorales en dos universidades extranjeras (Lovaina y Praga) y cuatro espa?olas (Complutense, Aut¨®noma de Madrid, Aut¨®noma de Barcelona y Valladolid; de ellas, tres en ling¨¹¨ªstica y una de ense?anza de la historia, por la forg¨¦rrima Historia de aqu¨ª publicada en los a?os ochenta).
Debi¨® de resultarles divertido a todos los doctorandos analizar palabras como firloyo, esforciar, muslamen o firulillo; y buscar en sus adentros la ra¨ªz, la etimolog¨ªa, o m¨¢s bien la chispa del genio. Antonio Fraguas se apasiona con el idioma y la gram¨¢tica, y arropa su intuici¨®n ling¨¹¨ªstica con muchas lecturas, lo que se traslada a los siempre cuidados textos de sus vi?etas.
Cuando las termina, le gusta re¨ªrse con ellas. Su esposa, Pilar Garrido, siempre anda cerca de los rotuladores del artista y le suelta sus opiniones con sinceridad. Y le critica. ¡°Pero no me hace caso¡±, precisa Pilar . ¡°Y luego me dice que tienen m¨¢s ¨¦xito los dibujos que a m¨ª no me gustan¡±.
Pero a ella va dedicado el libro, por algo ser¨¢. Sus p¨¢ginas permiten apreciar la solidez del artista y de sus convicciones, y tambi¨¦n la resistencia ante la crueldad del tiempo que pasa. Qu¨¦ actuales algunos chistes.
Por ejemplo, en uno de los m¨¢s antiguos, publicado en el diario Arriba en los a?os setenta, un hombre le susurra a otro ante una taza de caf¨¦, y en referencia a un tercero que pasa por all¨ª cerca: ¡°F¨ªjate si ser¨¢ rico que est¨¢ de Rodr¨ªguez Garc¨ªa L¨®pez Gonz¨¢lez de Saavedra¡±.
Y en una vi?eta titulada Ingenieros, destinada a una revista universitaria, se lee: ¡°Y entonces te dan un t¨ªtulo y lo cuelgas de la pared y ya te puedes morir de hambre¡±.
Y en un dibujo de los a?os ochenta, publicado en Diario 16, se ve a un hombre contorsionado en un sill¨®n, cabeza abajo y con los pelos tiesos, que est¨¢ leyendo un papel. El texto escrito a mano sobre el dibujo dice: ¡°Catedr¨¢tico de l¨®gica intentando descifrar el recibo de la luz¡±.
¡®Firloyo¡¯, ¡®esforciar¡¯, ¡®muslamen¡¯ ¡®firulillo¡¯ y ¡®bocata¡¯ son algunos de los ¨¦xitos del diccionario Forgiano
El veterano grupo de humoristas que se reuni¨® en torno a La Codorniz se ha ampliado hoy d¨ªa, sin perder el viejo buen ambiente y el compa?erismo. Juan Carlos Ortega, uno de los nuevos exponentes del humor espa?ol (La mitad invisible, en La 2, y tambi¨¦n en la cadena Ser y en Radio Nacional), descubri¨® con ocho a?os de edad a Forges en un libro de la colecci¨®n de RTVE dedicada al humor gr¨¢fico espa?ol. Y lo admir¨® ya para siempre: ¡°Forges representa, en el humor, algo muy parecido a la bondad. Hoy d¨ªa se lleva una suerte de humor te?ido con eso que algunos, a modo de incomprensible elogio, llaman ¡®mala leche¡¯. Antonio demuestra, por el contrario, que es m¨¢s eficaz ser cr¨ªtico desde la luz. Forges es ¡®la buena leche¡±.
Y eso tambi¨¦n se ve desde lejos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.