Falso fervor

Imaginemos que cada vez que un cr¨ªtico literario pusiera a parir una novela tuviera que declararse previamente devoto del colectivo de escritores. ¡°Vaya por delante¡±, tendr¨ªa que decir el cr¨ªtico, ¡°mi respeto por la Asociaci¨®n Colegial de Escritores, por el Pen Club, y no solo mi respeto, sino mi admiraci¨®n sin l¨ªmites por esos hombres y mujeres que trabajan en unas condiciones penosas, con emolumentos que dan l¨¢stima, y cuyos libros no tienen la difusi¨®n que se merecen, menos en estos tiempos en los que la pirater¨ªa hace estragos. Sin su ingenio la sociedad ser¨ªa peor. ?Somos capaces de imaginar un mundo sin El Quijote, sin Fortunata y Jacinta, sin La Regenta?¡±.

Bueno, no se hace, no se estila, y adem¨¢s no lo comprender¨ªamos. El cr¨ªtico pone a la novela en cuesti¨®n de vuelta y media y a otra cosa, mariposa, que est¨¢ el hombre tambi¨¦n muy mal pagado y tiene que despachar rese?as a destajo para sacarse un sueldo. Viene esto a cuento de que cuando alguien, no importa qui¨¦n, hace una cr¨ªtica concreta a la actuaci¨®n de un guardia civil o de un grupo de guardias civiles, ha de soltar antes un discurso de adhesi¨®n incondicional al cuerpo que a la propia instituci¨®n deber¨ªa parecerle sospechoso de algo, aunque no sabr¨ªamos decir de qu¨¦.

Hay m¨¦dicos, por ejemplo, que meten la pata, que se equivocan, que acaban con el paciente. Y lo criticamos, claro, c¨®mo no lo vamos a criticar, tal es el deber de la prensa y de la sociedad. Ahora bien, ?es necesario lanzar una soflama de amor a la profesi¨®n m¨¦dica, que tantas vidas salva y que en condiciones tan dif¨ªciles trabaja, para denunciar que uno de sus miembros no ha actuado como deber¨ªa? Pues no, ser¨ªa agotador y absurdo. ?Por qu¨¦ entonces no molesta a las asociaciones de la Guardia Civil ese fervor falso con el que se refieren a sus miembros?