La gran factura
Triunfalismo del Gobierno, pesimismo de la ciudadan¨ªa. Otra fractura abierta en la sociedad
El ¨²ltimo bar¨®metro del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) confirma que el pesimismo est¨¢ instalado en la sociedad espa?ola, sin viso alguno de disiparse. El Gobierno, en relaci¨®n simbi¨®tica con la ¨¦lite empresarial, gasta dinero y energ¨ªas en montar espect¨¢culos propagand¨ªsticos para hacer creer al personal que Espa?a va bien, ampar¨¢ndose en la arcaica idea de que la gente acaba creyendo lo que repiten los que mandan.
Sin embargo, el CIS nos cuenta que un 86% de la ciudadan¨ªa piensa que la situaci¨®n actual es mala y m¨¢s del 70% que el a?o pr¨®ximo ser¨¢ igual o peor. Y el editorialista del Financial Times Martin Wolf, que no forma parte del coro de acompa?amiento del Gobierno, de paso por Madrid, da la raz¨®n a los ciudadanos: ¡°La mayor parte de la poblaci¨®n espa?ola no va a notar los efectos de la recuperaci¨®n en mucho tiempo¡± y dif¨ªcilmente las cifras del paro volver¨¢n a los niveles anteriores a la crisis ¡°antes de la d¨¦cada de los veinte¡±.
Triunfalismo del Gobierno y del dinero, pesimismo de la ciudadan¨ªa. Otra fractura abierta en la sociedad espa?ola, con graves consecuencias para la propia democracia: ¨¦lites y ciudadanos no hablan el mismo lenguaje. D¨ªa a d¨ªa, crece la sensaci¨®n de que viven en mundos distintos y, por tanto, que sus intereses no coinciden.
El Gobierno espa?ol pone en duda que las desigualdades crezcan, pese a los manifiestos resultados de sus pol¨ªticas de austeridad
Para los principales medios de comunicaci¨®n europeos el crecimiento de las desigualdades en las sociedades avanzadas es un problema central. Por sus efectos devastadores para las personas y para la convivencia y por su carga negativa en el funcionamiento del sistema: la desigualdad es cara, es ineficiente, frena el progreso, divide a la ciudadan¨ªa y genera desmoralizaci¨®n. Sin embargo, no est¨¢ en la agenda del Gobierno espa?ol que incluso pone en duda que las desigualdades crezcan, pese a los manifiestos resultados de sus pol¨ªticas de austeridad: hundimiento de los salarios y aumento de la precariedad.
?De qu¨¦ est¨¢n hablando los espa?oles si no de desigualdad cuando dicen que el paro es el principal problema del pa¨ªs seguido de la corrupci¨®n que sube a pasos de gigante en los gr¨¢ficos de las encuestas? La falta de trabajo y los juegos ventajistas de las ¨¦lites depredadoras como s¨ªmbolos de la fractura del pa¨ªs. La principal preocupaci¨®n de la pol¨ªtica deber¨ªa ser suturar esta herida.
El carrusel del presidente, los ministros y los empresarios cantando las maravillas de la pol¨ªtica del Gobierno no hace m¨¢s que ampliar la fractura. Los ciudadanos son personas, no n¨²meros. Y la buena pol¨ªtica es precisamente el arte de actuar sobre las personas. No basta con reformas decididas a menudo en despachos externos a la pol¨ªtica.
Hay que recuperar algunas instituciones morales, si se me permite la expresi¨®n, del hacer p¨²blico: la ejemplaridad, la autoridad (y no el autoritarismo vulgar que rige hoy), el respeto a las personas, la pluralidad, la libertad (m¨¢s oportunidades, menos prohibiciones) y el valor de la palabra.
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