El acusado absuelto
Christian Wulff tuvo 598 d¨ªas de gloria. Luego realiz¨® un brutal descenso a los infiernos Pas¨® de ser el presidente m¨¢s joven y moderno de Alemania, casado con una mujer hermosa, a ser acusado de cohecho y quedarse sin reputaci¨®n Dimiti¨®, perdi¨® a su esposa y casi el sueldo. Ahora recupera su honor tras su paso por el banquillo
¡°El acusado es absuelto¡±. Cuando Christian Wulff escuch¨® la semana pasada las cuatro palabras pronunciadas por el juez que le devolv¨ªan, tras dos a?os de tormento, el honor perdido, el expresidente de Alemania mir¨® a la sala donde estaba sentada su hija Analenna. Su rostro estaba resplandeciente. ¡°El derecho se ha impuesto. Ahora puedo volver a pensar en mi futuro¡±, declar¨® al abandonar la Corte, consciente de su triunfo.
Nunca antes, en la breve historia pol¨ªtica de la posguerra de Alemania, un pol¨ªtico hab¨ªa descendido a los infiernos de una forma tan brutal como Christian Wulff, un hombre que a los 52 a?os gozaba del raro privilegio de ser el presidente m¨¢s joven que haya tenido nunca el pa¨ªs y el esposo de una mujer hermosa que le hab¨ªa dado un nuevo glamour al palacio Bellevue y que le ayud¨® a proyectar la envidiable imagen de un pol¨ªtico conservador moderno.
Cuando Wulff se enter¨®, el 16 de febrero de 2012, de que la Fiscal¨ªa de Hannover hab¨ªa solicitado el levantamiento de su inmunidad para poder acusarlo de un delito de cohecho, supo que no ten¨ªa otra alternativa que presentar su renuncia al cargo. Al d¨ªa siguiente y despu¨¦s de ejercer como presidente de Alemania durante 598 d¨ªas, Wulff compareci¨® ante la prensa para se?alar que hab¨ªa dejado de contar con la confianza de la poblaci¨®n. ¡°Por esta raz¨®n ya no me es posible ejercer mis funciones y es por esto por lo que dimito. He cometido errores, pero siempre he sido sincero¡±, dijo.
Wulff, adem¨¢s de perder el cargo, perdi¨® su reputaci¨®n, tuvo que enterrar para siempre su carrera pol¨ªtica y finalmente termin¨® perdiendo a su esposa. Peor a¨²n, tuvo que luchar con dientes y muelas para conservar su ¡°sueldo de honor¡±, una jugosa pensi¨®n que reciben los expresidentes de por vida y que le garantiza una suma anual de 199.000 euros, m¨¢s gastos de oficina y coche con chofer.
¡°El derecho se ha impuesto. Ahora puedo volver a pensar en mi futuro¡±, dijo al conocer la sentencia
El infierno de Wulff se inici¨® a causa de un peque?o pecado cometido cuando a¨²n era ministro presidente del Estado de Baja Sajonia. En 2008, el empresario Egon Geerkens concedi¨® a su amigo Wulff un pr¨¦stamo de 500.000 euros que el pol¨ªtico democratacristiano utiliz¨® para comprar una casa en Hannover. El pr¨¦stamo deb¨ªa ser pagado en un plazo de cinco a?os y a un inter¨¦s anual del 4%. Todo legal, pero Wulff cometi¨® un error. Interpelado en el Parlamento regional, el primer ministro neg¨® tener v¨ªnculos comerciales con el empresario.
El pecado no tard¨® en ser descubierto por el peri¨®dico Bild, una primicia que alarm¨® a la clase pol¨ªtica germana. Poco despu¨¦s, el Bild filtr¨® a la prensa germana el contenido de una llamada amenazante de Wulff al director del peri¨®dico, Kai Diekmann, en la que le declaraba la ¡°guerra¡±. Fue su perdici¨®n porque la leyenda negra que a¨²n impera en Berl¨ªn se?ala que ning¨²n pol¨ªtico es capaz de resistir un ataque del Bild durante tres d¨ªas.
Wulff se disculp¨® pero, en un raro ataque de ingenuidad, inici¨® una campa?a para poner a salvo su reputaci¨®n y sus relaciones con amigos millonarios. El acorralado presidente, aconsejado por sus abogados, dio a conocer una lista detallada de vacaciones realizadas en las casas de sus amigos ricos. Fue peor el remedio que la enfermedad. Se supo que otro empresario de Hannover hab¨ªa financiado de su bolsillo la publicidad de un libro sobre Wulff que sali¨® a la venta en 2007, cuando el pol¨ªtico buscaba la reelecci¨®n al cargo de primer ministro en Baja Sajonia. Las ayudas financieras y las vacaciones en casas de potentados empresarios, aunque no est¨¢n prohibidas por las leyes que regulan el comportamiento de los pol¨ªticos, despertaron la sospecha de que Wulff, cuando era primer ministro, habr¨ªa hecho valer su influencia para que sus amigos aumentaran sus millones, costumbre que habr¨ªa seguido cultivando cuando ocup¨® el cargo de presidente de Alemania.
La principal prueba que utiliz¨® la Fiscal¨ªa para intentar enviar a la c¨¢rcel al expresidente fue una invitaci¨®n que recibi¨® de David Groenewold, un empresario cinematogr¨¢fico y amigo personal, para asistir a la famosa Fiesta de la Cerveza en M¨²nich en 2008. El monto del cohecho fueron 719,40 euros que el empresario gast¨® para cancelar el hotel. Los fiscales sostuvieron que Wulff, como contrapartida, hab¨ªa escrito una carta a la multinacional Siemens para echarle una mano a su amigo.
Cuando Christian Wulff compareci¨®, por primera vez ante el juez en la Corte de Hannover, en el mes de noviembre del a?o pasado, calific¨® de ¡°absurdos¡± los cargos que se le imputaban, asegur¨® que jam¨¢s, en sus 37 a?os de carrera pol¨ªtica, hab¨ªa aceptado favores y tuvo un gesto humano que reflej¨® la tragedia personal que le toc¨® vivir cuando abandon¨® el palacio de Bellevue. ¡°El da?o personal que sufrimos mi familia y yo me acompa?ar¨¢ posiblemente toda mi vida. Exijo que se haga justicia¡±, exclam¨®.
Wulff tuvo la posibilidad de evitar el bochornoso espect¨¢culo de convertirse en el primer presidente del pa¨ªs en pasar por el banquillo, si hubiera aceptado un arreglo extrajudicial que le ofreci¨® la Fiscal¨ªa previo pago de 20.000 euros. Pero se neg¨® porque entendi¨® que el proceso le daba la oportunidad de recuperar su honor.
El dictamen que absolvi¨® a Wulff tambi¨¦n fue una sentencia contra el trabajo de la Fiscal¨ªa, que nunca pudo presentar pruebas fehacientes que demostraran que el expresidente era corrupto. Aun as¨ª, la Fiscal¨ªa present¨® un recurso contra la sentencia y ahora el Tribunal Supremo decidir¨¢ si el juicio debe reiniciarse o no.
El expresidente desea escribir un libro sobre su tormento personal y ya abri¨® un despacho de abogado en Hamburgo para atender clientes provenientes del mundo musulm¨¢n. Wulff es considerado un h¨¦roe por los inmigrantes turcos a causa de una frase pronunciada en el marco de la celebraci¨®n del d¨ªa de la unidad alemana en 2010: ¡°El islam es parte de Alemania¡±, dijo Wulff, cat¨®lico practicante, provocando un esc¨¢ndalo en las filas de su partido, la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana. A mediados de marzo, viajar¨¢ a Turqu¨ªa para encontrarse con el presidente Abdullah G¨¹l, charlar con estudiantes y visitar Tarsus, donde ser¨¢ declarado ¡°ciudadano de honor¡±. Un final casi feliz para una persona que siempre crey¨® haber sido v¨ªctima de una conspiraci¨®n.
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