La discreci¨®n ejecutiva o el m¨¦todo
Martin Wolf advirti¨® a los pa¨ªses del sur que si un d¨ªa hab¨ªa una crisis en la eurozona, se resolver¨ªa de una manera asim¨¦trica
A finales de los a?os noventa, cuando Espa?a estaba a punto de entrar en el euro, Martin Wolf, jefe de Opini¨®n de Financial Times y uno de los analistas econ¨®micos de m¨¢s prestigio en Europa, escribi¨® un art¨ªculo ¡ªentonces ardorosamente combatido, salvo por Miguel Boyer, que comparti¨® su tesis¡ª advirtiendo a los pa¨ªses del sur, Espa?a incluida, que, tal y como nac¨ªa la moneda ¨²nica, si un d¨ªa se produc¨ªa una crisis en la eurozona, se resolver¨ªa de una manera asim¨¦trica, y que tendr¨ªamos pocas v¨¢lvulas de descompresi¨®n, salvo un desempleo masivo.
Wolf visit¨® esta semana Madrid para pronunciar una conferencia sobre qu¨¦ se puede esperar de la econom¨ªa mundial. El analista brit¨¢nico se mostr¨® prudentemente optimista, aunque no ocult¨® lo que pod¨ªa ir mal: riesgo de deflaci¨®n, mucho m¨¢s grande en Europa que en Estados Unidos o Jap¨®n; un frenazo en el crecimiento de China; accidentes geopol¨ªticos (Ucrania, conflicto China-Jap¨®n, Oriente Pr¨®ximo, "o cualquier otra cosa")...
De tanto trivializar la manera de tomar decisiones, nuestros gobernantes olvidan qu¨¦ es la democracia
Interrogado sobre la situaci¨®n de Espa?a, alab¨® los esfuerzos realizados y explic¨® claramente las expectativas: malas. Es muy poco probable que Espa?a pueda volver a crecer a un 3%, como antes de la crisis, pero aunque eso fuera milagrosamente posible, el empleo no podr¨ªa volver a esas tasas ¡°hasta los a?os veinte¡±. Es decir, nos espera una muy lenta y dolorosa recuperaci¨®n, y la crisis ha dejado heridas en una generaci¨®n entera que no se van a curar. En Espa?a, afirm¨®, la situaci¨®n ha sido, y es, peor que en otros pa¨ªses, no solo por el impacto de la crisis internacional en s¨ª, sino por decisiones que se tomaron 10 o 15 a?os antes y que incrementaron despu¨¦s sus efectos m¨¢s demoledores.
Si Wolf tiene raz¨®n, ?a qu¨¦ viene que nuestros gobernantes nos enga?en y nos dibujen un panorama pr¨®ximo que no existe y que har¨¢ que nos encontremos, una vez m¨¢s, de bruces con la realidad? ?No ser¨ªa m¨¢s razonable que tomaran a los ciudadanos por personas adultas, les informaran de lo que es razonable esperar, de acuerdo con las actuales circunstancias y pol¨ªticas, y les permitan tomar sus propias decisiones? El principal argumento en contra debe de ser, seguramente, el electoral, pero es posible que, incluso m¨¢s que esa ventaja partidista, piensen que solo es posible tomar las decisiones que creen que necesitan tomar si lo hacen sin debate, utilizando lo que otro economista ingl¨¦s llama, se dir¨ªa que con cierta iron¨ªa, ¡°discreci¨®n ejecutiva¡±.
La discreci¨®n ejecutiva, explica Jonathan White, profesor de la London School of Economics, tiene sus cosas a favor, no se crean. Cuando las reglas est¨¢n equivocadas o han sido mal dise?adas, o cuando se han contra¨ªdo compromisos que no se van a cumplir, esa toma de decisiones discreta puede dar objetivamente buenos resultados. Pero, aunque sea con la mejor buena fe, sugiere White, se plantea un problema: la democracia y su obligatorio correlato de permitir la oposici¨®n.
La democracia, coincide casi todo el mundo civilizado, no consiste en celebrar elecciones, aunque sin ellas no hay democracia posible. Adem¨¢s, resulta imprescindible controlar el poder del ejecutivo, obligarle a rendir cuentas con asiduidad, especialmente sobre el grado de efectividad de sus pol¨ªticas, seg¨²n los objetivos anunciados. Casi tan importante como que se permita el ejercicio de los derechos individuales (expresi¨®n, manifestaci¨®n, asociaci¨®n...) es que el proceso de toma de decisiones est¨¦ lo suficientemente pautado como para que sea posible organizar la oposici¨®n a ellas. Es decir, que la discreci¨®n ejecutiva, que funciona cada vez m¨¢s en el mundo democr¨¢tico, es muy poco democr¨¢tica.
?Qu¨¦ va mal con la democracia?, se preguntaba esta semana The Economist, en una especie de ensayo editorial de seis p¨¢ginas de apretada lectura. Muchas cosas. Se admiran modelos que son m¨¢s eficientes y menos susceptibles de estancamientos y bloqueos, por ejemplo. Sistemas de discreci¨®n ejecutiva. De tanto trivializar la manera en la que se toman las decisiones, es posible que quienes las protagonizan ya ni se den cuenta de ello. ?Se habr¨¢n vuelto nuestros gobernantes prochinos?
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