Las madres de locutorio
Por EDITH BLANCO VERDE
Uno de los grandes retos que tienen que afrontar algunas mujeres inmigrantes es el de ser ¡°madres a distancia¡± o, tambi¨¦n llamadas por algunos, ¡°madres de locutorio¡±. Todas ellas, un n¨²mero dif¨ªcilmente calculable, son personas que abandonaron sus pa¨ªses de origen con el objetivo de mejorar la calidad de vida de sus familias. Este cambio radical supone que pasen a?os hasta que pueden volver a ver a sus seres queridos, sustituyendo los besos y abrazos por largas, cuando es posible, conversaciones por tel¨¦fono o internet. Para miles de madres, los locutorios suponen la ventana al mundo que m¨¢s quieren y necesitan.
Esperanza Batista Matos naci¨® en la Rep¨²blica Dominicana y lleva en Espa?a 17 a?os. ¡°Sal¨ª de mi pa¨ªs decepcionada y frustrada por la situaci¨®n econ¨®mica y personal. Despu¨¦s de cuatro a?os de ejercer en mi propia cl¨ªnica [como odont¨®loga], de trabajar en la Universidad Auton¨®mica de Santo Domingo y de realizar alg¨²n tipo de negocio, me fui a Mosc¨², donde hice un m¨¢ster¡±, me cuenta esperanza cuando le hablo de que voy a escribir un post para EL PA?S sobre las madres de locutorio. ¡°No lo ten¨ªa pensado, pero despu¨¦s vine a Espa?a porque mi pa¨ªs tiene un convenio de homologaci¨®n de t¨ªtulos y pod¨ªa ejercer mi carrera; e incluso llegado el momento traerme a mis dos hijos¡±, idea esta ¨²ltima que es recurrente en la vida de estas mujeres, resignadas a vivir con la a?oranza como compa?era, pero alentadas por volver a estar cerca de sus familias, sea en el lugar que sea.
¡°Mi vida aqu¨ª me la imaginaba mejor econ¨®micamente, m¨¢s cortos los tr¨¢mites de residencia, de homologaci¨®n de t¨ªtulos, de reagrupaci¨®n familiar. Vine el a?o 92, en plena crisis con Felipe Gonz¨¢lez, y lo menos que me iba a imaginar es que despu¨¦s de 17 a?os me pillara otra crisis¡ Yo soy una mujer que tiendo a idealizar, me imaginaba el ¡®sue?o americano¡¯ en versi¨®n espa?ola¡ en todos estos a?os he trabajado en mi ¨¢rea profesional y me pude traer a mis hijos, todos tenemos la nacionalidad espa?ola y nos sentimos parte de este pa¨ªs¡±.
Cintia Meireles Da Silva se ve¨ªa hasta finales del pasado a?o en la necesidad de visitar con asiduidad el locutorio de su barrio; ahora, al tener internet en casa, es todo m¨¢s sencillo. Naci¨® en Brasil y lleg¨® a Espa?a hace 10 a?os. ¡°Mi vida en Brasil no era mala, pero como uno siempre quiere m¨¢s, me vine animada por una amiga. Yo sab¨ªa que no iba a ser f¨¢cil, porque deb¨ªa dejar a mis dos hijos, pero quer¨ªa intentar darles a ellos una vida mejor. Al llegar me tuve que adaptar a lo que hab¨ªa y luchar para conseguir mis objetivos. De trabajo aqu¨ª no me puedo quejar, siempre he tenido un empleo, he conocido personas muy buenas que siempre me han apoyado y ayudado. Mis hijos viven en Brasil con su padre, no se han querido venir a vivir conmigo a Espa?a¡±.
Al preguntarle sobre su experiencia como ¡®madre de locutorio¡±, Cintia, con una expresi¨®n triste, lamenta que ha sufrido mucho: "he padecido de ansiedad, de depresi¨®n¡ Cada vez que iba a comer cualquier cosa me acordaba de mis hijos; la paso fatal el d¨ªa de sus cumplea?os, en Navidad, en todas las fechas especiales. Mi hija Jessica tiene 22 a?os y cuando se licenci¨® en Historia no pude estar en su acto de graduaci¨®n, y mi hijo menor, Lucas, de 19 a?os, se licenciar¨¢ este a?o en Matem¨¢ticas. Tampoco podr¨¦ estar con ¨¦l¡±.
Esperanza Batista, dominicana, lleg¨® a Espa?a hace 17 a?os.
Cintia, al igual que Esperanza, se hacen fuertes sabiendo que sin su sacrificio sus hijas e hijos tendr¨ªan un porvenir much¨ªsimo peor: ¡°Siempre les he mandado dinero para todos sus gastos, les he costeado sus estudios, complazco sus caprichos, pero ellos siempre reclaman mi presencia, el no estar con ellos, en especial la cr¨ªa. A ellos econ¨®micamente no les falta de nada, pero lo m¨¢s importante, que es mi presencia, s¨ª. Son buenos cr¨ªos, buenos estudiantes, son mi orgullo, mi vida, mi todo y el precio que he pagado por darles educaci¨®n y comodidades ha sido muy alto¡±, reconoce.
"Jam¨¢s imagin¨¦ que mi proyecto tardar¨ªa tanto en cumplirse. Ha sido duro, es mucha lucha, mucha soledad. Sientes mucha culpa, muchas lagrimas, te pierdes largos a?os de su ni?ez, y ellos pierden el amor y el apoyo de su madre por esos a?os de ausencia. Hay momentos donde yo misma me preguntaba: ?Ha merecido la pena todo este sacrificio?¡±, remarca Esperanza, ya como ¡®ex madre de locutorio¡¯. La gran duda que corroe a estas mujeres se repite, mientras que su respuesta raramente se tiene con absoluto convencimiento.
Al escuchar a estas dos mujeres puedo entender el retorno de Diana Rold¨¢n Ceballos, de nacionalidad ecuatoriana. Ella se vino a Espa?a en el a?o 2011 con un contrato de trabajo ya que su madre y sus hermanas viven aqu¨ª desde hace muchos a?os. Dej¨® en su pa¨ªs a su hija y a su esposo con la idea de que viniesen cuando fuera posible, pero Diana no llego a cumplir dos a?os en este pa¨ªs, regres¨® a Ecuador y prefiri¨® estar con su familia. Actualmente est¨¢ trabajando al igual que su esposo y pueden disfrutar de estar todos juntos.
?Merece la pena ser 'madre de locutorio'? Cintia inmediatamente me respondi¨® de forma categ¨®rica: ¡°No, si tuviese la oportunidad de echar el tiempo atr¨¢s, no hubiese dejado a mis hijos. Hubiese preferido estar con ellos, aunque econ¨®micamente no estuvieran tan bien. El precio que hay que pagar es muy alto. Ahora solo estoy deseando que llegue agosto, cuando viajar¨¦ a Brasil a verlos¡±.
¡°Animar a otras personas es bastante complicado porque depende de la b¨²squeda interior de cada quien. A m¨ª me encanta que mis hijos tengan libertad de vivir en Santo Domingo, Espa?a o Alemania, que no tengan fronteras, ni dificultades de documentaci¨®n. Como est¨¢n cualificados pueden optar sin discriminaci¨®n, ni explotaci¨®n a un puesto de trabajo. Si bien ellos me reprocharon cuando eran ni?os y adolecentes mi ausencia, actualmente tenemos una buena relaci¨®n, ya que es un sentimiento muy fuerte, lo han entendido y creo que lo han valorado. Yo repetir¨ªa mi experiencia, pienso que si me hubiese quedado en mi pa¨ªs ser¨ªa una persona frustrada, porque no estaba nada contenta con muchas cosas que son muy aceptadas all¨ª¡±, comenta Esperanza, en cambio.
Despu¨¦s de escucharlas solo puedo decir que los sue?os son para hacerlos realidad y la vida es para vivirla, bien sean momentos buenos o no tan buenos. Lo que nos hace grandes y fuertes como seres humanos es saber que lo intentamos. ?Mis felicitaciones a estas mujeres que han ido por sus sue?os!
Edith Blanco Verde. Abogada venezolana y vicepresidenta de Murcia Acoge, ONG perteneciente a la federaci¨®n pro inmigrantes Red Acoge
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