Reconstruir la unidad
El 10? aniversario del 11-M es tiempo de superar las divisiones provocadas por bulos del pasado
Los diez a?os transcurridos desde la matanza del 11-M son un tiempo suficiente para acabar con las divisiones entre los espa?oles sobre el mayor atentado terrorista sufrido en Europa. Madrid, que fue la capital del dolor, debe ser ahora el escenario del restablecimiento de la unidad en torno al recuerdo de las 192 v¨ªctimas y los m¨¢s de 1.500 heridos provocados por la barbarie. No es normal que un crimen contra la humanidad haya provocado tantos enfrentamientos internos, en lugar de resaltar el respeto y la solidaridad con los familiares de las v¨ªctimas, manchado por el cuestionamiento de la investigaci¨®n policial y judicial de lo sucedido.
Espa?a ten¨ªa muy poca experiencia en terrorismo yihadista. Ni sus responsables pol¨ªticos ni sus fuerzas de seguridad estaban preparadas para un zarpazo semejante. La derecha extrema y su clientela medi¨¢tica pretendieron negar las evidencias y explicar el cambio de mayor¨ªa pol¨ªtica en 2004 a base de teor¨ªas conspirativas. Todo eso ha provocado un da?o considerable a la confianza que una sociedad necesita en sus instituciones. Lo positivo es que se ha aprendido a prevenir otras amenazas, mejorando los instrumentos del Estado de derecho frente al peligro yihadista, al tiempo que se ha logrado evitar la confusi¨®n entre el mundo musulm¨¢n y el islamismo violento.
Todav¨ªa hay te¨®ricos de la conspiraci¨®n que ven agujeros negros en todo lo indagado. Sin embargo, tanto jueces como fiscales, polic¨ªas y expertos en terrorismo internacional coinciden en que lo fundamental ha sido suficientemente acreditado y aclarado. Desde que en 2007 la Audiencia Nacional dictara su sentencia, se han producido media docena m¨¢s de resoluciones en tribunales de Europa y de Marruecos, que han continuado profundizando en los hechos y aprobando nuevas condenas a colaboradores del m¨²ltiple atentado.
Tambi¨¦n parecen cosa del pasado los bulos relacionados con la supuesta colaboraci¨®n de polic¨ªas y jueces en ocultar la verdad para culpar al terrorismo islamista, que en su d¨ªa llev¨® a algunos a impulsar actuaciones judiciales contra polic¨ªas sometidos a un particular calvario despu¨¦s de los atentados. Los jueces han archivado esas causas. Tras la insistencia de los que consideraban a ETA como parte de la conjura, el exdirector del peri¨®dico que m¨¢s colabor¨® en las teor¨ªas conspirativas acaba de reconocer que ¡°probablemente¡± ETA no estuvo implicada. Y uno de los mayores expertos en terrorismo ha documentado la amplia coalici¨®n de grupos yihadistas que intervinieron en el atentado, cuya decisi¨®n se tom¨® antes de que el Gobierno de Aznar incorporase a Espa?a a la invasi¨®n de Irak y, por descontado, antes de la convocatoria de elecciones generales para marzo de 2004.
Editoriales anteriores
Sin olvidar lo sucedido ¡ªprecisamente, falta en Espa?a memoria de nuestra historia¡ª es tiempo de valorar el modo en que la convivencia democr¨¢tica y el mantenimiento de las libertades se han impuesto sobre el irresponsable clima de sospechas creado por los bulos; un objetivo digno de mantenerse, que tambi¨¦n pasa por restablecer fronteras entre el periodismo responsable y el que act¨²a como reh¨¦n de personajes sin escr¨²pulos.
Lograr estos consensos ser¨ªa muy conveniente para considerar efectivamente abierto un tiempo en el que los dem¨®cratas no necesiten demostrarse mutuamente que lo son cada vez que un nuevo agente pat¨®geno pretenda contagiar el espacio p¨²blico, ni sacar ventajas partidistas de la divisi¨®n entre ciudadanos dignos e indignos, entre l¨²cidos y ciegos, sobre temas terroristas. El respeto a las v¨ªctimas y a sus familias debe ser la base de la voluntad colectiva de una sociedad decidida a mirar hacia delante.
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