El doble discurso para el divorcio

Hay dos debates paralelos en torno a la cuesti¨®n catalana. Pero ninguno de los dos nos conduce, desde mi punto de vista, a una soluci¨®n que no sea traum¨¢tica.

El primero de ellos, el m¨¢s notorio, est¨¢ construido para provocar la ebullici¨®n sentimental, la del agravio, el desamor, la incomprensi¨®n profunda que se arrastra desde hace siglos. Desde las posiciones nacionalistas catalanas, ese discurso se ha ido armando, con paciencia digna de mejor causa, en torno a t¨®picos y medias verdades que no eluden el terreno de la ofensa porque, a¨²n as¨ª, tienen rentabilidad interna. Es el discurso que se resume en el "Espa?a nos roba", que ha calado de una forma profunda y eficaz en Catalu?a. Artur Mas, que se ha erigido en un candidato a m¨¢rtir (como Maci¨¤, pese a que ahora no hay ninguna amenaza de violencia), nos sorprende cada d¨ªa con novedosas aseveraciones. Hace poco aseguraba que su gobierno no pod¨ªa luchar contra la pobreza por culpa del Estado. Otras veces, ¨¦l o alguno de sus ac¨®litos, excusan la falta de sem¨¢foros o las turbulentas cuentas del Bar?a con intervenciones de Madrid.

El discurso de ¡°Espa?a nos roba¡± ha calado de una forma profunda y eficaz en Catalu?a

La utilidad de semejante estrategia, que alcanz¨® su culminaci¨®n ¡°cient¨ªfica¡± en la conmemoraci¨®n de 1714, es para el consumo interno. Se trata de extender en el imaginario colectivo la idea abrasadora del victimismo. Bueno, cualquiera que vaya a Catalu?a puede ver c¨®mo les ha funcionado bien. Los catalanes, en gran parte, piensan que Espa?a les maltrata. La otra l¨ªnea del discurso est¨¢ construida por personas m¨¢s inteligentes, al menos en la expresi¨®n. Y me parece que el brillante profesor Andreu Mas Colell es quien mejor la encarna. En una reciente pol¨¦mica con ?ngel de la Fuente en torno a las balanzas fiscales, Mas Colell, despu¨¦s de explicar con claridad sus discrepancias y valorar con seriedad las propuestas de su contrincante, acababa quit¨¢ndole importancia a las diferencias, y centrando las cosas: de lo que se trata es de que se reconozca la diferencia y se ampl¨ªe el autogobierno.

Con dos ejemplos, el de la Ciencia y el de la Universidad, expone que est¨¢ demostrado que los catalanes hacen las cosas mejor. No parece que se pueda ofender Mas Colell si se contin¨²a con su razonamiento hasta el final: ya no hay propuesta de su parte que se engarce con la vieja teor¨ªa del ¡°imperialismo catal¨¢n¡± de Prat de la Riba y otros como Francesc Camb¨®: Espa?a, mientras consiga mantener a Catalu?a dentro de su jaula, puede aprovechar esa superioridad para que la nota media vaya hacia arriba.

Ahora, ya no se trata de que Espa?a aprenda o aproveche ese mejor saber hacer las cosas que parece estar en los genes, sino de que, una vez liberada Catalu?a de la uniformidad, las estad¨ªsticas mejoren. Espa?a no puede mejorar. Catalu?a, dentro de Espa?a, no puede mejorar. Catalu?a dar¨ªa un salto adelante si pudiera actuar sola. No costar¨ªa tanto hacer la prueba, dice Mas Colell. La prueba que ya no vale es la de siempre (digo yo que dice Mas en su discurso impl¨ªcito), la de incorporar a Espa?a esas capacidades. Los dos discursos llevan a lo mismo: no hay arreglo posible sin separaci¨®n. Afectiva y pol¨ªtica.