Un exempleado denuncia a los Netanyahu por ¡°explotaci¨®n y maltrato¡±
Manny Naftali exige 200.000 euros de indemnizaci¨®n al primer ministro de Israel y su mujer La raz¨®n, las humillaciones que recibi¨® de su parte en los 20 meses que trabaj¨® en su casa
Manny Naftali era el guardaespaldas de Sara, la esposa del primer ministro de Israel, Benjam¨ªn Netanyahu. Su buen hacer llev¨® a que, en poco tiempo, ascendiera a supervisor de la residencia oficial de la pareja, en el barrio de Rehavia, en el centro de Jerusal¨¦n. Pero las cosas no acabaron bien: en enero del a?o pasado, al concluir el mandato del primer ministro, Naftali abandon¨® la casa. Ya no hab¨ªa m¨¢s contratos. Ahora, el empleado ha presentado una denuncia ante el Tribunal Laboral de Jerusal¨¦n en la que acusa al primer ministro, a su esposa y al personal de su oficina de ¡°explotaci¨®n¡± y ¡°maltrato¡± que sufri¨® en su puesto de trabajo. La que peor parada sale de la acusaci¨®n es Sara, con sus ¡°incontrolables reprimendas¡±, que se acabaron convirtiendo en ¡°la peor parte¡± de su rutina.
Seg¨²n ha desvelado el Canal 2 de la televisi¨®n israel¨ª, el joven de 35 a?os sostiene que el trato de la pareja fue ¡°cruel y desagradable¡±, ¡°vergonzoso y despectivo¡±, que sus derechos laborales fueron ¡°pisoteados¡± y que hasta le deben horas extra por las maratonianas jornadas que, dice, hac¨ªa en la residencia. En el argumentario presentado por sus abogados destacan dos an¨¦cdotas sobre la primera dama que, a su juicio, son representativas de c¨®mo era su d¨ªa a d¨ªa. ¡°En uno de los casos ¨Cse explica-, la esposa del primer ministro despert¨® al se?or Naftali (que dorm¨ªa en la casa) a las tres de la ma?ana, mientras le gritaba por comprar leche en bolsa en vez de en cart¨®n, como ella hab¨ªa exigido. Cuando el demandante se quej¨® por la hora y el tono de su voz, el se?or Netanyahu se involucr¨® en la conversaci¨®n y le reclam¨® que hiciera cualquier cosa que mandase su mujer, y as¨ª ella se calmar¨ªa¡±. Seg¨²n han explicado los letrados de la acusaci¨®n al canal, ¡°no hace falta decir¡± que la demanda del primer ministro, ¡°de este tipo y a esa hora¡±, puede entenderse como una ¡°amenaza¡±.
El segundo episodio expuesto por Naftali tuvo lugar una ma?ana en la que Sara tir¨® al suelo un jarr¨®n lleno de flores porque cre¨ªa que no estaban suficientemente frescas. Empez¨® a gritarle que era un mal administrador y que estas cosas ¡°no pasan en el palacio del El¨ªseo¡±, la residencia parisina del presidente franc¨¦s.
Se a?ade una tercera an¨¦cdota, que se denuncia como una ofensa al origen mizrahi del empleado. El gerente de la casa, cuya familia procede de Marruecos, compr¨® un d¨ªa mucha comida. ¡°La se?ora Netanyahu ech¨® una bronca al demandante y le explic¨®: nosotros somos europeos, refinados, no comemos tanto como vosotros los marroqu¨ªes. Nos rellenas y luego cuando nos filman en el extranjero salimos gordos¡±, afirm¨® seg¨²n su testimonio. Los jud¨ªos, esencialmente, se dividen entre ashkenaz¨ªes (de origen europeo) y sefard¨ªes (una denominaci¨®n general que engloba a todos los descendientes de los expulsados de Espa?a y los orientales). Los primeros son predominantes en los puestos de poder. El comentario, por eso, ha encendido los debates en las tertulias y las redes sociales.
¡°La familia Netanyahu me trat¨® de una manera paternalista y condescendiente¡±, insiste el trabajador, que exige una indemnizaci¨®n de un mill¨®n de shekels (algo m¨¢s de 200.000 euros) por el supuesto da?o causado. Tambi¨¦n se lamenta de que la pareja le prometi¨® varias veces que lo har¨ªa fijo en el personal de la residencia y nunca cumpli¨® su palabra. Adem¨¢s de realizar su propia denuncia, a?ade el nombre de 29 trabajadores m¨¢s -de los que ha tenido constancia directa durante los 20 meses que estuvo contratado- que dejaron de servir a los Netanyahu y se fueron disgustados con su comportamiento. Los medios locales especulan con la posibilidad de que existan grabaciones jugosas de lo que ocurr¨ªa en la casa.
"La mujer m¨¢s poderosa"
El car¨¢cter fuerte de la segunda esposa del primer ministro es bien conocido en Israel, donde es ¡°la mujer m¨¢s poderosa¡±, como la denomin¨® la revista Forbes el a?o pasado por su capacidad para influir en la pol¨ªtica nacional. A la prensa han trascendido sus enemistades con algunos ministros y jefes del gabinete de su esposo.
La oficina del primer ministro ha restado importancia al asunto, que entiende no son m¨¢s que ¡°chismorreos malintencionados¡±, con los que Naftali busca ¡°mancillar¡± a los Netanyahu y sacar dinero de la jefatura de Gobierno. La queja de este empleado no es la primera que reciben. Por eso, Netanyahu, en una reciente entrevista, se lament¨® de la ¡°felicidad¡± que encontraba la prensa al hacerse eco de denuncias que no considera ciertas y que ¡°violan¡± la intimidad familiar.
Ya en 2010 Sara fue denunciada por otra empleada de hogar, esta vez de su casa de descanso en la playa, en Cesarea. La mujer se quejaba de que era ¡°maltratada¡± y recib¨ªa unos modos ¡°desp¨®ticos y humillantes¡±, cuando ni siquiera se le paga el salario m¨ªnimo. El proceso sigue enredado, ya que Sara contraatac¨® con una denuncia en contra de la trabajadora por difamaci¨®n y violaci¨®n de la confidencialidad del contrato. A principios de los a?os 90, la primera dama fue acusada de tirar un zapato contra la ni?era de sus hijos.
La pareja arrastra un a?o de pol¨¦micas que les han restado popularidad, como el gasto de 100.000 euros para instalar una cama en su avi¨®n particular o las facturas excesivas para comprar helado (vainilla y pistacho), superiores a los 2.000 euros, unos 14 kilos al mes.
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