Lo que m¨¢s nos importa
En el libro de Molina Foix y Luis Cremades, 'El invitado amargo', cada uno narra un cap¨ªtulo del romance que vivieron en los 80
Me une al escritor Vicente Molina Foix una amistad de pocos pero jugosos encuentros. Para m¨ª, que casi no frecuento los ambientes literarios, es alguien apreciado con quien mantengo una afectuosa distancia. A estas alturas tiendo a pensar que de esta forma las relaciones aguantan m¨¢s el desgaste del tiempo. No es infrecuente que las amistades se trunquen por una intensidad peligrosa. Y aunque pueda parecer triste renunciar a esa idea juvenil de que la amistad se mide por el tiempo dedicado a ella y el n¨²mero de secretos intercambiados, la experiencia me dice que es prudente respetar a quien se quiere m¨¢s que abrumarlo.
En el verano de hace dos a?os, Vicente me invit¨® al estreno en M¨¦rida de la adaptaci¨®n que hab¨ªa hecho de la Electra de Eur¨ªpides. Montamos una excursi¨®n en la que no faltaba el doctor Anido, un hombre que mejora los rostros de muchas mujeres bellas que usted conoce, aunque ellas siempre achaquen su envidiable juventud a las cremas y a la gen¨¦tica. En el viaje de vuelta, Molina Foix estaba exultante: Ana Bel¨¦n hab¨ªa hecho un trabajo estupendo y el p¨²blico hab¨ªa celebrado la obra. El paisaje mesetario daba como para dormitar hasta Madrid, pero mi vicio de preguntar se ali¨® con el vicio de contar de Vicente Molina y fuimos todo el viaje mecidos por la voz del escritor, uno de esos seres que despliega generosamente un mapa de recuerdos y situaciones ins¨®litas protagonizadas por personas valiosas que conoces o te hubiera gustado conocer.
Este es un pa¨ªs de secretos bajo llave y chismes de barra. No se escribe con franqueza del amor
Algunos de los recuerdos que aliviaron la aspereza del paisaje han vuelto a m¨ª de pronto en un libro, El invitado amargo, escrito entre Molina Foix y su amigo y examante el poeta Luis Cremades. La naturaleza de estas raras memorias es sorprendente porque cada uno escribe un cap¨ªtulo del romance que vivieron en los ochenta, dejando libertad al otro en la tarea de recordar. El lector asiste a la narraci¨®n detallada de una historia de amor entre un escritor de 35 a?os, Vicente, y su joven amigo y disc¨ªpulo, Luis. Hay flirteos, amor, hay desconcierto, hay una Espa?a de fondo en la que un a?o la Guardia Civil asalta a tiros el Congreso y al a?o siguiente los socialistas irrumpen en el poder por la fuerza de los votos.
Reconozco aquella Espa?a en los ojos del joven, pero tambi¨¦n puedo imaginarla en la mirada de Vicente, porque tuve colegas de su edad que me produjeron la misma fascinaci¨®n, de los que aprend¨ª unas veces y otras hui por considerar que no estaba a su altura o que su madurez me vampirizaba.
En un pa¨ªs tan dado al chisme y tan poco proclive a la confesi¨®n literaria este libro de enredos amorosos, salpicados con la ir¨®nica erudici¨®n de Molina Foix, pero sin duda historia de amor¨ªos, es un bocado refrescante y novedoso. No se trata solo de contar c¨®mo ¨¦l, el escritor conocido, vivi¨® un amor y su desgaste sino de conocer c¨®mo lo vivi¨® el otro, el poeta que promet¨ªa y que luego guard¨® silencio.
Curioso, cuando llegu¨¦ a casa despu¨¦s de la excursi¨®n emeritense, pens¨¦, Dios m¨ªo, qu¨¦ hombre, ha conocido a todo el mundo, se acuerda de cada detalle y lo sabe contar. Y faltos de memoria y memorias como estamos, a punto estuve de ponerle un correo esa misma noche para decirle que ten¨ªa que empezar ya. Creo que no lo hice. Ahora pienso que tal vez entonces ya hab¨ªa planeado este libro y que esa fue la raz¨®n por la que me result¨® tan sencillo sonsacarle recuerdos.
A aquella excursi¨®n veraniega se le sum¨® otra excursi¨®n, esta a un pasado m¨¢s lejano. Tambi¨¦n ocurri¨® por esas fechas: un atardecer de julio tuve entre mis manos el diario in¨¦dito de Juan Ram¨ªrez de Lucas, cr¨ªtico de arte durante a?os en el Abc y por lo que cuentan sus p¨¢ginas manuscritas ¨²ltimo amante de Lorca. Se trata de una confesi¨®n tremenda del hombre que mantuvo en secreto su relaci¨®n con el poeta durante toda su vida, pero que dej¨® constancia por escrito de que quer¨ªa que se conociera aquella pasi¨®n tras su muerte. Fue su sobrino quien rescat¨® el cuaderno y quien lo puso en nuestras manos para que calibr¨¢ramos su valor. Se nos hizo de noche ley¨¦ndolo en voz alta. Parec¨ªa que Ram¨ªrez de Lucas nos hubiera encomendado la misi¨®n de hacer p¨²blico su amor secreto despu¨¦s de tantos a?os. Pero, ay, no ha habido manera de que la familia asimile la voluntad y la naturaleza de aquel a quien, supuestamente, amaban tanto. Y ah¨ª est¨¢n esas p¨¢ginas, bajo llave, a salvo por estar consideradas ya de inter¨¦s p¨²blico, pero sin visos de ver la luz en un futuro pr¨®ximo.
Este es un pa¨ªs de secretos bajo llave y chismes de barra. No hay manera de que se escriba en primera persona y con franqueza de aquello que con m¨¢s fuerza trastorna al ser humano, el amor. Lo reconoc¨ªa Fern¨¢n G¨®mez en El tiempo amarillo, memorias inolvidables en las que confiesa su incapacidad para hablar de las mujeres que le cambiaron la vida, y as¨ª lo certifica el documental que Alegre y Trueba rodaron con ¨¦l, La silla de Fernando. Se habla de las bo?tes y de putas, pero de no esas mujeres que se llamaban Mar¨ªa Dolores Pradera, Anal¨ªa Gad¨¦ y Emma Cohen. Es un enigma. Y esa es una de las razones por las que el libro de Molina Foix y Cremades posee tan singular valor. No se trata de chismes. Son dos antiguos amantes que escriben a cuatro manos de lo que m¨¢s nos importa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.