Hasta siempre, Adolfo
No he vivido transiciones ni golpes de Estado. Apellidos como Su¨¢rez o Carrillo deber¨ªan recordarme cap¨ªtulos de Cu¨¦ntame c¨®mo pas¨®. Pero ese vocabulario, esos nombres, hacen que sienta nostalgia de algo que no viv¨ª. La gente esperando durante horas para despedirse de alguien al que no conocieron, pero por el que se sienten agradecidos. Da envidia, pero tambi¨¦n esperanza. Hubo un tiempo en el que este pa¨ªs ten¨ªa rumbo, hab¨ªa consenso y di¨¢logo y los acuerdos un¨ªan. Lo que pone de manifiesto estos d¨ªas la figura de Adolfo Su¨¢rez son las ganas que tiene Espa?a de reconciliarse consigo misma, de que los buenos sean los vencedores y que los malos de la pel¨ªcula (y de la pol¨ªtica) pierdan. Existe la idea de que cuando se deja la pol¨ªtica a los pol¨ªticos, el pa¨ªs se desmorona. No estoy de acuerdo con eso. Se desmorona cuando frases como esa dan la impresi¨®n de ser ciertas. Quiz¨¢ sean esas ganas y ese esp¨ªritu los que hacen que un chico de 24 a?os piense en mandar una carta al director de un peri¨®dico, pero es que hay cosas que a¨²n hoy es imposible decir en 140 caracteres.¡ª Jes¨²s Guti¨¦rrez Abril.La Veguilla, Cantabria.
En estos d¨ªas tristes, contando solo 19 a?os, me gustar¨ªa dedicar unas palabras a Adolfo Su¨¢rez. Tuvieron que pasar 13 a?os desde que dimiti¨® de su cargo hasta que vine al mundo. No pude asistir a la obra de Su¨¢rez, al desmantelamiento del franquismo y la construcci¨®n de la Espa?a democr¨¢tica que nos deja y, sin embargo, mi tristeza y dolor son hoy grandes.
Adolfo Su¨¢rez tuvo siempre claro que la democracia ser¨ªa de todos o no ser¨ªa. Con esa convicci¨®n se empe?¨® en la que es la obra de su vida, la reconciliaci¨®n de todo el pueblo espa?ol en torno a la democracia. En tan solo 20 meses, desde el consenso, la honestidad, el di¨¢logo y un profundo sentido de Estado, reconstruy¨® los pilares de aquella maltrecha Espa?a.
En ese tiempo, se dedic¨® a hacer realidad su hoja de ruta, aquella que siendo a¨²n gobernador civil de Segovia entreg¨® al entonces pr¨ªncipe Juan Carlos en un trozo de papel. Aquel simple papel conten¨ªa seis puntos que resultaron ser los pilares sobre los que se erigi¨® la Espa?a de la Transici¨®n, la Espa?a democr¨¢tica. Su receta contemplaba, actuando desde la legalidad vigente, devolver la soberan¨ªa al pueblo, garantizar unos derechos fundamentales a todos los espa?oles, la amnist¨ªa de los presos pol¨ªticos, la legalizaci¨®n de todos los partidos pol¨ªticos y la convocatoria de elecciones libres. Ante esto, quien escribe no puede evitar sentir orgullo y tambi¨¦n nostalgia de aquellos pol¨ªticos, con Adolfo Su¨¢rez a la cabeza, que generosamente se entregaron a un proyecto com¨²n, la Espa?a de hoy, con sus virtudes y sus defectos, pero una Espa?a democr¨¢tica, libre y en paz.
Hoy, cuando Espa?a adolece precisamente de las virtudes que hicieron grande a Adolfo Su¨¢rez, resulta m¨¢s necesario que nunca no solo honrar su memoria, sino recordar su legado. Volvamos hoy a ser ejemplo, porque este ser¨¢ nuestro mejor homenaje a su figura. De coraz¨®n, gracias presidente.¡ª Tom¨¢s Pascua. Deusto.
Quien conoci¨® a Adolfo Su¨¢rez nos habla de una persona que irradiaba humildad, valent¨ªa (permanecen en nuestras retinas las im¨¢genes del 23-F), optimismo, trabajo, pausa, conciliaci¨®n... Siempre hubo y habr¨¢ desprecio o desd¨¦n por parte de algunos (es imposible contentar a todos y acertar en todo), pero sin ¨¦l no habr¨ªa sido posible la Transici¨®n a la democracia de una hist¨®ricamente convulsionada sociedad espa?ola y a¨²n m¨¢s en el final del franquismo.
Su¨¢rez fue un n¨¢ufrago entre dos oc¨¦anos tempestuosos (la derecha y la izquierda, el puritanismo eclesi¨¢stico y la necesidad de aggiornamento, sin cari?o de empresarios ni de obreros). Recibi¨® torpedos desde todas las partes: terrorismo, militares, Iglesia, sindicatos, opini¨®n p¨²blica, alguno de sus propios compa?eros de viaje... Cuando ya la oscuridad llamaba a su puerta habr¨ªa podido sentirse una persona fracasada pol¨ªticamente, marcada por las tragedias familiares, resentida, agobiada... Nada m¨¢s lejos de la realidad: seg¨²n sus familiares y amigos regalaba felicidad.
Est¨¢ bien que nuestros pol¨ªticos actuales loen su figura, pero a¨²n estar¨ªa mucho mejor que intentasen (por lo menos eso) imitarlo. Hasta siempre, Adolfo.¡ª Manolo Romasanta Touza. Ordes, A Coru?a
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