Funeral y peluquer¨ªa
La Infanta arrebat¨® el protagonismo en el entierro de Su¨¢rez. Desde que sus padres la han reincorporado a la foto oficial, Elena de Borb¨®n est¨¢ m¨¢s... estimulada
Sin que nadie lo imaginara, sin que nadie lo calculara, as¨ª, repentinamente, en un funeral de Estado, en un panorama de expresidentes de Gobierno con gesto adusto e incomodidad manifiesta, surgi¨® una figura liberadora. Una dama orgullosa de su melena al viento. Amazona, libre, a pesar de estar flanqueada por sus padres, una mujer que cabalga de nuevo: Elena de Borb¨®n.
Si en un funeral se puede sisar protagonismo, Elena lo arrebat¨® en el del expresidente Adolfo Su¨¢rez. Desde que sus padres han decidido reincorporarla a la foto oficial, Elena est¨¢ m¨¢s¡ estimulada. Es ella la que hered¨® el andar y el perfil borb¨®nicos aparte de ese humor que tanto le han sonre¨ªdo a su padre. Durante la ceremonia, sin haberlo ensayado, se gener¨® un duelo de peluquer¨ªa cuando Elena enfrent¨® su bohemio despeinado a la rigidez untada de queratina del cabello de la princesa Letizia. Una vez m¨¢s qued¨® demostrado que los nacidos reales tienen esa prioridad de peinar las reglas como les da la gana, mientras que los que se incorporan a la realeza por matrimonio no pueden evitar enredarse en convencionalismos y protocolos respetados tan a rajatabla que terminan por devorarles. Elena fue sin peinar, ?s¨ª! Pero en su despeinado hab¨ªa emoci¨®n, gesto, autonom¨ªa, incluso amor, para marcar la diferencia en un funeral de Estado. Su pelo estofado chocaba con el rocoso cardado de su madre y desafiaba la lisura hipercontrolada de la melena de Letizia que, en un momento dado, pareci¨® como si parte de la coronilla se frisara nerviosamente. ¡°Eso es porque llegaba del Pa¨ªs Vasco¡±, sintetiz¨® una observadora real.
La muchachada se pregunta si esta reincorporaci¨®n a la actividad institucional de la infanta Elena no sea una maniobra paterna para poner celosa a la otra infanta. Mientras Elena salga y cabalgue de nuevo, es inevitable recordar a Cristina y preguntarse lo que piensa. La verdad es que nunca lo sabremos, teniendo en cuenta que Cristina es una persona con poca memoria y reducido vocabulario y al final, antes que celos, se alegrar¨¢ en Ginebra de no tener que aguantar tipo en funerales, misas y pascuas militares.
Mientras la clase pol¨ªtica se miraba el ombligo y transformaba un funeral de Estado en un melanc¨®lico intento de reafirmaci¨®n, Gwyneth Paltrow ha convertido la noticia de su divorcio ¡°org¨¢nico¡± en el men¨² del momento. Ni los supuestos golpes de Estado contra Nicol¨¢s Maduro en Venezuela, ni Obama delante de una obra maestra de Rembrandt pidiendo que no se vuelva a repetir lo de Crimea han conseguido desviar la atenci¨®n al divorcio de esos arist¨®cratas del entretenimiento que son Paltrow y el bello Chris Martin. En el reciente n¨²mero dedicado a Hollywood de Vanity Fair, Graydon Carter, su editor, anunciaba que el tan cacareado art¨ªculo sobre la actriz (donde al parecer se vislumbrar¨ªa la separaci¨®n) no iba a publicarse, tras una conversaci¨®n in extremis con ella. En ese art¨ªculo, del que todo el mundo habla sin haberlo le¨ªdo, habr¨ªa posibles referencias a las supuestas infidelidades de la mam¨¢ de Apple: al parecer no ha podido mantener ese equilibrio entre el yin y el yang que proporciona su r¨¦gimen. Hombre, es comprensible. Es bella y odiada a partes iguales, pero queda claro que esa dieta macrobi¨®tica desintoxica de tal manera que te deja sin defensas ante cualquier bomb¨®n a la vez que te abre el apetito y dispara la libido. Que si de repente eres la m¨¢s yoguista del mundo, lo eres. Y que si de repente te da por la infidelidad reincidente, adelante. Siempre se dijo que tanta desintoxicaci¨®n no pod¨ªa ser buena y que acarreaba estos efectos secundarios, de los que nunca te advierten. De cualquier manera, una parte de nuestro coraz¨®n y de nuestro est¨®mago est¨¢ con Gwyneth porque te devuelve cierta fe en la vida el que una mujer y un hombre que lo tienen todo de pronto no pueden evitar tanto la aparici¨®n de terceros como que un vendaval sentimental los disperse. Aunque algunos est¨¦n celebrando el mal momento de la actriz, porque no en balde es una de las personas m¨¢s ¡°odiadas¡± de su industria, esta separaci¨®n le puede venir bien para mostrarse humana, pel¨ªn desequilibrada, mareada de tanta desintoxicaci¨®n. Y qu¨¦ duda cabe que es un riesgo importante quedarse libre, con hijos, con la melena al viento, sin anillo en el dedo, con 41 a?os y un Oscar en el sal¨®n. Y aunque de primeras no lo reconozca, el mundo siempre premia a una mujer que toma riesgos.
Arriesg¨¢ndose a su manera, Patricia Conde, una de las m¨¢s simp¨¢ticas presentadoras de televisi¨®n, aprovecha una entrevista en SModa para soltarle una pulla a su exmarido, Carlos Segu¨ª: ¡°A los 30, o tienes novio o criterio¡±. La verdad, lo primero es celebrar que se tengan 30 a?os, una d¨¦cada que se ha convertido en una encrucijada en la cultura de la celebridad. Como si fuera el inicio de la debacle por la temida p¨¦rdida de la juventud. A los 30 se est¨¢ much¨ªsimo mejor que a los 20, o sea, que ya se deber¨ªa poseer las dos cosas, querida Patricia, novio y criterio. Porque, en efecto, a partir de ese momento vienen tiempos dif¨ªciles que terminan oblig¨¢ndote a escoger siempre entre control o descuido. Vamos, ?si quieres pelo de queratina o melena despeinada!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.