La transici¨®n de la joven duquesa de Su¨¢rez
A sus 24 a?os, Alejandra Romero es la heredera del t¨ªtulo nobiliario del fallecido expresidente Orgullosa del papel que le toca asumir, esta introvertida abogada lo acepta con discreci¨®n Sin planes de militar en ning¨²n partido pol¨ªtico, prefiere las causas sociales y los proyectos vinculados con el trabajo de su abuelo
Hace a?os que la familia Su¨¢rez decidi¨® vivir lejos de la atenci¨®n medi¨¢tica. Solo Adolfo, el primog¨¦nito, mantuvo un cierto protagonismo. Pero esa buscada discreci¨®n se rompi¨® en pedazos esta semana. La muerte del patriarca les devolvi¨® a la luz p¨²blica. Vestidos de riguroso luto y con el rostro marcado por la tristeza, los Su¨¢rez acompa?aron el f¨¦retro del expresidente por la carrera de San Jer¨®nimo camino del Congreso. Adolfo y sus hermanos Sonsoles, Laura y Javier se dejaban ver, y con ellos, sus hijos. En el grupo iba una joven de melena larga y oscura con un ligero parecido a su madre, Mariam, la hija mayor del expresidente, fallecida en 2004 con solo 41 a?os. Ella es Alejandra Romero, la nueva duquesa de Su¨¢rez.
El Rey concedi¨® a Adolfo Su¨¢rez el t¨ªtulo de duque en febrero de 1981 para premiar su ¡°abnegaci¨®n, tacto y prudencia al servicio de la reconciliaci¨®n de todos los espa?oles como presidente del Gobierno¡±. El honor se hace extensivo a sus herederos leg¨ªtimos. La Ley de Igualdad para la Sucesi¨®n de T¨ªtulos Nobiliarios de 2006 derog¨® la prevalencia del var¨®n sobre la mujer, de tal manera que la hija mayor del expresidente se convert¨ªa as¨ª en la destinataria del t¨ªtulo. Pero al haber fallecido, el privilegio pas¨® a Alejandra, su primog¨¦nita. Cuenta la familia que la joven est¨¢ orgullosa del papel que le ha tocado, pero que vive esta nueva situaci¨®n con naturalidad, discreci¨®n y alejada de la pol¨¦mica suscitada a ra¨ªz de que su t¨ªo Adolfo no pueda disfrutar de esa condici¨®n. En 2009, estando al frente de la Casa del Rey Alberto Aza, muy ligado a la familia Su¨¢rez, Adolfo hijo sonde¨® con el palacio de la Zarzuela la posibilidad de que fuera ¨¦l quien heredara el t¨ªtulo. Pero no hall¨® la respuesta que esperaba. Se le hizo saber que la ley era clara al respecto. Ahora Su¨¢rez Illana minimiza su inter¨¦s y huye de la pol¨¦mica, aunque es un secreto a voces que sus relaciones con Fernando Romero, el viudo de Mariam y padre de Alejandra, son muy tensas, casi inexistente desde que este rehizo su vida. Adolfo prefiere no hablar m¨¢s del asunto, seg¨²n su portavoz.
Alejandra ha crecido protegida por su padre y muy unida a su hermano Fernando. Los dos perdieron a su madre siendo todav¨ªa ni?os, pero siempre han mantenido un contacto muy cercano con su abuelo. En la familia aseguran que ella siempre fue la favorita de Adolfo Su¨¢rez, que su relaci¨®n siempre fue muy especial quiz¨¢ por ser la hija de su querida Mariam. Ahora Alejandra est¨¢ decidida a trabajar para mantener viva su memoria.
Tiene 24 a?os, tres m¨¢s que su hermano; se gradu¨® hace menos de dos a?os como abogada, habla franc¨¦s e ingl¨¦s con fluidez y trabaja en el despacho del madrile?o paseo de la Castellana de Herbert Smith. Se present¨® a una selecci¨®n de empleados sin desvelar a nadie su identidad, protegida por su primer apellido. Cuando alguno de sus t¨ªos le ofreci¨® ayuda, la rechaz¨®. Lo mismo que cuando amigos de su abuelo, como P¨¦rez Llorca, le tendieron una mano. Aurelio Delgado, cu?ado del expresidente y una de las personas de su m¨¢xima confianza, define a la joven como ¡°reflexiva, observadora, seria, introvertida pero no t¨ªmida y muy trabajadora¡±. ¡°Yo, en broma, a veces le digo que no parece de este mundo¡±, asegura. Todos coinciden en que la enfermedad de su madre marc¨® para siempre su car¨¢cter. Alejandra no milita en ning¨²n partido pol¨ªtico y no tiene planes de hacerlo, pero se muestra muy interesada en las causas sociales. Ha participado en algunos actos en los que su abuelo era protagonista, como en la presentaci¨®n del libro Adolfo Su¨¢rez, la memoria del silencio. Su autor, Jos¨¦ Ram¨®n Saiz, lo recuerda: ¡°Al final del acto me agradeci¨® la valoraci¨®n que hab¨ªa realizado de la obra pol¨ªtica de su abuelo. Vi en ella un extraordinario inter¨¦s por empaparse de todo. Comentamos aspectos como la reconciliaci¨®n, su coraje y valent¨ªa¡±.
Adolfo Su¨¢rez hijo sonde¨® con la Zarzuela ser el heredero del t¨ªtulo. No hall¨® la respuesta que esperaba
Hace cuatro meses, la Asociaci¨®n para la Defensa de la Transici¨®n, presidida por el teniente general Andr¨¦s Cassinello, y a cuyo comit¨¦ pertenecen desde la abogada Cristina Alberdi hasta el soci¨®logo Juan D¨ªaz Nicol¨¢s, el periodista Jos¨¦ Juli¨¢n Barriga, el catedr¨¢tico Teodulfo Lagunero, el sindicalista Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, la abogada Paca Sauquillo o el exministro de UCD Enrique S¨¢nchez de Le¨®n, logr¨® que la futura duquesa aceptara formar parte de ella. Alejandra entr¨® como patrona y miembro del comit¨¦ ejecutivo. Hace menos de un mes fue recibida, con el resto de los integrantes de la asociaci¨®n, por el Pr¨ªncipe de Asturias en La Zarzuela. Uno de los presentes recuerda el cari?o con que don Felipe se dirigi¨® a ella. ¡°Se notaba que hab¨ªa entre ellos una relaci¨®n estrecha y cordial, casi familiar¡±. En la asociaci¨®n, Alejandra tiene reservado un papel m¨¢s protagonista si ella lo desea. Cada primer mi¨¦rcoles de mes organizan un almuerzo acompa?ado de una charla coloquio en la que participan importantes personalidades de la vida pol¨ªtica. Por all¨ª han pasado Felipe Gonz¨¢lez, Alfonso Guerra, Carlos Solchaga, Alejo Vidal Cuadras o Arias Salgado. A su t¨ªo Aurelio Delgado, que tambi¨¦n est¨¢ en la directiva, le gustar¨ªa que pronto se animara a presentar alguna de las charlas en las que se abordan tambi¨¦n temas de actualidad como las aspiraciones independentistas de Artur Mas.
Alejandra y su hermano Fernando, de momento, solo se han animado a hablar en p¨²blico en Cebreros. El alcalde del pueblo en que naci¨® el expresidente les llam¨® para que pronunciaran el preg¨®n de las fiestas. Y nada mejor para la ocasi¨®n que echar mano de la famosa frase de su abuelo: ¡°Puedo prometer y prometo¡±. Ellos prometieron ese d¨ªa unas felices fiestas.
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