Hay que aprovechar las elecciones europeas
No me resigno a perder la Europa solidaria so?ada por mi generaci¨®n
La actual Uni¨®n Europea es el resultado del proceso de cicatrizaci¨®n de las tremendas heridas de la II Guerra Mundial y del recuerdo de las anteriores. El deseo de romper con el pasado se plasma en las declaraciones recogidas en el pre¨¢mbulo del Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero, firmado en Par¨ªs el 18 abril de 1951. Advierte de los peligros que amenazan la paz mundial y recuerda que estuvieron a punto de romper la civilizaci¨®n y las relaciones pac¨ªficas. Sus redactores son conscientes de que Europa solo se construir¨¢ mediante la solidaridad y unas bases comunes de desarrollo econ¨®mico, elevaci¨®n del nivel de vida y el progreso de las acciones en favor de la paz. Como dijo Robert Schuman, uno de sus padres fundadores, ¡°Europa no se har¨¢ de una vez ni en una obra de conjunto: se har¨¢ gracias a realizaciones concretas, que creen, en primer lugar, una solidaridad de hecho¡±.
Espa?a, que hab¨ªa comenzado a poner las bases de su vocaci¨®n europea con la Constituci¨®n republicana de 1931, vio interrumpida su andadura hacia Europa por el brutal golpe de Estado militar amparado por las oligarqu¨ªas tradicionales y las potencias totalitarias de Alemania e Italia. Recuperada la soberan¨ªa popular, la Constituci¨®n de 1978 sienta las bases para aproximarnos a una Europa que nos llevaba muchos a?os de ventaja en el ejercicio de la democracia y en el desarrollo econ¨®mico.
Este magma pol¨ªtico europeo que a algunos no satisface por sus estrategias econ¨®micas y sus d¨¦ficits democr¨¢ticos, pienso que ya es irreversible. Est¨¢ dotado de instituciones que dif¨ªcilmente pasar¨ªan una prueba de solidez democr¨¢tica. Estas anomal¨ªas se han agravado por la intromisi¨®n del Fondo Monetario Internacional con un protagonismo indeseable.
Sin embargo hay que reconocer que se han dado pasos hacia una mayor participaci¨®n de los ciudadanos europeos en la democratizaci¨®n de sus instituciones. Ser¨ªa absurdo negar la potencialidad del Tribunal de Justicia de la UE (hipotecas, defensa de los consumidores, energ¨ªas renovables, pol¨ªtica medioambiental) para proteger alguno de nuestros derechos y obligar a los ¨®rganos pol¨ªticos nacionales a modificar pol¨ªticas y a rectificar leyes.
Es necesaria una renovada clase pol¨ªtica que equilibre la prepotencia de los mandarines financieros
El Parlamento Europeo elige al presidente de la Comisi¨®n y al Defensor del Pueblo, interpela a los comisarios oblig¨¢ndoles a responder a las cuestiones que se le planteen, incluso someti¨¦ndoles a una especie de moci¨®n de censura o reprobaci¨®n. Los ciudadanos espa?oles vamos a votar el 25 de mayo para elegir a nuestros parlamentarios. A los reticentes habr¨¢ que recordarles que la circunscripci¨®n ¨²nica rompe con los vicios tradicionales de los sistemas electorales. El valor de nuestro voto, de manera excepcional, es igualitario y universal. Podemos seguir cultivando la indiferencia y el desapego hacia la representaci¨®n parlamentaria de los pueblos de Europa, pero creo que cometer¨ªamos un error si nos dejamos llevar por las experiencias del pasado y no aprovechamos las expectativas del futuro.
En Espa?a, como en otros pa¨ªses, se ha generado un amplio sentimiento de rechazo hacia el sistema pol¨ªtico que se ha decantado en una especie de gran coalici¨®n o alternancia, sin grandes diferencias en lo econ¨®mico, y con evidentes progresos por parte del Partido Socialista en materias relativas a las costumbres sociales y a las opciones personales.
La crisis econ¨®mica ha puesto de relieve la escalada de pol¨ªticas econ¨®micas asfixiantes; y al hilo de sus tr¨¢gicos resultados han nacido movimientos sociales con una gran capacidad de an¨¢lisis y de propuestas alternativas. La mayor¨ªa de sus iniciativas han sido menospreciadas por los partidos pol¨ªticos tradicionales y por algunos medios de comunicaci¨®n e incluso se observan tendencias preocupantes hacia su criminalizaci¨®n.
Creo que ha llegado el momento de aprovechar el espacio abierto que proporciona el sistema electoral europeo. Es necesaria una renovada clase pol¨ªtica que equilibre la prepotencia de los mandarines financieros. Estamos ante un problema de supervivencia. La culpa no es de las estructuras que configuran la Uni¨®n Europea. Ser¨ªa, en mi opini¨®n, perder una oportunidad si los ciudadanos que se sienten atra¨ªdos por estas nuevas corrientes de opini¨®n se encerrasen en su escepticismo. Lo ideal ser¨ªa el agrupamiento de los que deseamos nuevos horizontes. En todo caso, la ocasi¨®n sirve para hacer un recuento de los efectivos disponibles para rescatar los valores constitucionales y democr¨¢ticos. Es decir, para relegar a los verdaderos antisistema.
El Parlamento Europeo puede ser una caja de resonancia para los derechos de los que sufren una pol¨ªtica que solo ofrece como alternativa austeridad y miseria salarial. Las nuevas generaciones tienen en sus manos la oportunidad de invertir la deriva austericida que nos ofrecen los due?os de las finanzas y los pol¨ªticos que los apoyan. Mi generaci¨®n so?¨® con una Europa, solidaria, pac¨ªfica, culta y tolerante. No me resigno a perderla y volver a los riesgos y a los traumas del pasado. Algo puedes cambiar si votas en las elecciones al Parlamento Europeo. Existen movimientos hom¨®logos en otros pa¨ªses, incluidos los que gozan de un mayor desarrollo econ¨®mico, con el objetivo com¨²n de reconstruir una Europa m¨¢s unida y viva, sobre bases solidarias. Los sue?os, seg¨²n Freud, nacen de las realidades del pasado.
Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn, abogado, es magistrado em¨¦rito del Tribunal Supremo y comisionado de la Comisi¨®n Internacional de Juristas (Ginebra).
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