El tiempo libre ha muerto
En un mundo en el que trabajar demasiado no basta, estar ocupado y renegar del ocio se ha convertido en el s¨ªmbolo de estatus definitivo

El ocio ha muerto. El ocio anhelado, el tiempo libre ansiado,? son eso, deseos. Lo cool ahora es asumir la pose de no-tengo-tiempo-para-nada, el no-me-da-la-vida, el necesito-d¨ªas-de-m¨¢s horas.? Es el busier than thou (m¨¢s ocupado que t¨²; un juego de palabras con el Holier than thou ingl¨¦s). Y la historia no es que esto se haya convertido en nuestra realidad, que tambi¨¦n, sino que vivir estresado est¨¢ de moda e implica estatus. Estar abrumado por el exceso de trabajo es algo as¨ª como una insignia de honor. As¨ª hemos visto que act¨²a EE UU y as¨ª se lo hemos copiado. Como casi siempre.
?Cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que alguien dijo: 'No estoy haciendo gran cosa'? Si lo dice, tendemos a pensar que es un perdedor. La gente no tiene que estar tan ocupada pero estarlo se ha convertido en un s¨ªmbolo de estatus
-Brigid Schulte, autora de Overwhelmed: work, love and play when no one has time
Este, al menos, es el punto de partida de Brigid Schulte en su reciente libro Overwhelmed: work, love and play when no one has time (traducible como Abrumados: trabajo, amor y juegos cuando nadie tiene tiempo). La autora, del Washington Post, vio que cada vez m¨¢s sus compa?eras no ten¨ªan tiempo para nada. Fue entonces cuando se puso a investigar por qu¨¦ y c¨®mo ha cambiado nuestra sociedad para que algo fundamental como los momentos de ocio hayan sido dilapidados por la vor¨¢gine laboral y familiar. Y no es un fen¨®meno solo femenino (vale que las cargas familiares suelen recaer m¨¢s en las mujeres) o de padres (ha recopilado estudios que indican que ahora pasan m¨¢s tiempo con sus hijos ¨Cellos y ellas¨C que en los a?os sesenta y sesenta¨Cllamativo porque ellas mayoritariamente eran amas de casa¨C quiz¨¢s por esa sensaci¨®n de compensar el tiempo de trabajo). Tal y como escribe Schulte:
¡°Piensa en c¨®mo nos hablamos:
¨C?C¨®mo est¨¢s?
¨CHasta arriba. ?T¨²?
¨CTan liado que apenas puedo respirar.
?Cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que alguien dijo: 'No estoy haciendo gran cosa'? Si lo dice, tendemos a pensar que es un perdedor. Y particularmente en Estados Unidos donde muchas personas se definen a s¨ª mismas por su trabajo, por lo que hacen, por lo mucho que hacen y por lo mucho que hacen m¨¢s que t¨². Un soci¨®logo, que estudia la forma en la que gastamos el tiempo, asegura que la gente no tiene que estar tan ocupada pero que esto se ha convertido en un s¨ªmbolo de estatus. Quer¨ªa entender si era cierto y por qu¨¦. Al principio pens¨¦ que era un fen¨®meno de las personas que viven en las grandes ciudades. Yo vivo en Washington DC y aqu¨ª todo el mundo es un adicto a un trabajo de primera categor¨ªa. Me preguntaba si ser¨ªa diferente en la Am¨¦rica rural, donde pens¨¦ que tal vez la vida ser¨ªa algo m¨¢s lenta¡±, le explica Schulte a ICON. Pero el resultado fue que no. Lo que la periodista encontr¨® en Fargo (Dakota del Norte) fue la gente estaba tambi¨¦n ¡°casi compitiendo por estar ocupado¡±.
Las mujeres, la tecnolog¨ªa y los ochenta
Creamos ocupaciones cuando podemos no necesitarlas porque necesitamos encajar, mostrar que somos tan importantes y tan dignos como los dem¨¢s
¡°Las ocupaciones en los Estados Unidos son reales. Las horas de trabajo para los trabajadores con educaci¨®n universitaria han ido en aumento desde la d¨¦cada de los ochenta, mientras que los trabajadores en el extremo inferior del espectro socioecon¨®mico han sufrido dificultades tratando de encontrar suficiente trabajo para llegar a fin de mes, teniendo que improvisar dos y tres puestos de trabajo. Al mismo tiempo, los salarios se han estancado y el coste de la vida ha seguido aumentando. El precio de la matr¨ªcula universitaria se ha disparado casi un 900% desde la d¨¦cada de 1980 y nadie, fuera del 1%, ha tenido un aumento de 900% en sus salarios¡±, cuenta la periodista y escritora.
A todo esto, prosigue, hay que sumar la incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral, lo que ha provocado que las familias trabajen m¨¢s horas y hagan m¨¢s malabarismos para compaginar el trabajo remunerado y el no remunerado, y la crisis y la incertidumbre respecto al futuro de las familias. Adem¨¢s, a?ade, ¡°EE UU tiene una cultura devota del trabajo. Creamos ocupaciones cuando podemos no necesitarlas porque necesitamos encajar, mostrar que somos tan importantes y tan dignos como los dem¨¢s. En otros pa¨ªses diversos estudios muestran una creciente presi¨®n del tiempo, que no hay tiempo suficiente en el d¨ªa. Y parte de eso se debe a que las culturas laborales y pol¨ªticas de todo el mundo todav¨ªa tienen que ponerse al d¨ªa con la realidad de las familias trabajadoras. Recompensar a los trabajadores que llegan temprano, a los que se quedan hasta tarde y comen en sus mesas como si eso los hiciera los mejores trabajadores, incluso cuando la ciencia ha demostrado que el rendimiento no tiene porque ser necesariamente real. Un escritor lo dijo mejor: A menudo esperamos trabajar como si no tuvi¨¦ramos familias y tenemos familias como si no trabaj¨¢ramos¡±.
El otro por qu¨¦ llega con la tecnolog¨ªa. Un arma de doble filo, define Schulte, porque ¡°Nos ha dado? libertad para trabajar de una manera nueva pero, al mismo tiempo, el flujo de informaci¨®n, la atracci¨®n adictiva del email y las redes sociales, y la incapacidad de apagar el trabajo puede hacernos sentir constantemente bajo presi¨®n y sin tiempo¡±. Pero, se?ala la escritora, hay tres grandes culpables: Nuestros empleos, nuestras expectativas y nosotros mismos. ¡°El estr¨¦s y el agobio proviene de la incapacidad de predecir y de la incapacidad de controlar. A menudo estamos ciegos ante la realidad de nuestra situaci¨®n en lugar de reaccionar. Los seres humanos est¨¢n programados para conformarse. Somos criaturas sociales y as¨ª es como sobrevivimos y evolucionamos. Pero tenemos que preguntarnos si realmente queremos ajustarnos a estas presiones que est¨¢n chupando todo nuestro tiempo y acaban con nuestra energ¨ªa¡±.
?Qu¨¦ ser¨¢ del ocio?
El ocio est¨¢ en peligro. Lo vemos como algo tonto. Vemos lo que queremos y luego empezamos a alardear de que estamos demasiado ocupados como para dedicarnos a ello
?Est¨¢ en peligro el tiempo libre? En EE UU s¨ª, responde categ¨®rica. ¡°Se ve como algo tonto, sin importancia, improductivo e incluso est¨²pido. Vemos lo que queremos y luego empezamos a alardear de que estamos demasiado ocupados como para dedicarnos a ello¡±, se?ala. Los h¨¢bitos de ocio en su pa¨ªs, prosigue, han pasado de comercializar productos como una semana de aventuras para pasar a ser de un fin de semana, de un par de horas. ¡°Las campa?as est¨¢n dirigidas a tratar de conseguir que la gente salga a la calle unos minutos a la hora del almuerzo¡±. Algo que contrasta con el siglo pasado cuando el estatus lo daba la cantidad de tiempo libre: ¡°Bill Gates se jactaba de c¨®mo dorm¨ªa debajo de su escritorio y abandon¨® el golf porque estaba trabajando todo el tiempo. Y ahora todos estamos tratando de seguir su ejemplo¡±, ejemplifica Schulte.
Sin embargo, dice, por este lado del charco a¨²n hay esperanza. ¡°Hay pa¨ªses como Espa?a donde se ha mantenido el valor del ocio. All¨ª hay gente que trata de proteger la cultura de tomarse tiempo para descansar y recargar en lugar de estar trabajando todo el tiempo¡±, explica. ¡°O Dinamarca, que ha hecho de la felicidad, el ocio y el bienestar sus metas nacionales. Muchos pa¨ªses europeos tienen pol¨ªticas que garantizan largos periodos de vacaciones pagadas. Eso en EE UU no existe¡±.
Hay pa¨ªses como Espa?a donde se ha mantenido el valor del ocio y la cultura de tomarse tiempo para descansar y recargar. O Dinamarca, donde la felicidad, el ocio y el bienestar son metas nacionales
Una realidad, cuenta, que conoci¨® al encontrarse con una mujer estadounidense que hab¨ªa vivido y trabajado en Espa?a varios a?os antes de volver a EE UU. ¡°Me dijo que cuando viv¨ªa en Espa?a se sent¨ªa m¨¢s a gusto cuando ten¨ªa tiempo libre. Ella fue capaz de relajarse y disfrutar de s¨ª misma. Pero que una vez que regres¨® a Estados Unidos si no ten¨ªa su agenda llena de cosas cada minuto, como todo el mundo hace, se sent¨ªa ansiosa. Ella tambi¨¦n sinti¨® incluso que en su tiempo libre ten¨ªa que estar haciendo algo que valiera la pena, aprender algo, hacer ejercicio, mejorarse... Es lo que los investigadores llaman ocio "intencional". Lo pasaba mal dejando que el d¨ªa pasara. Eso es com¨²n aqu¨ª, es un sentimiento que entiendo. Y creo que nos estamos perdiendo el dejar que la vida se desarrolle en todos sus misterios y la belleza del momento normal por estar siempre sintiendo que cada momento tiene que estar programado y ser ¨²til¡±.
Bill Gates se jactaba de c¨®mo dorm¨ªa debajo de su escritorio y c¨®mo dej¨® el golf porque estaba trabajando todo el tiempo y ahora todos estamos tratando de seguir su ejemplo
Las soluciones
Parar, frenar y reflexionar ser¨ªa un primer paso sin duda. En su libro, Brigid Schulte funde investigaciones y an¨¦cdotas para m¨¢s que un mero libro de autoayuda, radiografiar nuestra vida cotidiana. ¡°La soluci¨®n requiere dos l¨ªneas de acci¨®n: el cambio social y el cambio individual. Y en ambos frentes, sostengo en mi libro, tenemos que redise?ar el trabajo, reimaginar nuestras relaciones en el hogar y recuperar el valor del ocio¡± porque, agrega, nuestra civilizaci¨®n se ha creado en los momentos de ocio. ¡°La rueda, el arte, la filosof¨ªa, la pol¨ªtica, la creatividad, la innovaci¨®n, el pensamiento para resolver problemas viejos con nuevas maneras¡ Todo surge cuando no estamos corriendo como locos en la rueda de h¨¢mster o tenemos nuestras narices presionadas contra la pantalla del ordenador. Eso viene en los descansos, cuando so?amos despiertos, en el ocio. Cuando estamos en reposo, nuestros cerebros son en realidad m¨¢s activos¡±, afirma.
Por esos sus consejos van en tres direcciones. En el trabajo son los l¨ªderes (aquellos a los que emulamos, dice) los que deben dar ejemplo y ¡°tienen que repensar la forma en que trabajamos¡±; en el amor hay que desterrar los prejuicios de estatus laboral y compartir la carga familiar; y en el juego y el ocio como base para sentirse mejor. Es lo que nos hace humanos, garantiza. ¡°Piensa que la lista de tareas seguir¨¢ creciendo hasta el d¨ªa de tu muerte . Nunca vas a llegar al final de la lista de tareas pendientes. As¨ª que hay que darle la vuelta y poner la alegr¨ªa en primer lugar, el resto despu¨¦s¡±. Esa es la clave, pero no hay receta m¨¢gica sobre c¨®mo hacerlo aunque la periodista nos da algunas recetas en su libro aunque ?realmente tenemos tiempo para leerlo?
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