Inseguridad y barbarie
Los linchamientos en Argentina exigen una reacci¨®n conjunta de todas las fuerzas pol¨ªticas
Lejos de ser un horripilante caso aislado, la muerte, en Rosario, de un ladr¨®n de 18 a?os pateado por unos vecinos ha tenido un efecto contagio en otras ciudades de Argentina. En las dos semanas transcurridas desde aquel linchamiento, 13 delincuentes han sido apaleados en plena calle.
La inseguridad es la primera preocupaci¨®n de muchos argentinos. Aumentan los homicidios y el narcotr¨¢fico, y los robos son una epidemia. La poblaci¨®n est¨¢ hastiada de la impunidad. Pero esta oleada de barbarie revela que algo m¨¢s profundo se est¨¢ rompiendo en esa sociedad. Las noticias de linchamientos en Am¨¦rica Latina llegan sobre todo de zonas rurales de Guatemala, Bolivia y M¨¦xico, como una pr¨¢ctica no desterrada de la llamada justicia comunitaria. Que en las urbes argentinas empiece a replicarse deber¨ªa hacer reaccionar r¨¢pidamente a las autoridades y a las fuerzas sociales.
Al Gobierno en primer lugar. Y no es buena se?al que la presidenta Cristina Fern¨¢ndez evite llamar a las cosas por su nombre (linchamientos o criminalidad), como si los problemas dejaran de existir al no hablar de ellos. Tampoco es una buena se?al que su equipo eche la culpa a los gobernadores o equivoque tanto el diagn¨®stico como para hablar de ¡°un problema de extrema derechizaci¨®n¡± o de ¡°enfrentamiento entre ricos y pobres¡±, cuando la delincuencia golpea con m¨¢s sa?a a la poblaci¨®n m¨¢s humilde, que vive en los grandes asentamientos, usa transporte p¨²blico, no tiene seguridad privada y se siente desamparada.
Editoriales anteriores
No ocurre solo en Argentina. La sensaci¨®n de vulnerabilidad, derivada de la inoperancia de la polic¨ªa (o, en ciertos casos, de la connivencia con los criminales) y la laxitud judicial, impulsa fen¨®menos peligrosos ¡ªcomo las autodefensas en M¨¦xico o la vigilancia vecinal colombiana¡ª que con frecuencia se van de las manos.
En Argentina, adem¨¢s, el discurso de confrontaci¨®n permanente y la agresividad de los representantes pol¨ªticos agudizan la violencia ambiental. Tampoco ayuda a recobrar la cordura el amarillismo de algunos medios. La situaci¨®n exige un ejercicio de responsabilidad por parte de todos. La operaci¨®n antinarco impulsada en Rosario, en la que colaboran Gobierno (peronista) y autoridades regionales (socialistas) es el camino correcto. El problema es que la inseguridad puede ser una baza demasiado apetitosa a un a?o de las elecciones generales.
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