?Por qu¨¦ necesitamos justificarnos?
Somos expertos en buscar excusas para justificar lo que hacemos, lo que decimos e incluso lo que sentimos, sobre todo si va en contra de alguna de nuestras creencias. No nos gusta actuar sin tener una explicaci¨®n, aunque sea de lo m¨¢s peregrina. Y el motivo es sencillo: si no hay sinton¨ªa entre nuestra acci¨®n y nuestro pensamiento, caemos en ¡°disonancia cognitiva¡±.
El psic¨®logo Leon Festinger es el padre de la disonancia cognitiva, una de las teor¨ªas m¨¢s poderosas sobre la motivaci¨®n humana. Festinger la defini¨® como un estado de tensi¨®n que se produce cuando mantenemos simult¨¢neamente dos ideas, actitudes, creencias, opiniones¡ incompatibles entre s¨ª. Cuando ello ocurre, nos sentimos inc¨®modos y nos las apa?amos para reducir dicho malestar con un sinf¨ªn de argumentos ¡°tranquilizadores¡±, como se ve en el ejemplo de las personas fumadoras (por cierto, un colectivo que la psicolog¨ªa social ha estudiado una y otra vez, como comentamos en otro art¨ªculo).
Fumar implica un riesgo para la salud y los fumadores se enfrentan, por tanto, a una disonancia cognitiva entre el placer de disfrutar de dicho h¨¢bito y lo que ¡°deber¨ªa ser correcto¡± para ellos mismos o para el resto. La forma m¨¢s f¨¢cil de reducir dicha sinton¨ªa es dejar de fumar pero, como est¨¢ claro que no es tan f¨¢cil y que produce un cierto placer, nuestra mente se arma de argumentos de todo tipo y colores: ¡°Hay gente que ha muerto a los noventa a?os con el cigarrillo en la boca¡± o ¡°los estudios del c¨¢ncer de pulm¨®n por fumar no est¨¢n cient¨ªficamente comprobados¡±.
La disonancia cognitiva tambi¨¦n se ha llevado a datos. Siguiendo con el mismo colectivo, se analiz¨® a 155 fumadores que consum¨ªan entre una y dos cajetillas por d¨ªa. Cuando se les preguntaba sobre su nivel de consumo, el 60% consideraba que era moderado y el 40% que era excesivo¡ y no olvidemos que era exactamente el mismo. As¨ª pues, ?de d¨®nde nacen las diferencias? La conclusi¨®n se hall¨® en el nivel de riesgo que cada uno identificaba. Los que eran m¨¢s conscientes de los efectos nocivos del tabaco eran precisamente los que consideraban que su consumo era moderado. Motivo: ellos mismos se autoconvenc¨ªan de que la cantidad no era tan alta. As¨ª pues, no solo nos llenamos de excusas para seguir disfrutando de lo que nos gusta, sino que adem¨¢s buscamos proteger nuestra imagen positiva y ¡°coherente¡± con nosotros mismos.
Otra situaci¨®n en la que solemos vivir la disonancia es cuando tenemos que tomar una decisi¨®n dif¨ªcil que implica esfuerzo, tiempo o dinero. Esto sucede porque casi siempre hay algo positivo en la alternativa que descartamos. Para amortiguar la tensi¨®n que nos genera, tendemos a justificar nuestra decisi¨®n buscando la informaci¨®n que la refuerza y descartando la que nos muestra lo positivo de la no elegida. Jack Brehm hizo un sencillo experimento para demostrarlo. A un grupo de personas les mostraba diferentes aparatos el¨¦ctricos pidiendo que los valorasen teniendo en cuenta su utilidad. Como recompensa ganar¨ªan aquel que considerasen m¨¢s ¨²til. Una vez que lo recib¨ªan, ped¨ªa a las personas que volvieran a valorar dichos aparatos y el resultado fue claro: el aparato elegido lo consideraban m¨¢s ¨²til que antes y reduc¨ªan el valor de los no seleccionados. Si el objeto elegido ten¨ªa alguna caracter¨ªstica negativa la rechazaban, al igual que hac¨ªan con las caracter¨ªsticas positivas de los que no seleccionaban. As¨ª pues, a todos nos gusta sentir que ganamos en nuestras decisiones y nuestra mente se encarga de darnos argumentos para reforzarnos.
Las relaciones personales no escapan a nuestra ¡°querida¡± necesidad de justificar nuestras elecciones y las consecuencias que se derivan. En un estudio realizado por Dennis Johnson y Caryl Rusbult, de la Universidad de Kentucky y ?msterdam, respectivamente, ped¨ªan a estudiantes universitarios su opini¨®n sobre el ¨¦xito que una p¨¢gina web de citas tendr¨ªa en el campus. A los participantes se les mostraban fotos de personas que aparecer¨ªan en la web, para que dijeran si les consideraban atractivos, y valorasen si les gustar¨ªa tener una cita con alguna de ellas. Si los que ve¨ªan las fotos ten¨ªan pareja, valoraban de forma m¨¢s negativa el atractivo de las personas¡ (Est¨¢ claro que la tentaci¨®n genera disonancia cognitiva).
En definitiva, nuestra mente se convierte en nuestro ¡°aliado¡± para reducir una tensi¨®n inc¨®moda entre lo que queremos y lo que creemos que deber¨ªamos, para encontrar mil y un argumentos para sentir que hemos escogido la mejor decisi¨®n. Todo lo anterior es positivo para no sufrir demasiado, pero cuidado, tambi¨¦n encierra un riesgo: nuestra capacidad de autoenga?arnos. As¨ª pues, cuando nos excedemos en las alabanzas de lo que hemos decidido es interesante ser muy honestos con nosotros mismos y valorar hasta qu¨¦ punto son argumentos sinceros o se trata de refuerzo ¡°tranquilizador¡±. Solo cuando hagamos dicho ejercicio, seremos capaces de salir de una de las peores trampas a las que nos enfrentamos: nuestra propia mente.
Referencias
Brehm, J. (1956).¡°Postdecision changes in the desirability of alternatives¡±. Journal of Abnormal and Social Psychology.
Johnson, D.J. & Rusbult, C.E. (1989).¡°Resisting temptation: Devaluation of alternative partners as a means of maintaining commitment in close relationships¡±. Journal of Personality and Social Psychology.
Jones, E. & Kohler, R. (1959). ¡°The effects of plausibility on the learning of controversial statements¡±. Journal of Abnormal and Social Psychology.
Tagliacozzo, R. (1979).¡°Smokers' self-categorization and the reduction of cognitive dissonance¡±. Addictive Behaviors.
Imagen: Gabba Gabba Hey!, Licencia Creative Commons
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