Habr¨¢ m¨¢s Ucranias
Vladimir Putin tiene m¨¢s admiradores de lo que cabr¨ªa imaginar entre varias potencias emergentes que no olvidan el colonialismo. Occidente topa adem¨¢s con el resentimiento de Mosc¨² por la p¨¦rdida de su imperio
Dime qu¨¦ piensas sobre Ucrania y te dir¨¦ qui¨¦n eres. La crisis ucrania es una prueba pol¨ªtica muy reveladora, tanto en las conversaciones individuales como para los Estados. Y los resultados que nos muestra no son alentadores para Occidente. Vlad¨ªmir Putin tiene m¨¢s admiradores en el mundo de lo que cabr¨ªa imaginar para una persona que emplea una mezcla neosovi¨¦tica de violencia y grandes mentiras para descuartizar un Estado soberano vecino. Cuando hablo de admiradores, no me refiero solo a los Gobiernos de Venezuela y Siria, dos de sus partidarios m¨¢s conocidos. El hombre fuerte de Rusia cuenta con el apoyo t¨¢cito e incluso ciertos aplausos discretos de varias de las principales potencias emergentes del mundo, empezando por China e India.
Durante mi reciente visita a China me hicieron preguntas constantes sobre lo que estaba sucediendo en Ucrania, mientras que yo no dej¨¦ de preguntarles cu¨¢l era la actitud china al respecto. Un pa¨ªs que ha defendido siempre el principio del respeto a la soberan¨ªa y la integridad territorial de los Estados existentes (ya sea la antigua Yugoslavia o Irak), y que se enfrenta a un par de posibles Crimeas dentro de sus fronteras (T¨ªbet y Xinjiang), ?no se siente inc¨®modo ante el hecho de que Rusia se apodere sin m¨¢s de un pedazo de un pa¨ªs vecino?
Bueno, me respond¨ªan, les preocupa un poco, pero Ucrania est¨¢ muy lejos y, la verdad, la crisis tiene muchas m¨¢s ventajas que inconvenientes para China. Es una nueva distracci¨®n estrat¨¦gica para Estados Unidos (despu¨¦s de Al Qaeda, Afganist¨¢n e Irak) que le impide centrarse en su ¡°giro¡± hacia la regi¨®n de Asia-Pac¨ªfico y desv¨ªa su atenci¨®n de China. Ante el rechazo de Occidente, Rusia tendr¨¢ m¨¢s necesidad de cultivar una buena relaci¨®n con Pek¨ªn. Y en cuanto a la propia Ucrania, que ya vende a China material militar de mejor calidad que el que Rusia ha estado dispuesta a vender hasta ahora a su aliado asi¨¢tico, las nuevas autoridades han garantizado al Gobierno chino que el hecho de que Pek¨ªn no haya condenado la anexi¨®n de Crimea no tendr¨¢ repercusi¨®n alguna en sus futuras relaciones. Mejor, imposible.
China est¨¢ m¨¢s precavida desde que Mosc¨² pas¨® de Crimea a agitar las aguas en las provincias del este
Adem¨¢s de esta realpolitik, me dijeron, existe tambi¨¦n un componente emocional. A los dirigentes chinos que, como Xi Jinping, crecieron cuando todav¨ªa gobernaba el presidente Mao, sigue gust¨¢ndoles de forma instintiva la idea de que otro l¨ªder no occidental plante cara al Occidente imperialista y capitalista. ¡°A Xi le encanta la Rusia de Putin¡±, me asegur¨® un observador bien informado. Los comentarios en los medios de comunicaci¨®n chinos se han vuelto m¨¢s precavidos desde que Putin pas¨® de la anexi¨®n de Crimea a agitar las aguas en el este de Ucrania. El peri¨®dico nacionalista Global Times, que el mes pasado hablaba del ¡°regreso de Crimea a Rusia¡±, advierte ahora de que ¡°la regi¨®n oriental de Ucrania es un caso distinto al de Crimea. Si la zona se separa de Ucrania, asestar¨¢ un golpe directo a la integridad territorial garantizada por el derecho internacional¡±. (Claro que lo que pretende Putin no es una secesi¨®n total, sino solo una gran Bosnia a la finlandesa, un pa¨ªs neutral con una versi¨®n tan amplia de ¡°federalismo¡± que las regiones orientales se convertir¨ªan en entidades de tipo bosnio, dentro de la esfera de influencia rusa).
Sin embargo, no parece que esa preocupaci¨®n creciente enfriara la acogida que se le dio el martes pasado en Pek¨ªn al ministro ruso de Exteriores, Sergu¨¦i Lavrov. El presidente Xi dijo que las relaciones entre China y Rusia ¡°son mejores que nunca¡± y han desempe?ado ¡°un papel insustituible en el mantenimiento de la paz y la estabilidad en el mundo¡±. El Ministerio de Exteriores chino declar¨® que la relaci¨®n entre China y Rusia es ¡°la relaci¨®n entre dos grandes pa¨ªses m¨¢s llena de contenido, con m¨¢s categor¨ªa y m¨¢s importancia estrat¨¦gica¡±. Ya puede Estados Unidos llorar de envidia. Y Pek¨ªn est¨¢ deseando recibir el mes que viene al presidente Putin, que llegar¨¢ para asistir a una cumbre crucial.
Pero no es solo China. Un amigo m¨ªo acaba de volver de India. Me dice que, con el probable triunfo electoral de Narendra Modi y la expansi¨®n del capitalismo clientelista en el pa¨ªs, los indios m¨¢s liberales temen que la mayor democracia del mundo pueda estar adquiriendo una versi¨®n aut¨®ctona del putinismo. En cualquier caso, hasta el momento, India se ha puesto de parte de Rusia, y no de Occidente ni Ucrania. El mes pasado, el presidente Putin dio las gracias a India por su postura ¡°contenida y objetiva¡± a prop¨®sito de Crimea. La obsesi¨®n soberanista de la India poscolonial y la desconfianza ante cualquier indicio de imperialismo liberal occidental se traducen ¡ªcosa bastante il¨®gica¡ª en el apoyo a un pa¨ªs que acaba de violar de manera dram¨¢tica la soberan¨ªa de su vecino. Una revista sat¨ªrica india ha llegado a insinuar que se ha contratado a Putin como ¡°asesor estrat¨¦gico principal al servicio de India, para acabar de una vez con el problema de Cachemira¡±. Por cierto, India compra gran parte de sus armas a Rusia.
Con el probable triunfo de Modi, India podr¨ªa adquirir una versi¨®n aut¨®ctona del putinismo
Y tampoco es solo India. Los otros dos socios de Rusia en el llamado grupo de los BRICS, Brasil y Sud¨¢frica, se abstuvieron de votar la resoluci¨®n de la Asamblea General de la ONU en la que se criticaba el refer¨¦ndum de Crimea, y coincidieron con Rusia en expresar su ¡°preocupaci¨®n¡± por la sugerencia del ministro de Exteriores australiano de prohibir la asistencia de Putin a la cumbre del G-20 en noviembre. El embajador ruso en Sud¨¢frica manifest¨® su agradecimiento por esa actitud ¡°equilibrada¡±.
Occidente se encuentra ante dos resortes gigantes a punto de saltar. Uno, que ya ha sido objeto de numerosos comentarios, es el resorte del resentimiento de la Madre Rusia por lo que ha disminuido su imperio en los ¨²ltimos 25 a?os, desde el coraz¨®n de Alemania hasta el coraz¨®n de la Rus de Kiev.
El otro es el resorte del resentimiento provocado por siglos de dominaci¨®n colonial de Occidente, un resentimiento que asume formas muy diferentes en distintos pa¨ªses BRICS y miembros del G-20. Desde luego, no todos comparten el relato monol¨ªtico e implacable que hace China de una humillaci¨®n nacional desde las Guerras del Opio contra Gran Breta?a. Pero todos tienen en com¨²n, con diversas variantes, una preocupaci¨®n seria y llena de suspicacia por su soberan¨ªa, una resistencia a que los norteamericanos y los europeos les digan lo que les conviene y cierta Schadenfreude instintiva, cierta alegr¨ªa por el mal ajeno, cuando ven que la pendenciera Rusia mete el dedo en el ojo al T¨ªo Sam y al brit¨¢nico John Bull. ?Viva el putinismo!
Est¨¢ claro que este no es el problema inmediato de lo que ocurre en Ucrania, pero s¨ª es otra gran perspectiva que abre la crisis en Europa del Este. En este sentido m¨¢s amplio, geopol¨ªtico, tomemos nota: a medida que nos adentremos en el siglo XXI, habr¨¢ m¨¢s Ucranias.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde en la actualidad dirige el proyecto www.freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: escritos pol¨ªticos para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.