Hitler com¨ªa golosinas a escondidas
Elisabeth Kalhammer, que trabaj¨® como empleada para el tirano, relata c¨®mo se comportaba
Elisabeth Kalhammer ten¨ªa 23 a?os cuando tuvo la suerte de conseguir un trabajo como mucama en la casa del hombre que, en 1943, era el m¨¢s admirado de Alemania y el m¨¢s temido y odiado en el resto del mundo, Adolf Hitler. Durante dos a?os, la joven trabaj¨® en la mansi¨®n del F¨¹hrer en Oberzalsberg, una id¨ªlica regi¨®n en los Alpes b¨¢varos, una experiencia que le marc¨® la vida, pero que mantuvo en secreto durante casi siete d¨¦cadas. Ahora, con 89 a?os cumplidos, la exmucama del dictador ha decidido romper su silencio y contar al peri¨®dico austriaco Salzburger Nachrichten, algunas an¨¦cdotas que dejan al desnudo algunos caprichos del tirano, un ¡°hombre amable¡± que ten¨ªa la costumbre de levantarse en mitad de la noche para comer golosinas a escondidas.
Hitler nunca bebi¨® alcohol y ten¨ªa una dolencia estomacal que le obligaba a seguir una dieta estricta. Ante la presencia de sus ayudantes y generales, el personal que lo atend¨ªa, solo le serv¨ªa agua tibia como bebida. Pero en la soledad de la noche, el dictador abandonaba su dormitorio y se dirig¨ªa a la cocina para comer dulces y galletas. "Dio ¨®rdenes a los cocineros que crearan el pastel del F¨¹hrer¡±, cuenta la empleada. ¡°Era una tarta de manzana con muchas nueces y pasas. La tarta deb¨ªa ser horneada todos los d¨ªas. ?l amaba los dulces¡±.
Elisabeth Kalhammer lleg¨® al refugio de Hitler cerca de Berchtesgaden en 1943 despu¨¦s de responder a un aviso de un peri¨®dico local. ¡°Se busca una mucama en Obersalzberg¡±, ley¨® la joven sin saber qui¨¦n ser¨ªa su patr¨®n. Cuando el empleado del Reich le dijo que trabajar¨ªa en la residencia de Hitler, la joven estuvo a punto de renunciar.
¡°Despu¨¦s de cruzar tres controles de las SS, llegu¨¦ a la casa que estaba repleta de hu¨¦spedes. El F¨¹hrer estaba all¨ª. Me sent¨ª mareada¡±. Fue el comienzo de una vida extra?a, exclusiva y solitaria. Ella y otras 21 sirvientas ten¨ªan la sagrada misi¨®n de mantener la residencia del F¨¹hrer impecable y atender todos los caprichos del l¨ªder.
¡°Pod¨ªa pensar, pero jam¨¢s hablar¡±, dice, al referirse a las instrucciones que recibi¨®. Las sirvientas ten¨ªan prohibido revelar lo que hac¨ªan en el interior de la casa y aunque a veces comentaban entre ellas, los caprichos del due?o de casa, se abstuvieron de hacerlo con terceras personas. Elisabeth Kalhammer nunca le dirigi¨® la palabra al F¨¹hrer, pero con Eva Braun tuvo otra relaci¨®n.
¡°Ella fue siempre buena conmigo. Siempre se comport¨® como la se?ora de la casa a pesar de que no estaba casada. Dise?¨® nuestros uniformes y una Navidad me invit¨® a tejer calcetines de lana para los soldados en el frente¡±, recuerda
El dictador tambi¨¦n sent¨ªa una gran pasi¨®n por el cine y orden¨® que se construyera una sala de proyecci¨®n en la casa. ¡°Pasaba horas en la sala viendo pel¨ªculas protagonizadas por actrices alemanes, en especial por Marika R?kk. Estaba totalmente hechizado por R?kk¡±, recuerda la exmucama, al revelar que Eva Braun tambi¨¦n se preocupaba que las sirvientas tambi¨¦n pudieran ver pel¨ªculas.
La apacible vida en Obersalzberg se acab¨® en julio de 1944 despu¨¦s del fallido intento de asesinato contra Hitler y cuando la guerra se aproximaba su fin, el personal de la casa recibido ¨®rdenes de no abandonarla. ¡°Nos dijeron que los negros nos pod¨ªan cortar el pelo y luego violarnos¡±, recuerda la anciana, quien tuvo el coraje de desobedecer la ¨²ltima orden que recibi¨® y huy¨® de la casa.
Gracias a una amiga pudo regresar a su pueblo natal, donde llego dos d¨ªas antes de que la guerra terminara.
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