La ultraderecha que viene
El verdadero peligro procede de formaciones de centro y de esa izquierda desorientada que asumen parte de esos discursos que llevaron a Europa al totalitarismo y a la guerra
El 30 de marzo fue el Frente Nacional de Marine Le Pen, el partido de ultraderecha, el que tuvo unos excelentres resultados en las elecciones municipales francesas. El 6 de abril fue en Hungr¨ªa, donde el neonazi Jobbik consigui¨® el 21% de los votos en las legislativas. El Jobbik, a diferencia del Frente Nacional, no maquilla su discurso, es claramente antisemita y antigitano y reivindica episodios e ideas del r¨¦gimen nazi de la Cruz Flechada, responsable del exterminio de cientos de miles de jud¨ªos.
El ascenso electoral de los partidos xen¨®fobos contamina en muchos pa¨ªses al resto de fuerzas pol¨ªticas. Es el caso de Francia donde, antes Nicolas Sarkozy y ahora los mismos socialistas, han asumido impl¨ªcitamente algunos elementos del discurso de la ultraderecha, proponiendo medidas condenadas al fracaso como la expulsi¨®n de gitanos rumanos o b¨²lgaros. En Hungr¨ªa el partido gobernante, el conservador Fidesz, de Viktor Orb¨¢n, no s¨®lo recorta las libertades y comparte con Jobbik algunas propuestas, sino que en nombre de una supuesta necesidad de renacer de la naci¨®n h¨²ngara y de recuperar su lugar en Europa, dio derecho al voto estas elecciones a las minor¨ªas h¨²ngaras de Serbia, Eslovaquia o Ruman¨ªa. Medida que recuerda las ideas expansionistas de Hitler en Polonia o Checoslovaquia en defensa de un espacio vital.
El ascenso de estos dos partidos de ultraderecha es una confirmaci¨®n de que, tal como anuncian las encuestas, la ultraderecha puede duplicar o triplicar sus esca?os en las pr¨®ximas elecciones europeas con un discurso contrario a la inmigraci¨®n, reivindicando la recuperaci¨®n del control de las fronteras nacionales, y proponiendo la salida del euro y la Uni¨®n Europea. Una Uni¨®n que se ide¨® tras la barbarie nazi, precisamente, para evitar nuevas guerras. As¨ª en 1951 se cre¨® la Comunidad Econ¨®mica del Carb¨®n y del Acero que dar¨ªa paso al Mercado Com¨²n, y m¨¢s tarde a la Uni¨®n Europea. Una Uni¨®n en la que los estados ced¨ªan parte de su soberan¨ªa econ¨®mica, monetaria y de fronteras, con unos ciudadanos amparados por la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. Y tanto el Frente Nacional franc¨¦s como el Jobbik h¨²ngaro, no s¨®lo cuestionan las libertades fundamentales que reconoce la Carta y desean recuperar el poder de gesti¨®n de la econom¨ªa cedido a la UE, sino proponen la salida de la misma, la recuperaci¨®n del las fronteras y convierten en enemigos a los inmigrantes, sobre todo los musulmanes, y a los gitanos, se?al¨¢ndolos como una amenaza para Europa.
Marine Le Pen ha querido dar una imagen de moderaci¨®n distinta que la ofreci¨® su padre
Ciertamente no todos los grupos de ultraderecha son iguales. Tres son las tendencias o familias de la ultraderecha europea. Unos, como el Jobbik h¨²ngaro o Amanecer Dorado de Grecia, no maquillan su discurso neonazi. Otros, como el Partido por la Libertad del holand¨¦s Geert Wilders o la misma Marine Le Pen, enfocan sus cr¨ªticas a la p¨¦rdida de soberan¨ªa a causa de la integraci¨®n europea y piden la salida de buena parte de la inmigraci¨®n, rechazando con m¨¢s ¨¦nfasis la isl¨¢mica. Por ¨²ltimo, otros como el UKIP brit¨¢nico, enfatizan m¨¢s las tesis eur¨®fobas. Afortunadamente Espa?a ser¨¢ una excepci¨®n y parece que no habr¨¢ ninguna candidatura ultra que consiga esca?o en Estrasburgo.
Plataforma X Catalunya, que obtuvo 67 concejales en 2011, no piensa presentarse y afronta una serie de avatares judiciales en relaci¨®n a la reciente expulsi¨®n de su l¨ªder, Josep Anglada. Y las cinco candidaturas o coaliciones que se han presentado, La Espa?a en Marcha, Democracia Nacional, Falange de las JONS, Movimiento Social Republicano e Impulso Social, no ocultan una ideolog¨ªa franquista, ultracat¨®lica o nacional-revolucionaria, con la que dif¨ªcilmente conseguir¨¢n calar en el electorado. Y por m¨¢s que en la lista de VOX haya candidatos de pasado ultra ¡ªcomo es el caso de Pablo Barranco, que fue secretario general de Plataforma per Catalunya¡ª, dicha candidatura no puede equipararse a la ultraderecha europea, dado que no hace propuestas xen¨®fobas ni eur¨®fobas.
Es evidente que el Frente Nacional actual, no es igual que el Jobbik h¨²ngaro o Amanecer Dorado, y Marine Le Pen ha querido dar una imagen de moderaci¨®n distinta que la ofreci¨® su padre. Pero hasta hace un a?o el n¨²mero tres del Frente Nacional, el eurodiputado Bruno Gollnisch, era presidente de la Alianza Europea de Movimientos Nacionales, de la que forma parte el Jobbik h¨²ngaro. Y sigue formando parte del Frente Nacional su fundador, Jean Marie Le Pen, que fue condenado en 2008 por minimizar el nazismo, en 1998 por negar la igualdad de las razas humanas y en 1989 por cuestionar la existencia de las c¨¢maras de gas. Y gracias al liderazgo fuerte de su hija ha conseguido aglutinar a personas de ideas antisemitas con islam¨®fobos que consideran Israel el baluarte de Occidente.
Es una realidad que el espacio ciudadano y econ¨®mico europeo no es actualmente como se so?¨®. Pero las propuestas de la ultraderecha eur¨®foba son inviables y acarrear¨ªan grandes costes econ¨®micos y comerciales a corto y medio plazo. Es posible que la Uni¨®n Europea se precipitara al pactar el ingreso de Ruman¨ªa y Bulgaria sin plantear previamente unas pol¨ªticas de integraci¨®n de sus comunidades gitanas que, tras la ca¨ªda de comunismo, se convirtieron en el chivo expiatorio de sus incipientes democracias, retornando dichos ciudadanos a formas de vida endog¨¢micas y a un nomadismo que, gracias a la libertad de circulaci¨®n europea, multiplic¨® por diez la distancia geogr¨¢fica en la que se mov¨ªan sus antepasados. Pero una cosa es reconocer la problem¨¢tica derivada del asentamiento de miles de gitanos rumanos en Francia, Italia o Espa?a, y otra hacer de ello bandera electoral, sin m¨¢s propuestas que presionarlos para que se marchen de una ciudad y se instalen en otra a cuatro horas de autopista.
Manuel Valls destac¨® como ministro del Interior por las expulsiones de gitanos rumanos o kosovares
De la misma manera, una cosa rechazar es el papel de ciertos imanes salafistas, y discrepar de interpretaciones del islam contrarias a la interculturalidad y la laicidad, y, otra, la islamofobia ¨¦tnica que criminaliza a millones de personas por su origen y les empuja a encerrarse en el gueto como reacci¨®n a una sociedad que los estigmatiza o los criminaliza.
La cuesti¨®n que debe preocupar no es ¨²nicamente que en Francia el Frente Nacional haya ganado en 11 ciudades, sino que la derecha o la misma izquierda asuman parte de sus tesis. Manuel Valls ahora primer ministro, destac¨® como ministro del Interior por las expulsiones de gitanos rumanos o kosovares, generando tormentas medi¨¢ticas que legitimaron su discurso de dureza, por m¨¢s que dichas medidas sean poco o nada eficaces sino van acompa?adas de un pacto europeo para afrontar la situaci¨®n de marginalidad de dichos colectivos.
El peligro de la Europa que se uni¨® para evitar nuevas guerras y nuevos fascismos no vendr¨¢ ¨²nicamente de 35 o 50 eurodiputados ultras. El peligro es ese centro y esa izquierda desorientada que, dudosa de las herramientas y estrategias para dar un giro a las pol¨ªticas econ¨®micas, asume parte de discurso de quienes a?oran o proponen ideas o valores de quienes llevaron a Europa al totalitarismo y la guerra. Y asumiendo en parte dichas propuestas, hacen de ciertos colectivos el chivo expiatorio de problem¨¢ticas complejas.
Xavier Rius es periodista y autor de diferentes libros y estudios sobre ultraderecha.
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