M¨¢s cohesi¨®n para el bienestar europeo
Si se cambia el Tratado de la Uni¨®n, debe reforzarse el modelo social
??ltimamente se ha vuelto moneda com¨²n la aparici¨®n de propuestas de profundizaci¨®n de la integraci¨®n econ¨®mica europea, que deber¨¢ ser tambi¨¦n pol¨ªtica, como instrumento para superar esta larga crisis. Destacan por su relevancia las emanadas desde el Gobierno alem¨¢n, que plantean una agenda de reformas institucionales que culminen la gobernanza del euro, enmarcadas en una revisi¨®n del Tratado de la Uni¨®n para reforzar su base legal. Aunque toda iniciativa en favor de la integraci¨®n es bienvenida, la mayor¨ªa de las esbozadas desde el centroderecha europeos no van por el camino necesario, ni para lograr superar la actual crisis, ni para fortalecer el modelo social de mercado, que constituye el ADN de la propia UE y conforma la propuesta de Europa al mundo.
Una idea central adelantada por el Gobierno alem¨¢n defiende la creaci¨®n de un supercomisario de presupuestos, con poderes reforzados sobre las cuentas p¨²blicas nacionales. Esta propuesta ir¨ªa acompa?ada de un impulso a la consolidaci¨®n del mercado interior, especialmente en servicios, as¨ª como con una vocaci¨®n librecambista m¨¢s aguda con el resto del mundo. Se perfilar¨ªa de esta forma un modelo de Uni¨®n Europea liberalizada, en su interior y hacia fuera, focalizada en la estabilidad de precios y con un control fiscal centralizado para los pa¨ªses de la eurozona. Se trata de un marco en el que tanto Alemania como, incluso, Reino Unido encuentran f¨¢cil acomodo. Ahora bien, transferidas al BCE las competencias de pol¨ªtica monetaria, y r¨ªgidamente encorsetadas las pol¨ªticas fiscales nacionales, se dejar¨ªa as¨ª en manos de los mercados, v¨ªa ajustes de precios y cantidades, las correcciones de cualquier shock asim¨¦trico que tenga lugar al interior de la uni¨®n monetaria. La posibilidad de intervenci¨®n en la econom¨ªa desde los poderes p¨²blicos para suavizar los ciclos econ¨®micos quedar¨ªa reducida a su m¨ªnima expresi¨®n.
Propuestas como las se?aladas colocar¨ªan en serio riesgo la sostenibilidad de buena parte del modelo social europeo, salvo que tales pol¨ªticas tambi¨¦n se europe¨ªcen. Ciertamente, aquellas pol¨ªticas contributivas en las que los derechos devengados tengan como ra¨ªz la participaci¨®n en mercados laborales nacionales se enfrentan a enormes retos futuros, si de verdad se pretende consolidar un mercado de trabajo paneuropeo. Hablamos por ejemplo del seguro de desempleo, los sistemas p¨²blicos de pensiones y probablemente tambi¨¦n los servicios p¨²blicos sanitarios, all¨ª donde a¨²n se financian v¨ªa contribuciones. En este sentido, si el objetivo es establecer un mercado consolidado m¨¢s estrecho, aquellas pol¨ªticas sociales que dependen de las contribuciones del trabajo en los mercados nacionales deber¨¢n regirse en un marco regulatorio europeo. Sin embargo, el programa del centroderecha para las pr¨®ximas elecciones europeas defiende que s¨®lo los contribuidores a los sistemas sociales nacionales devenguen derechos de los mismos. Esta idea, lanzada en plena campa?a populista antiinmigraci¨®n, supone la ruptura por la base del modelo de bienestar europeo.
Muchas de las ideas para gobernar el euro se alejan del pacto fundacional
En realidad, aunque buena parte del centroderecha europeo apueste por la reducci¨®n del presupuesto comunitario, lo que se necesita es un aumento sustancial del mismo, o al menos de la aparici¨®n de un presupuesto para el euro con potencia suficiente para actuar como mecanismo regional de reequilibrio ante shocks territoriales asim¨¦tricos. Y un buen instrumento podr¨ªa ser, por ejemplo, un seguro de desempleo paneuropeo complementario a los nacionales. Adem¨¢s, si el camino conduce a un estrecho control desde Bruselas de las pol¨ªticas de gasto, entonces la consolidaci¨®n de una verdadera uni¨®n fiscal debe necesariamente establecer una mayor armonizaci¨®n de las pol¨ªticas tributarias y niveles de presi¨®n fiscal y, en ¨²ltima instancia, la creaci¨®n de un Tesoro europeo con capacidad para emitir deuda mutualizada que permita reducir costes de financiaci¨®n. Todo ello completado con una reforma del mandato del BCE, que incorpore el crecimiento y el empleo a sus objetivos centrales, y le dote de los instrumentos propios de una pol¨ªtica monetaria moderna.
En segundo lugar, cabe preguntarse por el equilibrio de soberan¨ªa en esta Uni¨®n que se dibuja, con pa¨ªses dentro y fuera del euro. Aunque parece claro que el reforzamiento de los poderes de ese supercomisario sobre los pa¨ªses del euro deber¨ªa ir acompa?ado de una mayor rendici¨®n de cuentas democr¨¢tica, no lo es tanto c¨®mo resolver la asimetr¨ªa actual, con un Parlamento para toda la UE, frente a una incipiente gobernanza centrada en la zona euro. En este asunto diversas voces proponen la creaci¨®n de una especie de Parlamento de la eurozona, o bien comisiones mixtas entre el Europarlamento y los legislativos nacionales del euro. El desequilibrio dentro de esta Uni¨®n de c¨ªrculos conc¨¦ntricos ser¨¢ creciente a medida que avancemos por la senda de la integraci¨®n, y supondr¨¢ uno de los grandes desaf¨ªos institucionales del futuro pr¨®ximo. Desde el Gobierno brit¨¢nico insisten que cualquier reforma institucional no debe dejar en desventaja a los pa¨ªses de fuera del euro. Pero si el camino natural de pr¨¢cticamente todos los Estados de la UE implica entrar en la uni¨®n monetaria, es muy cuestionable por qu¨¦ la gobernanza de esta ¨²ltima debe dise?arse para acomodar los intereses de aquellos que, como Reino Unido, rechazan adoptar la moneda com¨²n.
Finalmente, habr¨ªa que valorar, antes de lanzar un nuevo Tratado como sugiere Alemania, si la UE est¨¢ en condiciones de afrontar ese reto con probabilidad de ¨¦xito, o m¨¢s bien convendr¨ªa seguir forzando las costuras del actual marco institucional. Una reforma del Tratado que constitucionalice el modelo institucional de la derecha europea tendr¨ªa seguramente escasas posibilidades de ¨¦xito tras cinco de a?os de ajustes fiscales, que ha soliviantado a buena parte de la opini¨®n p¨²blica contra esta Europa, que as¨ª orientada acabar¨ªa de perder toda su propia esencia. Por tanto, lanzarse a abrir el mel¨®n del Tratado no puede ser ¨²nicamente para reforzar el control presupuestario y consolidar el mercado interior, sino que debe servir para garantizar el modelo social europeo, como elemento clave de recuperaci¨®n de la confianza ciudadana en el proyecto europe¨ªsta.
En definitiva, despu¨¦s de varios a?os enzarzados en una aproximaci¨®n exclusivamente nacional a las ra¨ªces de esta crisis, en los ¨²ltimos tiempos hemos pasado a una visi¨®n paneuropea de la recesi¨®n. Esta reorientaci¨®n, que han adelantado una uni¨®n bancaria bastante descafeinada, y un BCE algo m¨¢s activo, aunque no tanto como deber¨ªa, est¨¢n en la base de la estabilizaci¨®n de la econom¨ªa de la eurozona.
Diversas voces proponen la creaci¨®n de una especie de parlamento de la eurozona, o bien comisiones mixtas entre el europarlamento y los legislativos nacionales
De cara al futuro, muchas de las propuestas de reforzamiento de la gobernanza del euro no responden a una visi¨®n netamente europea; por el contrario, se alejan del pacto fundacional entre socialdem¨®cratas y democristianos en torno a una ¡°econom¨ªa social de mercado¡±. Por ello, es necesario desarrollar una alternativa progresista que enfrente los retos de la integraci¨®n econ¨®mica como elemento tambi¨¦n para mejorar las pol¨ªticas de cohesi¨®n social que deber¨¢n ser europeas.
Manuel de la Rocha V¨¢zquez es economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis. Jon¨¢s Fern¨¢ndez es economista y miembro de la candidatura del PSOE al Parlamento Europeo
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