El economista estrella que ha conquistado EE UU
A Amazon nunca le duran los ejemplares de su libro. La prensa no deja de hablar de ¨¦l. ?Es Thomas Piketty el genio econ¨®mico de la d¨¦cada?
¡°Era uno de los tomos m¨¢s pesados de su ¨¦poca. Se sentaba como un desaf¨ªo en las estanter¨ªas de los hipsters de todo el mundo. Si no pod¨ªas escribir uno m¨¢s gordo, pod¨ªas al menos competir con tu compa?ero de piso para ver cu¨¢n lejos consegu¨ªas arrojarlo. De cualquier manera, era el libro con el que ibas a tener que lidiar m¨¢s tarde o m¨¢s temprano¡±.
The New York Times lo mencion¨® hasta en 6 art¨ªculos distintos en un solo domingo. Una cuenta de Twitter publica sus fotos m¨¢s sexi. Tanto se habla de ¨¦l que el?Washington Post ha escrito un: "C¨®mo escribir tu propio art¨ªculo de Piketty en diez? pasos".
Lo dijo la escritora Zadie Smith sobre La broma infinita de David Foster Wallace, el libro que todo estudiante de letras con serias aspiraciones de llegar a tener una vida sexual ten¨ªa que exponer en su habitaci¨®n en los noventa. Pero bien podr¨ªa haberlo escrito ayer mismo sobre El capital en el siglo XXI, la obra del economista franc¨¦s Thomas Piketty, que tiene 700 p¨¢ginas en su edici¨®n en ingl¨¦s y 970 en la francesa. ¡°Llevarlo debajo del brazo se ha convertido en la nueva herramienta de conexi¨®n social en ciertas latitudes de Manhattan¡± ha dicho The Guardian del libro, que se convirti¨® la semana pasada en el m¨¢s vendido en Amazon y escala posiciones cada semana en la lista de best-sellers de The New York Times.
Y eso que Capital, como se le conoce por la tipograf¨ªa de su edici¨®n estadounidense, que tiene un elegante dise?o atemporal, no tiene nada de f¨¢cil ni en lo que dice ni en c¨®mo lo dice.
Los 60 tuvieron a Susan Sontag. Los 70 a Christopher Latch y los 90 a Francis Fukuyama. El siglo XXI estaba hu¨¦rfano de figuras tot¨¦micas hasta Piketty
En esencia, la tesis de Piketty, que tard¨® 15 a?os en amasar la gigantesca masa de datos que componen su libro, es que en el actual sistema econ¨®mico la riqueza heredada siempre tendr¨¢ m¨¢s valor que lo que un individuo pueda ganar en una vida. Que el capitalismo es, por lo tanto, incompatible con la democracia y con la justicia social. Que los muy ricos deber¨ªan pagar un m¨ªnimo de un 80% de impuestos y que hablar del 1% contra el 99% no es cosa de estudiantes y exaltados del movimiento Occupy sino un hecho incontrovertible.
Lejos de convertirle en un enemigo p¨²blico por esas tesis que van en contra de la misma fibra del pa¨ªs, la ¨¦lite cultural estadounidense ha adoptado a Piketty como su nueva mascota. Existe una cuenta de Twitter dedicada a subir fotos del economista y se pregunta ¡°?sexy o qu¨¦?¡±. El New York Times lo ha mencionado hasta en 6 art¨ªculos distintos en un solo domingo. El New York Magazine public¨® la semana pasada un reportaje sobre su desenfrenado tour medi¨¢tico y tanto se ha dicho sobre Piketty y su Capital que el Washington Post se burla con una pieza titulada: ¡°C¨®mo escribir tu propio art¨ªculo de Piketty en diez c¨®modos pasos¡±. El punto 4 dice: "Si est¨¢s de acuerdo con ¨¦l, ll¨¢malo un revolucionario". Y el 5: "Si no lo est¨¢s, di que es un ide¨®logo". M¨¢s curioso a¨²n es el punto 7: "Haz referencia a su aspecto f¨ªsico de una manera ligeramente perturbada".
La tesis de Piketty, que tard¨® 15 a?os en amasar la gigantesca masa de datos que componen su libro, es que? la riqueza heredada siempre tendr¨¢ m¨¢s valor que lo que un individuo pueda ganar en una vida. Que el capitalismo es, por lo tanto, incompatible con la democracia y con la justicia social.
Sin ser un bellez¨®n, ni siquiera un dandi, Piketty, de 42 a?os, tiene las hechuras del profesor m¨¢s popular del campus. Alguien como Chris Messina podr¨ªa interpretarle en su biopic ¨Cv¨¦ase c¨®mo cumplimos aqu¨ª con todos los puntos del dec¨¢logo¨C. The New Republic dijo de ¨¦l que ¡°Parece m¨¢s joven a¨²n de lo que es y lleva un traje gris y una camisa con el cuello abierto, un gui?o de estilo quiz¨¢ a su compatriota Bernard Henri-L¨¦vy¡±. Lo que no suelen mencionar esos art¨ªculos ni aparece en su perfil en la Wikipedia es un extra?o episodio que salt¨® brevemente a los medios franceses en 2009, cuando el economista era asesor de S¨¦gol¨¨ne Royal. Su entonces pareja, la actual ministra socialista de Cultura Aur¨¦lie Filipetti, le denunci¨® por agresi¨®n y m¨¢s tarde retir¨® los cargos. Ahora, Piketty comparte su vida con otra economista licenciada en Harvard, Julia Cag¨¦.
Uno de los seis art¨ªculos que The New York Times dedicaba a su nuevo hijo predilecto colocaba a Piketty en la genealog¨ªa de ¡°intelectuales superstar¡±, esas figuras que s¨®lo se dan una vez cada d¨¦cada y que consiguen aunar m¨¢ximo rigor acad¨¦mico con una popularidad mainstream normalmente s¨®lo asequible para una estrella del pop. Los sesenta tuvieron a Susan Sontag, los setenta a Christopher Lasch, los ochenta a Allan Bloom ¨C¡°la versi¨®n universitaria de Gordon Gekko, el protagonista de Wall Street de Oliver Stone¡±¨C y los noventa a Francis Fukuyama. Seg¨²n el Times, el siglo XXI estaba hu¨¦rfano de figuras tot¨¦micas y se hab¨ªa conformado con divulgadores meramente espabilados, como Malcolm Gladwell, hasta que lleg¨® Piketty. Lo que todos estos pensadores tendr¨ªan en com¨²n es que no s¨®lo defienden una Gran Tesis, sino que adem¨¢s ¡°capturan el zeitgeist y de alguna manera lo personifican¡±.
La Gran Tesis de Piketty es que la tendencia de todo rico es a hacerse todav¨ªa m¨¢s rico porque el mercado le empuja inexorablemente y que esa ley inquebrantable arrastra a la sociedad hacia la oligarqu¨ªa. El economista tiene buenas lecturas, como dicta la tradici¨®n francesa, y cita a Jane Austen y Honor¨¦ de Balzac para demostrar c¨®mo en el siglo XVIII y XIX lo normal para las clases altas era no trabajar y sostener la riqueza familiar a trav¨¦s del matrimonio. Ahora ¨¦sta vuelve a ser la norma y creer en la meritocracia del capitalismo no es s¨®lo ingenuo sino err¨®neo. Los periodos de creciente igualdad del siglo XX fueron un mero accidente, producto de las exigencias de la guerra, el poder del trabajo organizado, los impuestos, la innovaci¨®n tecnol¨®gica y la demograf¨ªa.
Si en su d¨ªa Susan Sontag apareci¨® en Zelig, de Woody Allen, interpret¨¢ndose a s¨ª misma, ?cu¨¢l podr¨ªa ser la consagraci¨®n de Piketty como intelectual pop, a lo Slavoj Zizek? Por aqu¨ª apostamos porque aparezca citado en una letra de Jay-Z, ese otro maestro del zeitgeist. Y m¨¢s ahora que su se?ora samplea manifiestos feministas de Zimamanda Adichie. As¨ª que, a ver, ?qu¨¦ rima con Piketty?
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