C¨®mo arreglar el euro
Entre los ajustes para evitar nuevos riesgos, y habiendo una amplia gama de pol¨ªticas econ¨®micas, es necesario que haya una visi¨®n europea y no una suma de visiones nacionales descoordinadas y contradictorias
La crisis en Europa ha vuelto a mutar. Alejado el fantasma de la ruptura del euro (m¨¢s por el miedo de l¨ªderes pol¨ªticos y ciudadanos a saltar al vac¨ªo que por la satisfacci¨®n con el proyecto), calmadas las primas de riesgo por los malabarismos del Banco Central Europeo (BCE) y recuperada cierta esperanza en el crecimiento que vendr¨¢, la zona euro se enfrenta a nuevos riesgos: deflaci¨®n y estancamiento en lo econ¨®mico y desafecci¨®n y anti-europe¨ªsmo en lo pol¨ªtico.
Aunque esta nueva fase de la crisis se avecina m¨¢s tranquila, e invita a pensar que lo peor ha pasado y que el euro ya ha sido suficientemente reformado como para sobrevivir a futuras crisis, a¨²n quedan muchas cosas por hacer y enormes obst¨¢culos por superar.
Esa es precisamente la tesis del informe que acaban de publicar el Real Instituto Elcano y el think tank brit¨¢nico Chatham House, que lleva por t¨ªtulo C¨®mo arreglar el euro. Sostiene que los avances conseguidos hasta la fecha en los campos fiscal y bancario, a¨²n siendo importantes, son insuficientes para afrontar nuevas situaciones cr¨ªticas, y en consecuencia lanza propuestas para completar la uni¨®n monetaria con elementos m¨¢s ambiciosos que abran el camino hacia cierta uni¨®n fiscal y pol¨ªtica, lo que exigir¨¢ reformar los tratados europeos.
En los aspectos bancarios, m¨¢s all¨¢ de que la creaci¨®n del supervisor ¨²nico sea un gran paso adelante y que se hayan acordado tanto el mecanismo de resoluci¨®n como las reglas para que los acreedores de los bancos paguen parte de futuros rescates, sigue sin estar resuelto el problema de retroalimentaci¨®n entre la deuda soberana y la bancaria, que fue precisamente lo que inspir¨® la creaci¨®n de la uni¨®n bancaria. Y mientras este problema no se resuelva, ni el cr¨¦dito podr¨¢ volver a fluir con normalidad hacia las empresas y los ciudadanos de los pa¨ªses en dificultades ni el mecanismo de transmisi¨®n de la pol¨ªtica monetaria funcionar¨¢ de forma efectiva.
Por lo tanto, es imprescindible que la uni¨®n bancaria cuente con un sustento fiscal com¨²n m¨¢s amplio que pueda ser utilizado tanto para recapitalizar bancos como para, en un futuro, operar como un fondo de garant¨ªa de dep¨®sitos al nivel de la zona euro, algo que todav¨ªa no est¨¢ en la agenda. Adem¨¢s, el BCE, que bajo el actual esquema de la uni¨®n bancaria pasar¨¢ a ser una instituci¨®n todav¨ªa m¨¢s pol¨ªtica y poderosa, deber¨ªa ver reformado su estatuto tanto para poder actuar como prestamista de ¨²ltima instancia en momentos de p¨¢nico financiero como para poder impulsar en mayor medida el crecimiento y luchar contra los riesgos de deflaci¨®n.
Hace falta ceder m¨¢s soberan¨ªa a una Uni¨®n, que debe ser percibida como m¨¢s leg¨ªtima
En el campo fiscal es necesario completar los palos con las zanahorias; es decir; es imperativo establecer mayores mecanismos de solidaridad, que son la otra cara de la moneda del armaz¨®n de la responsabilidad (con sus l¨ªmites de deuda y d¨¦ficit) que los pa¨ªses acreedores han impuesto en los a?os m¨¢s duros de la crisis. As¨ª, a los limitados recursos del fondo de rescate y al raqu¨ªtico presupuesto de la Uni¨®n Europea habr¨ªa que a?adir nuevos fondos comunes y centralizados para la zona euro para hacer frente a una amplia gama de pol¨ªticas y transferencias que permitan amortiguar los shocks asim¨¦tricos que se produzcan en la moneda ¨²nica mucho m¨¢s all¨¢ de lo que lo han hecho hasta ahora los fondos estructurales y de cohesi¨®n. Estos fondos comunes tambi¨¦n servir¨ªan como el amortiguador fiscal de ¨²ltima instancia para la uni¨®n bancaria.
En definitiva, se trata de crear un tesoro ¨²nico para la zona euro con atribuciones de gasto y de ingreso. Se financiar¨ªa emitiendo deuda mutualizada, recaudando nuevos impuestos europeos (y luchando tambi¨¦n contra el fraude fiscal a nivel nacional y supranacional), as¨ª como con contribuciones de los estados miembros. Gastar¨ªa en pol¨ªticas paneuropeas, que podr¨ªan incluir desde infraestructuras clave hasta la financiaci¨®n de la prestaci¨®n por desempleo de aquellos pa¨ªses que hayan reformado sus mercados laborales siguiendo las directrices europeas.
En el ¨¢mbito de la uni¨®n econ¨®mica es necesario avanzar hacia una mayor coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas de la zona euro que mitigue los efectos externos negativos que las medidas adoptadas unilateralmente por un pa¨ªs puedan tener sobre los dem¨¢s. As¨ª, el objetivo final es que, en una amplia gama de pol¨ªticas econ¨®micas, haya una visi¨®n europea y no una suma de visiones nacionales descoordinadas y contradictorias. Esto exige ceder m¨¢s soberan¨ªa a una Uni¨®n, que necesariamente debe ser percibida como m¨¢s leg¨ªtima, as¨ª como restablecer el binomio solidaridad-confianza entre pa¨ªses del norte y del sur que se ha roto con la crisis.
Al igual que en el caso de la uni¨®n fiscal, avanzar pasa por dise?ar mecanismos que premien el cumplimiento de las reformas estructurales que se consideren necesarias con mayores fondos europeos y que penalicen el retraso en dichas reformas, algo que afectar¨ªa por igual a los pa¨ªses del norte y del sur. En particular, se podr¨ªa contemplar imponer sanciones tanto por exceso de gasto o desequilibrios persistentes (algo ya incorporado en las nuevas reglas) como por dedicar un gasto insuficiente a partidas consideradas clave para el desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs, como la educaci¨®n o la inversi¨®n en I+D. Esto permitir¨ªa aumentar el apoyo ciudadano a la cesi¨®n de soberan¨ªa a Bruselas.
Solo una Europa unida puede
hacer frente a los crecientes desaf¨ªos de la globalizaci¨®n
Para coordinar estas pol¨ªticas habr¨ªa que crear un ministro de Econom¨ªa de la zona euro que podr¨ªa ser, al mismo tiempo, presidente del Eurogrupo y vicepresidente de la Comisi¨®n, y que jugar¨ªa el papel de interlocutor con el BCE. Este cargo coordinar¨ªa el funcionamiento de los mercados de bienes, servicios y trabajo, buscar¨ªa sinergias y complementariedades entre los planes nacionales de reformas, llevar¨ªa a cabo el an¨¢lisis macro-prudencial junto con el Consejo Europeo de Riesgo Sist¨¦mico y el BCE, dise?ar¨ªa las pol¨ªticas paneuropeas y aplicar¨ªa sanciones en casos de incumplimiento. Ser¨ªa, adem¨¢s, la cara del euro ante el mundo. Eso s¨ª, para que su enorme poder de decisi¨®n fuera leg¨ªtimo, deber¨ªa rendir cuentas ante el Parlamento Europeo.
L¨®gicamente, las reformas que se plantean aqu¨ª tendr¨¢n que superar una serie de obst¨¢culos. El motor Par¨ªs-Berl¨ªn de la integraci¨®n europea est¨¢ en punto muerto. Por cuestiones hist¨®ricas, Alemania se resiste a tomar el liderazgo. Francia, por su parte, est¨¢ cada vez m¨¢s ensimismada, y se opone a ceder m¨¢s soberan¨ªa a Bruselas. Adem¨¢s, en numerosos pa¨ªses, los l¨ªderes pol¨ªticos se resisten a negociar un nuevo tratado porque no quieren repetir la experiencia de ver c¨®mo sus poblaciones vuelven a rechazarlo en refer¨¦ndum.
Por todas estas razones, lo m¨¢s probable es que los l¨ªderes europeos opten por no reformar los tratados, sino por decisiones intergubernamentales con el respaldo de sus respectivos parlamentos nacionales. Sin embargo, esta v¨ªa es peligrosa. La implicaci¨®n de los parlamentos nacionales tiene la apariencia de dotar al proceso de suficiente legitimidad democr¨¢tica, pero esa l¨®gica solo es v¨¢lida para los pa¨ªses acreedores, que retienen el poder de veto en la transferencia de recursos. No es aplicable a los pa¨ªses deudores que est¨¢n a merced de las decisiones tomadas en parlamentos nacionales ajenos. En este sentido, la propuesta de hacer del presidente del Eurogrupo el ministro de Econom¨ªa de la zona euro solo puede ser una soluci¨®n transitoria. Para que este cargo sea realmente leg¨ªtimo, la ciudadan¨ªa europea deber¨ªa ser capaz de votar directamente, o indirectamente a trav¨¦s del Parlamento Europeo, al presidente de la Comisi¨®n, y ¨¦ste deber¨ªa elegir al ministro de Econom¨ªa. Para ello, en alg¨²n momento, se necesitar¨¢ cambiar el tratado sobre la base de una consulta muy concreta a los europeos: ?est¨¢n a favor de trasladar su soberan¨ªa a nivel supranacional o prefieren volver a las soberan¨ªas nacionales?
Ese debate alg¨²n d¨ªa llegar¨¢, y lo m¨¢s deseable es que los ciudadanos entiendan que solo una Europa unida puede hacer frente a los desaf¨ªos de la globalizaci¨®n. Por el momento, las elecciones europeas del 25 de mayo deber¨ªan ser el primer paso hacia la creaci¨®n de una soberan¨ªa europea. Para ello, es importante que la participaci¨®n sea alta, y que por primera vez en la historia el pr¨®ximo presidente de la Comisi¨®n sea el candidato l¨ªder de la formaci¨®n del parlamento europeo m¨¢s votada, y no un candidato compromiso acordado por el Consejo europeo en negociaciones a puerta cerrada a altas horas de la madrugada.
Federico Steinberg y Miguel Otero-Iglesias son investigadores principales del Real Instituto Elcano y autores del informe C¨®mo arreglar el euro.
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