La diplomacia de los valores
El Gobierno espa?ol es c¨®mplice de la injusta situaci¨®n del S¨¢hara Occidental, pero la acci¨®n exterior tambi¨¦n se puede ejercer de otra manera
En los ¨²ltimos d¨ªas se ha negociado la misi¨®n de la ONU de verificaci¨®n del alto el fuego en el S¨¢hara Occidental, territorio que, conviene recordar siempre, permanece ocupado ilegalmente por Marruecos desde hace algunas d¨¦cadas. Ante la complicidad del gobierno espa?ol con esta situaci¨®n, la sociedad civil y algunos partidos pol¨ªticos han tomado partido durante muchos a?os para denunciar el atropello a la legalidad internacional y la impunidad con que el r¨¦gimen alau¨ª viola sistem¨¢ticamente los derechos humanos en aquel territorio, a fin de mantener su presencia y dominaci¨®n.
Desde luego, han venido a convertirse en otra diplomacia, con objetivos y valores muy diferentes de la que negocia vidas ajenas en los despachos de las embajadas y no ha pisado nunca la arena del desierto. A Marruecos le importa mucho que la Minurso siga siendo pr¨¢cticamente la ¨²nica misi¨®n de la ONU sin un mandato de vigilancia de los derechos humanos. Con esa impunidad se asegura el control y el dosificaci¨®n del terror entre una poblaci¨®n curtida en estas casi cuatro d¨¦cadas de conflicto. Controla adem¨¢s el expolio que realiza de las materias primas de aquel territorio, y juega fuerte y contra quien haga falta para que el status quo se mantenga. El acuerdo de pesca entre Marruecos y la UE sali¨® adelante, gracias a negociaciones secretas y bajo cuerda, a pesar del voto en contra del Parlamento europeo, y ahora decenas y decenas de camiones pintados de blanco esperan su turno en los puertos saharauis para evacuar toneladas de pescado de la forma m¨¢s discreta posible.
N¨²ria me confiesa que pudo ver la marca de alguna conocida conservera gallega en esos camiones, a pesar de la operaci¨®n de camuflaje. D¨ªas atr¨¢s baj¨® a los territorios ocupados, junto con una delegaci¨®n catalana de parlamentarios, ediles y activistas, en coordinaci¨®n con otras tantas delegaciones del Estado y europeas, para presionar in situ con su presencia en esas negociaciones alrededor de la misi¨®n de la Minurso. Fueron retenidos durante algunas horas en su hotel para apartarlos de las manifestaciones que tuvieron lugar en El Ai¨²n y agredidos con piedras por la polic¨ªa marroqu¨ª, mientras que otros compa?eros aragoneses o noruegos eran expulsados del pa¨ªs sin contemplaciones. La misma semana, otra diputada ha dejado su esca?o en el Parlament para ser testigo de las consecuencias de la ocupaci¨®n israel¨ª de los territorios palestinos. Las vacaciones pagadas por todos, como alg¨²n avezado lector de peri¨®dicos electr¨®nicos titulaba la misi¨®n sobre el terreno, se tuvieron que alargar unos cuantos d¨ªas m¨¢s, por el cierre de fronteras que Israel impone en la regi¨®n. Seguramente al mismo lector no le import¨® en absoluto que el president Mas acudiera con su s¨¦quito en su momento a cerrar acuerdos comerciales con la potencia ocupante en esa parte del mundo.
Sin el testimonio y el trabajo de todas esas personas, ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil tomar conciencia y denunciar situaciones que sobrepasan cualquier l¨®gica y, sobre todo, los principios que un Estado de Derecho como Espa?a deber¨ªa defender, en su territorio y fuera de ¨¦l. Casi al mismo tiempo, el ministro Margallo sigue con su campa?a para que Espa?a ocupe un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, el mismo que no tiene el coraje de dotar a la Minurso de los contenidos obvios de una misi¨®n en un territorio ocupado. Pero la Marca Espa?a y los contratos con s¨¢trapas de todo pelaje ameritan la poltrona. Afortunadamente, el concepto de la diplomacia ha cambiado mucho en los ¨²ltimos a?os y la ciudadan¨ªa tiene en su mano otros instrumentos y representantes para ejercerla de otra manera. Para que, sencillamente, los derechos humanos sean realmente el objetivo central de nuestra acci¨®n exterior, y no una frase manoseada y desprovista de contenido en los discursos prefabricados de cualquier recepci¨®n de alto copete. Para que la solidaridad no se quede en un simp¨¢tico aderezo de las misiones comerciales o en moneda de cambio para congraciarse con posibles licitadores multimillonarios de nulo pedigr¨ª democr¨¢tico.
Gracias, simplemente, por demostrar que existen otras diplomacias que defienden valores muy diferentes. Y gracias por el valor de ejercerla, no es evidente en los tiempos que corren seguir luchando por lo que creemos m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras.
Miquel Carrillo es coordinador de la asociaci¨®n catalana de Ingenier¨ªa sin Fronteras y miembro de la Secretar¨ªa Ejecutiva de la Federaci¨®n Espa?ola.
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