Paul Anka, la venganza se escribe fr¨ªa
El m¨¢s duradero de los cantantes juveniles de la d¨¦cada de los cincuenta ha alborotado el mundo del espect¨¢culo con ¡®My way¡¯. En su biograf¨ªa, una panor¨¢mica descarnada de una ¨¦poca libertina, el int¨¦rprete y compositor arregla cuentas con las estrellas, desde Frank Sinatra a Michael Jackson
Paul Anka (Ottawa, 1941) es el perfecto entrevistado. Se cuida y se presenta fresco ante los periodistas: en las giras, ¨¦l y su esposa vuelan en jet privado, y los m¨²sicos en autob¨²s o avi¨®n comercial. Ante la grabadora, abre el grifo de las an¨¦cdotas y no para; domina adem¨¢s el arte de la narraci¨®n, con sus pausas dram¨¢ticas y su remate hilarante. Anka se mantiene en primera l¨ªnea desde 1957, el a?o de su inmortal Diana, y ha tenido el gusto ¡ªy el susto¡ª de tratar con varias generaciones de superestrellas. Su memoria parece impecable y finalmente ha sucumbido a la tentaci¨®n de firmar una autobiograf¨ªa, My way.
Precavido, ha esperado a que mueran casi todos los implicados. Desde Elvis Presley (¡°sin curiosidad por el mundo¡±) a Michael Jackson, personajes que confirman una de sus m¨¢ximas: ¡°A mayor fama, mayor delirio¡±. Durante unos d¨ªas, Jackson y Anka fueron vecinos en el Mirage, hotel-casino de Las Vegas. Anka se asombraba del constante desfile de ni?os y de que Michael negara la entrada al servicio. Cuando Jackson se march¨®, descubrieron el interior del chalet arrasado, y Steve Wynn le declar¨® persona non grata en sus establecimientos.
?l tambi¨¦n comprob¨® que Michael pod¨ªa ser despiadado. Ambos hab¨ªan colaborado discretamente; ante el asombro del canadiense, Jackson mand¨® a unos esbirros para apoderarse de las cintas grabadas conjuntamente. El desquite lleg¨® cuando los herederos del difunto publicaron This is it como una composici¨®n in¨¦dita de Jackson, y Anka demostr¨® que se trataba de una obra conjunta; exigi¨® ¡ªy consigui¨®¡ª el 50% de los derechos de autor.
Anka ha prosperado en todas sus empresas, desde un servicio de alquiler de aviones a su editorial musical. Se necesita una intuici¨®n fuera de lo com¨²n para adquirir los derechos de Comme d¡¯habitude, un ¨¦xito de Claude Fran?ois, y reinventarla como My way, arrogante himno a mayor gloria de Frank Sinatra.
No le gust¨® ser miembro del Rat Pack: tabaco, alcohol y abuso de mujeres
Es un creador de trajes musicales a medida. Todav¨ªa se ruboriza cuando suena She¡¯s a lady, uno de los mayores ¨¦xitos de Tom Jones, con letra particularmente machista. Pero era lo que le encargaron: un himno al Jones conquistador. Aunque advierte que el gal¨¦s era taca?o en las lides amorosas. El verdadero obseso sexual era su m¨¢nager.
Anka se presenta como un todoterreno capaz de glorificar en canciones un estilo de vida que, en realidad, pod¨ªa detestar. Sinatra le invisti¨® miembro honorario del Rat Pack, bajo el apodo de The Kid (el chaval). Lo que vio all¨ª no le gust¨®, rememora. Tanto fumar y beber no eran actividades para artistas que deb¨ªan cuidar sus gargantas. Hombre moderado, casado y con cinco hijas, no entend¨ªa que el Rat Pack disfrutara abusando de las mujeres: cuando no hab¨ªa actrices de Hollywood a su disposici¨®n, se llamaba a prostitutas. Fue este aspecto de ¡°circo sexual¡± lo que atrajo a John F. Kennedy.
El atractivo inicial de Las Vegas era su (relativa) inocencia: ¡°Una Disneylandia con tragaperras¡±. Anka entendi¨® su transformaci¨®n, cuando el turismo se masific¨® y las corporaciones impusieron su ley. Sinatra tard¨® en asimilarlo: estaba habituado a que le regalaran 50.000 d¨®lares en fichas. Durante una noche infausta en el Sands, perdido medio mill¨®n de d¨®lares, le cortaron el cr¨¦dito. Frank exigi¨® la presencia del jefe, Carl Cohen, que le explic¨® las nuevas reglas, ¡°ahora tenemos que responder ante nuestros accionistas¡±. Sinatra le tir¨® caf¨¦ hirviendo; Cohen replic¨® con un certero pu?etazo que hizo saltar los dientes falsos del cantante. Humillado, al d¨ªa siguiente pidi¨® a sus amigos mafiosos que se ocuparan de Cohen; imposible. Era intocable: estaba muy alto en el escalaf¨®n del crimen organizado. Sinatra, aclara Anka, ten¨ªa un mal beber. ¡°Ordenaba¡± entonces ejecuciones, aunque ya hab¨ªa pasado el tiempo de los cad¨¢veres enterrados en el desierto de Nevada: quiso que se eliminara a su bi¨®grafa, Kitty Kelley, precisamente por escarbar en sus lazos con la Mafia.
Anka no dej¨® de componer para Sinatra, mientras se deterioraban sus poderes art¨ªsticos: ¡°Daba pena verle pendiente del teleprompter para recordar las letras. Tanto miedo inspiraba que nadie se atrevi¨® a avisarle la noche que sali¨® al escenario sin el tup¨¦¡±. De sus socios, Anka guarda sentimientos ambiguos. Dean Martin exageraba su alcoholismo para hacer lo que le apetec¨ªa. Al menos, Sammy Davis Jr. era sincero: reconoc¨ªa sus experiencias con drogas y bisexualidad, asumiendo que esas audacias le expulsaban del Rat Pack.
My way es el retrato de un superviviente y la panor¨¢mica descarnada de un mundo libertino, ya desaparecido (o necesariamente disimulado). Hoy, en la era de las comunicaciones instant¨¢neas, famosos y millonarios deben extremar las precauciones. ?l mismo es un buen ejemplo: la ¨²nica querella generada por su libro vino de Mohamed Al Fayed, que le acus¨® de denigrar la memoria de su hijo Dodi al mencionar, entre otras intimidades, que le prest¨® dinero. Anka desmont¨® el caso al mostrar fotocopias de los cheques con los que se sald¨® la deuda. Por cierto, el cantante piensa que el accidente mortal con Lady Di pudo evitarse: ¡°Dodi era muy paranoico y aquella escapada enloquecida por Par¨ªs no ten¨ªa sentido¡±.
Paul Anka y su orquesta act¨²an en Barcelona (10 de julio) y en Vitoria (18).
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