Un partido sin Mandela
El triunfo renovado del ANC en Sud¨¢frica le exige reformarse para hacer una sociedad m¨¢s justa
Las elecciones sudafricanas han dado al Congreso Nacional Africano (ANC) una rotunda victoria, por encima del 62% del voto, que permite al partido gobernante mantener el dominio absoluto que viene ejerciendo desde que con Nelson Mandela ganase los primeros comicios democr¨¢ticos y multirraciales en 1994. La mayor¨ªa del ANC en el Parlamento, que formalmente designa al presidente del pa¨ªs, otorgar¨¢ un segundo mandato a Jacob Zuma, pese a las graves acusaciones de corrupci¨®n que pesan sobre ¨¦l.
Los esc¨¢ndalos econ¨®micos y personales que rodean al impopular Zuma (el ¨²ltimo, gastar 16 millones de euros de los contribuyentes en la mejora de su residencia privada) no se han cobrado sobre el partido el peaje que sus rivales esperaban. El gran triunfo del ANC ha oscurecido la subida de seis puntos, hasta el 22%, de la liberal Alianza Democr¨¢tica, segunda fuerza m¨¢s votada, pero percibida como un partido de blancos. Tampoco parece haber hecho mella sobre el ANC la frustraci¨®n popular sobre aspectos tan decisivos como la languideciente econom¨ªa, el elevado desempleo, la extendida pobreza o la situaci¨®n calamitosa de la educaci¨®n. Las elecciones han dejado claro que para la mayor¨ªa de los negros sudafricanos no hay por el momento una alternativa cre¨ªble al partido gobernante, aunque haya perdido tres puntos respecto a 2009.
La reciente muerte de Mandela ha jugado electoralmente a favor del ANC. Pero las glorias pasadas y el legado de Madiba no son un talism¨¢n sin fecha de caducidad. A?os antes del fallecimiento de Mandela, y en volandas de sus abrumadoras mayor¨ªas electorales, el virtual partido ¨²nico sudafricano ya se hab¨ªa instalado en la complacencia, y sus gerifaltes en un mundo de privilegios poco compatibles con el ideario del antiguo movimiento de liberaci¨®n.
En su renovada victoria, el ANC tiene mucho por hacer y pocas expectativas de conseguirlo en solitario. Ha evitado sucumbir al odio racial y a los nefastos ajustes de cuentas de otros pa¨ªses vecinos, pero no ha desarraigado algunas de las m¨¢s graves injusticias heredadas del gobierno de la minor¨ªa blanca. Es un partido de liderazgo d¨¦bil, que cobija demasiada corrupci¨®n y contradicciones e incapaz, pese a sus ¨¦xitos, de afrontar los problemas m¨¢s acuciantes del pa¨ªs. Quiz¨¢ el mayor es que Sud¨¢frica es hoy una sociedad m¨¢s desigual en funci¨®n de distribuci¨®n de renta que durante el apartheid.
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