Putin es poco cre¨ªble
La escalada de la crisis en Ucrania exige al l¨ªder ruso un compromiso real con la diplomacia
Una de las grandes bazas de Vlad¨ªmir Putin en la crisis de Ucrania es la nebulosa que mantiene sobre sus movimientos. El desconocimiento de sus intenciones otorga al presidente ruso frente a las potencias democr¨¢ticas la iniciativa y el control de los tiempos de su desaf¨ªo. EE?UU y Europa se limitan a esperar para reaccionar, con frecuencia con el pie cambiado. Esta semana, contradiciendo a su ministro de Exteriores, Putin ha sorprendido pidiendo a los separatistas prorrusos que pospongan el refer¨¦ndum sobre la independencia previsto hoy en algunas zonas del sureste de Ucrania, una farsa ajena a cualquier legalidad. Incluso ha calificado de positivas las elecciones presidenciales del 25 de mayo y anunciado la retirada de las tropas rusas de la frontera.
El escepticismo es inevitable. Si las declaraciones del l¨ªder ruso reflejaran sus intenciones reales habr¨ªa que saludarlas como un giro alentador en un conflicto que comienza a descontrolarse. Los hechos, sin embargo, no acompa?an. Ni la OTAN tiene indicios del repliegue de los 40.000 soldados rusos; ni Putin ha pedido a los cabecillas de la insurrecci¨®n que abandonen las armas y los edificios ocupados; ni los medios rusos han bajado el diapas¨®n en su feroz campa?a de descr¨¦dito del Gobierno de Ucrania. Por el contrario, el presidente ruso, en el apogeo de su popularidad, ha conmemorado el aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi con un desafiante viaje a Sebastopol para remachar en pose ultranacionalista los pretendidos argumentos hist¨®rico-legales con los que justifica la anexi¨®n de Crimea.
Putin, sin embargo, no parece predispuesto a una acci¨®n militar, incluso si su intenci¨®n es atizar el caos antes de las elecciones presidenciales. La invasi¨®n de Ucrania no ser¨ªa un paseo como Crimea, sino un experimento caro y sangriento que adem¨¢s acabar¨ªa presumiblemente con la pol¨ªtica contemplativa de EE?UU y la UE. El debilitamiento de Kiev y la federalizaci¨®n del pa¨ªs ¡ªambici¨®n declarada de Putin¡ª pueden alcanzarse por medios menos brutales.
Editoriales anteriores
La mascarada independentista anunciada hoy en Donetsk y Luhansk, sin la menor base legal, ser¨ªa uno de ellos, aunque no est¨¦ clara la contundencia de su desenlace. Los separatistas prorrusos esperan que el voto afiance su apuesta, pero una parte sustancial de la ciudadan¨ªa, seg¨²n los sondeos, parece distinguir entre los agravios de Kiev y la ruptura con Ucrania.
La crisis de Ucrania quema peligrosamente etapas a medida que la sangre cobra protagonismo sobre una diplomacia varada. Y Putin maneja los tiempos y las palancas de la tensi¨®n. Merkel y Hollande advirtieron ayer de las funestas consecuencias de que no lleguen a celebrarse las elecciones previstas. Occidente debe estar listo para descargar sobre el Kremlin sanciones mucho m¨¢s da?inas y resueltas que las actuales si el l¨ªder ruso no pone fehacientemente todo su peso detr¨¢s de una soluci¨®n civilizada que respete la integridad y soberan¨ªa del pa¨ªs vecino.
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