Michel Butor, artista en la frontera
Para el emblema de la literatura experimental francesa la vida es un taller y el arte nunca est¨¢ donde se espera
Va vestido de viajes. Ese broche geom¨¦trico proviene de una tribu de Arizona y est¨¢ hecho con tejido vegetal y crin de caballo; y ese estuche laqueado para sus gafas necesarias ¨Ccolor ¨®nix atravesado por vetas de rojo¨C es obra de artesanos japoneses. Con ese mono tejano de grandes bolsillos, dise?ado por su difunta esposa, en la zona de nadie entre el uniforme de trabajo y el traje elegant¨ªsimo, Michel Butor firma una declaraci¨®n de intenciones: la vida es un taller y el arte nunca est¨¢ donde se espera. Por eso despu¨¦s de alcanzar un gran reconocimiento como escritor abandon¨® hace 50 a?os la novela y se consagr¨® a otro tipo de literatura, la que aspira a ser arte contempor¨¢neo gracias al collage, al ensayo inquieto o al di¨¢logo con artistas pl¨¢sticos. La que sorprende y vibra porque viaja.
¡°Ning¨²n viaje me ha decepcionado¡±, me dice, ¡°aunque sean por trabajo, como profesor, o precisamente gracias a ello, siempre te permiten ver desde el otro lado de la frontera¡±. Suiza, Egipto, EE UU, Brasil, Alemania, Jap¨®n, M¨¦xico, los pa¨ªses que antes llam¨¢bamos la Europa del Este: pocas zonas del mundo le son ajenas. Pese a los 87 a?os, casi calvo, la mirada amable, aud¨ªfono en la oreja derecha, la barba tan blanca, no cuesta imaginar que durante la mayor parte de su vida practic¨® la docencia n¨®mada, el pelo muy negro, encrespado, paisajes ex¨®ticos como tel¨®n de fondo.
Viajar es como crear un libro a cuatro manos: te abres al otro. No importa que sea Miquel Barcel¨®, Antoni T¨¤pies o un dibujante desconocido, me cuenta, para ¨¦l son todos iguales. Suman ya cerca de 2.400 los libros de artista o de bibli¨®filo cuya autor¨ªa ha compartido con pintores y dibujantes como Mart¨ª Pey, que lo acompa?a en estos d¨ªas barceloneses. Nos encontramos en la Fundaci¨® T¨¤pies, pues el motivo de esta en¨¦sima visita es recordar el proyecto frustrado de Alphabet neuf, un libro que, pese a contar con casi todos los textos e ilustraciones, no lleg¨® a existir, ¡°debido a un problema con el editor¡±. El pintor catal¨¢n y el escritor parisiense fueron presentados por Andr¨¦ Villers, conocido como ¡°el fot¨®grafo de Picasso¡±, aunque en realidad retratara a decenas de mitos de la cultura contempor¨¢nea, entre ellos al propio Butor.
No se siente c¨®modo con el vestuario occidental: ¡°He rechazado ingresar en la Academia Francesa porque mis monos son incompatibles con esos trajes de los acad¨¦micos¡±, bromea. La met¨¢fora, no obstante, es v¨¢lida para entender su figura. Entre la literatura y las artes pl¨¢sticas, entre el yo y el otro, entre Francia y el mundo. Butor crea su propio espacio entre dos espacios previos. Su biograf¨ªa, pr¨®diga en fronteras, es tan dif¨ªcil de resumir como su bibliograf¨ªa. En los ¨²ltimos a?os, varias bibliotecas y archivos han asumido el reto de ordenar toda su producci¨®n. Peri¨®dicamente las furgonetas van a su casa a recoger correspondencia, cuadernos de viaje, bocetos, legajos, para incorporarlos a las colecciones que mapean una vida en su crep¨²sculo. ?Qu¨¦ preferir¨ªa, una Fundaci¨®n Literaria Michel Butor o un Museo de Arte Contempor¨¢neo Michel Butor?, le pregunto antes de despedirme. Su respuesta comienza con un largo suspiro.
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