Take That, tocados y ?hundidos?
Acusados de defraudar a hacienda 81 millones, la banda se enfrenta al mayor descalabro de su carrera. Superadas envidias y altibajos, el esc¨¢ndalo podr¨ªa acabar con la reputaci¨®n de estos ¨ªdolos juveniles de los noventa
Cuenta la leyenda que en el Madame Tussauds fundieron a Gary Barlow para moldear la figura de Britney Spears. El museo de cera niega que reciclen personajes con este sistema, pero los hechos demuestran que el doble de Barlow desapareci¨® coincidiendo con el despido del artista por parte de su discogr¨¢fica y resurgi¨® en 2011, justo cuando repunt¨® su popularidad. Si Madame Tussauds, en efecto, ejerce como casposo bar¨®metro de la fama, Barlow estar¨¢ temiendo una nueva desaparici¨®n de su ¨¢lter ego. El cantante principal de Take That ha sido declarado culpable de defraudar al fisco 81 millones junto a Mark Owen y Howard Donald, dos de los cuatro miembros actuales del grupo, y su m¨¢nager. La falsa sociedad de inversi¨®n Icebreaker Management ofrec¨ªa una argucia en la que participaron millonarios y nombres conocidos, como el exentrenador de la selecci¨®n inglesa Terry Venables y el atleta ol¨ªmpico Colin Jackson.
Sin embargo, las trampas fiscales de Barlow y sus compa?eros han calado hondo entre los brit¨¢nicos. Adem¨¢s de enfrentarse a la ruina, se juegan la reputaci¨®n que se volvieron a ganar en los ¨²ltimos a?os.
De todos, Barlow es el que m¨¢s tiene que perder. En los ¨²ltimos a?os se hab¨ªa reconvertido en un venerable del pop. Ejerc¨ªa de jurado en la versi¨®n brit¨¢nica de Factor X y organiz¨® el concierto de conmemoraci¨®n de los 60 a?os de la entronizaci¨®n de Isabel II. Ahora se encuentra bajo presi¨®n para que devuelva la Orden del Imperio Brit¨¢nico que le fue concedida por su labor solidaria. En su defensa ha salido nada menos que David Cameron, al que conoci¨® en el enclave para millonarios de los Cotswolds, donde el m¨²sico tiene una mansi¨®n. El primer ministro argument¨® que Barlow, simpatizante del partido tory, puede quedarse la condecoraci¨®n porque ha hecho mucho por el pa¨ªs. La opini¨®n p¨²blica no sabe si re¨ªrse o montar en c¨®lera.
Para sumir la factura de Hacienda, el grupo baraja una nueva gira
La boy band brit¨¢nica Take That ha pasado por m¨²ltiples hundimientos y renaceres. La historia de este grupo prefabricado para adolescentes se cuenta con una letan¨ªa de envidias, peleas y depresiones que la ¨²ltima reuni¨®n parec¨ªa haber curado. La historia, en clave de f¨¢bula, resulta hasta edificante. Cuatro buenos chicos que hab¨ªan recuperado la simpat¨ªa de un p¨²blico nost¨¢lgico. Con sus defectos y virtudes, se hicieron un hueco en la historia musical de su pa¨ªs. Lo que los brit¨¢nicos llaman ¡°un tesoro nacional¡±. Pero los tesoros nacionales no evaden impuestos. Para asumir la supuesta factura de 36 millones que prepara Hacienda, barajan emprender una gira internacional. La anterior, en 2011, les procur¨® una fortuna, pero es poco probable que ahora logren un ¨¦xito ni de lejos comparable.
Take That naci¨® con la d¨¦cada de los noventa gracias a un astuto m¨¢nager de Manchester llamado Nigel Martin-Smith. La obsesi¨®n de este representante era crear la versi¨®n brit de los New Kids on the Block, y para ello junt¨® a cinco completos desconocidos cuyo ¨²nico nexo en com¨²n era proceder del norte de Inglaterra. Barlow era el ¨²nico que pod¨ªa definirse como m¨²sico. El guapito Mark Owen jugaba al f¨²tbol; Robbie Williams era un actor aficionado con debilidad por el break dance; Jason Orange, un alba?il que bailaba en sus ratos libres, y Howard Donald, un aprendiz de chapa y pintura. Barlow ten¨ªa tanta facilidad componiendo como poco carisma, y el resto ejerc¨ªan como cuerpo de baile y reclamo visual para adolescentes. La f¨®rmula funcion¨®. Terminaron vendiendo millones de discos y, seg¨²n la normalmente prudente BBC, el grupo era entonces la banda brit¨¢nica con m¨¢s ¨¦xito desde los Beatles.
Pero algo empez¨® a torcerse. A Robbie Williams, el grandull¨®n con encanto, se le empez¨® a ir la mano con la coca¨ªna, y Barlow, el l¨ªder, le invit¨® a marcharse. Williams se fue dando un portazo y lanzando unos cuantos improperios. Take That se termin¨® separando un a?o m¨¢s tarde, en 1996.
Williams alcanzaba el estrellato mientras sus excompa?eros se derrumbaban. Barlow y Owen emprendieron sin demasiado ¨¦xito una carrera en solitario. Ambos fueron despachados de sus discogr¨¢ficas. El que fuera el l¨ªder, bloqueado, se recluy¨® en su mansi¨®n y engord¨® hasta llegar a 100 kilos. Como hab¨ªa augurado Robbie, se hab¨ªa pasado de moda. Owen empez¨® a beber sin control, Orange se escap¨® a Tailandia y Donald contempl¨® el suicidio.
Diez a?os despu¨¦s, Take That volvi¨® a juntarse sin Williams, que por entonces estaba en California persiguiendo ovnis. Disfrutaron de su segunda vida como banda y lograron un ¨¦xito que parec¨ªa imposible. El ¨¢lbum Beautiful world lleg¨® al n¨²mero uno de las listas, ganaron tres premios Brit y llenaban estadios. Barlow estaba plet¨®rico. El hijo pr¨®digo Williams, reconciliado con ¨¦l, se uni¨® brevemente en 2010 para despedirse poco despu¨¦s. Justo a tiempo. Ni ¨¦l ni Orange ¡ªque posee un rol menor en la discograf¨ªa de Take That y, por tanto, no debe ganar tanto en royalties¡ª est¨¢n implicados en el esc¨¢ndalo fiscal.
Este error podr¨ªa acabar definitivamente con Take That. Barlow ve impotente c¨®mo su rival Williams no solo acumula una fortuna de 128 millones que casi dobla la suya, de 73. Pese a sus faltas, el buf¨®n atormentado le ha terminado ganando la batalla moral. Ese gol en propia porter¨ªa a pocos minutos del final debe de doler m¨¢s que todos los n¨²meros uno.
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