En ruinas
El libro de Enzensberger es una de esas cr¨®nicas del Tercer Mundo "como las que leemos cada d¨ªa durante el desayuno"
He aqu¨ª lo que sucede, seg¨²n se cuenta en el libro Europa en ruinas, de Hans Magnus Enzensberger (editorial Capit¨¢n Swing): "Lo terrible de este lugar situado al norte de Sri Lanka no es que alguien te puede asaltar, si bien al menos no durante el d¨ªa, sino la certeza de que gente de nuestra condici¨®n expuesta de repente a esta vida se hundir¨ªa en tres d¨ªas. (¡) En el peri¨®dico hay una columna dedicada a los asaltos cotidianos; sucede que encuentran un cad¨¢ver desnudo y los asesinos pertenecen siempre al bando contrario. Hay barrios enteros sin una sola luz. Monta?as de ladrillos, debajo los cad¨¢veres sepultados, arriba las estrellas brillantes; lo ¨²nico que all¨ª se mueve son las ratas".
Esa Europa en ruinas que Enzensberger revisita en ese libro luminoso y pat¨¦tico estremece a¨²n hoy
Es, dice Enzensberger en el pr¨®logo de ese libro, una de esas cr¨®nicas del Tercer Mundo "como las que podemos leer cada d¨ªa durante el desayuno". Lo que las diferencia de esas tremendas noticias que digerimos con el cruas¨¢n o con el zumo de naranja "es que las ubicaciones han sido falseadas", as¨ª que en esta en concreto Sri Lanka no es la ciudad donde verdaderamente ocurre esa sucesi¨®n devastadora, la imagen de poder¨ªo oscuro que tiene una contienda, sino cualquiera de estas ciudades: Roma, Fr¨¢ncfort, Berl¨ªn o Atenas¡ Eso pasaba en Europa, y no pasaba en la antig¨¹edad, en el pasado en que todo era peor, sino hace tan poco tiempo que sigue habiendo en el mundo personas que se reconocen entre esos escombros, y esos escombros son la Europa cuya reconstrucci¨®n a¨²n no ha acabado y sobre la que hoy votar¨¢n millones de ciudadanos en esas capitales y en otras, como Madrid, Barcelona, Bilbao o Mah¨®n.
Esa Europa en ruinas que Enzensberger revisita en ese libro luminoso y pat¨¦tico estremece a¨²n hoy, como entre nosotros estremece la Guerra Civil, simbolizada en las ruinas de Guernica o en las tragedias que los historiadores orales de nuestro pa¨ªs escucharon de boca de supervivientes a¨²n at¨®nitos ante la dureza de nuestra confrontaci¨®n. Esa visita del autor alem¨¢n a los cristales y las almas rotas de la II Guerra Mundial concita alrededor de Enzensberger a algunos de los m¨¢s importantes autores de aquel tiempo, desde Max Frisch (el autor de Homo faber, una de las grandes f¨¢bulas del siglo XX) hasta Martha Gellhorn, a la que relacionamos con Ernest Hemingway cuando queremos simplificar su identidad.
Entre los textos seleccionados por Enzensberger para contar ese paisaje desolador hay tambi¨¦n notas de Edmund Wilson, de Alfred D?blin (el autor de Berliner Alexanderplatz) o de Janet Flanner. Ellos recogieron im¨¢genes cotidianas de la Europa en guerra (1944) y de la devastaci¨®n que qued¨® viva, y muerta, en los campos de batalla, en Roma, en Par¨ªs, en Atenas, en todos esos lugares que fueron el sitio de las cenizas y que ahora son la imagen de una reconstrucci¨®n que parece que se hizo de milagro y la hicieron hombres, europeos como nosotros, a partir de la certeza de que la vida no la sepultan ni la guerra ni la muerte.
En este d¨ªa de votaci¨®n europea no se me ocurre mejor recomendaci¨®n a los indecisos sobre la oportunidad de darle un empuj¨®n a Europa que la lectura de este libro que no es tan s¨®lo ¨²til, como la mayor¨ªa de los libros, sino imprescindible. La literatura naci¨® para que el hombre supiera del dolor de otros hombres; en este caso ese dolor es la simiente de la Europa de hoy, una especie de grito que se percibe a¨²n, como dir¨ªa Richard Ford, como las flores entre las grietas.
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