Pa¨ªs en revoluci¨®n
Autor invitado: Juan Ignacio Incardona (*)
¡°Egipto est¨¢ considerado actualmente pa¨ªs no grato para el turismo¡±. El embajador argentino en El Cairo no anduvo con rodeos. Pero era un pecado no pasar por all¨ª. Adem¨¢s de rica historia de la civilizaci¨®n egipcia, con m¨¢s de 5.000 a?os, en aquel pa¨ªs ¨¢rabe se est¨¢ escribiendo la historia presente.
Al andar por las calles se siente algo extra?o, mezcla de tensi¨®n, miedo, asombro. Los militares andan exponiendo sus armas largas en cada esquina, y se ven polic¨ªas de civil tambi¨¦n preparados para la cacer¨ªa. El centro de la capital, la plaza Tahrir, esta militarizada. No hay m¨¢s protestas all¨ª, pero sin dudas que la primavera ¨¢rabe cal¨® hondo en estos pagos. Se respiran aires de fin de ciclo, de nuevos horizontes.
Las paredes que rodean la plaza sangran. Los impactantes grafitis muestran lo que los medios ocultan. Madres llorando la p¨¦rdida de sus hijos, polic¨ªas sin escrupulos ridiculizados en su defensa de intereses ajenos, condimentos religiosos -el Islam est¨¢ siempre presente- y ni?os con hambre. Estas obras de arte cerca de Tahrir hablan, con sus colores y s¨ªmbolos, y no ser¨¢n f¨¢ciles de borrar por m¨¢s que lo intenten. Las matanzas propiciadas por las fuerzas armadas ser¨¢n una huella indeleble en el movimiento revolucionario egipcio.
¡°Sisi o Mursi¡±, pregunta un joven por la calle, haciendo primero la se?a de la ¡°V¡± de la victoria con sus dos dedos, y luego el ¡°4¡± con el que se identifican los Hermanos Musulmanes tras la represi¨®n en el acampe de la plaza Rabaa (que se pronuncia de manera similar al n¨²mero cuatro en ¨¢rabe). ?A esto se reduce el debate? El planteo dicot¨®mico entre un militar y un l¨ªder de un partido religioso ortodoxo no es esperanzador.
Se siente la pol¨ªtica en todos lados, aunque las opiniones son medidas, temerosas. Los puesteros ofrecen merchandising de Sisi, el ¨²nico candidato sobre el que se puede hablar sin miedo a represalias. Es un militar devenido en pol¨ªtico que vino a poner las cosas en orden, a mantener el statu quo. El otro candidato en los comicios del 26 y 27 de mayo, es Sahadi, un izquierdista que dice querer justicia y borrar toda huella de Mubarack, aunque le endilgan escasas chances de victoria.
Pero, a pesar del casi seguro triunfo de Sisi, los militares dif¨ªcilmente puedan propiciar una vuelta atr¨¢s. Hubo un quiebre. El pueblo trabajador explotado y los j¨®venes egipcios dijeron basta. ¡°No tienen suficientes balas para matarnos a todos¡±, dice un joven con verdadero esp¨ªritu de lucha.
¡°Police, police, police, police¡±, repet¨ªa un pelado fornido, vestido de civil luego de mostrarme su credencial. Era como un zumbido de mosca en la oreja cuando repet¨ªa esa palabra. Parec¨ªa decirla socarronamente. Me revisaron y me pidieron mis documentos al verme filmando la cotidianeidad trastocada de Tahrir, con rompehuelgas preparados para cortar todos los accesos a la plaza, y armas largas amedrentando a la poblaci¨®n.
El caldeado clima en las grandes ciudades se siente pero no est¨¢ a la vista. Parece circular por lo bajo, en los claustros universitarios y en las redes sociales. All¨ª hay infiltrados militares preparados para borrar de la escena a los cabecillas de las revueltas.
Para algunos esta es una cuesti¨®n generacional. Los j¨®venes son los revoltosos y las generaciones m¨¢s grandes s¨®lo quieren tranquilidad, sin importar quien est¨¦ al mando. Pero los j¨®venes son mayor¨ªa, y est¨¢n dispuestos a ir por todo, a dejar sus vidas por la Revoluci¨®n.
Pero, ?es una revoluci¨®n verdadera, al estilo de la rusa o la cubana? Los Hermanos Musulmanes dicen que s¨ª, que son revolucionarios, y las decenas de organizaciones que protagonizaron las movilizaciones masivas desde 2011 y obligaron a Mubarak a dejar el poder tras 30 a?os, tambi¨¦n sostienen que ¨¦sta fue una Revoluci¨®n.
Pero, ?qu¨¦ viene despu¨¦s? La mayor¨ªa quiere democracia, explica un Hermano musulm¨¢n. ?Democracia al estilo norteamericano? ?Democracia de ricos? M¨¢s que revoluci¨®n rusa, la egipcia parecer¨ªa una revoluci¨®n francesa, de la burgues¨ªa. Los grupos comunistas y socialistas buscar¨¢n encauzar las masas a una opci¨®n verdaderamente revolucionaria, aunque ser¨¢ muy dif¨ªcil.
Los grupos religiosos son mayor¨ªa, y esto imposibilita una verdadera revoluci¨®n desde el inicio. Es una contradicci¨®n, un ox¨ªmoron, un sin sentido. Defensores de una de las instituciones m¨¢s conservadoras del sistema, purgando por el quiebre del mismo y la implementaci¨®n de uno nuevo. Aunque, ?por qu¨¦ no pensar un nuevo concepto de revoluci¨®n dentro de los pa¨ªses ¨¢rabes, que tienen historias y culturas diametralmente distintas a las de las sociedades revolucionarias del pasado?
El debate te¨®rico hace ruido al caminar por las calles y hablar con la gente. Esa parece otra realidad, alejada de la atmosfera donde se debate poder. All¨ª est¨¢n los que sufren el parate brusco de la econom¨ªa, los que se quedaron sin empleo ante la merma del turismo y viven del rebusque. Muchos no saben bien qu¨¦ pasa, y seguramente tampoco saben que est¨¢n transitando momentos hist¨®ricos.
El problema es que esos sectores caen f¨¢cilmente en discursos reaccionarios, en el ¡°antes est¨¢bamos mejor¡±, y se protegen bajo el manto del conformismo con lo poco que ten¨ªan antes, en ¨¦pocas donde una sola persona decid¨ªa el futuro de los millones de egipcios. ?C¨®mo no entender este giro discursivo ante el retroceso material? ?C¨®mo se les explica a estas personas que antes ten¨ªan poco y ahora no tienen nada, que el futuro ser¨¢ mejor?
La primavera ¨¢rabe degener¨® de tal manera que hoy los pa¨ªses que se libraron de las antiguas tiran¨ªas est¨¢n en un estado de ebullici¨®n y descontrol dif¨ªcil de parar. Libia, Siria y Egipto son los casos m¨¢s emblem¨¢ticos. En T¨²nez y Marruecos los gobernantes supieron maniobrar la situaci¨®n antes de que estallara todo.
La atmosfera egipcia esta densa. Hay incertidumbre. De golpe se escuchan estruendos en las ciudades, sirenas de polic¨ªa, las cabezas y los ojos curiosos buscan de qu¨¦ se trata todo eso, buscan respuestas, pero por ahora no hay nada.
Se dio un primer paso, pero da la sensaci¨®n de que el terreno no estaba preparado para ir m¨¢s all¨¢. La coyuntura pudo m¨¢s. Todo explot¨® antes, pero los partidos revolucionarios no estaban con la guardia en alto.
Hacer futurolog¨ªa dentro de este marco ca¨®tico es irresponsable, aunque una mayor¨ªa de egipcios sostiene esto: ¡°Pase lo que pase en las elecciones, y m¨¢s si gana Sisi, los j¨®venes har¨¢n otra Revoluci¨®n¡±.
(*) Autor de blog Pr¨®xima Rotonda
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.