Louboutin desata la pol¨¦mica con una macabra campa?a publicitaria
Un calendario muestra sus zapatos en miembros amputados y como productos de lujo
Si por ¨¦l fuera, Christian Louboutin no dise?ar¨ªa para mujeres de carne y hueso. A pesar de dedicarse a sostener la anatom¨ªa femenina, el zapatero franc¨¦s no muestra demasiado inter¨¦s en su bienestar. Ha afirmado que rechaza rotundamente la idea de que el calzado tenga que ser c¨®modo y que la mera menci¨®n de la palabra le hace pensar en una mujer ¡°hinchada¡± y en la cama. ¡°No es mi trabajo hacer algo confortable. Mi prioridad es el dise?o, la belleza, lo sexi¡±, dijo en una entrevista. En otra ocasi¨®n, asegur¨® que crea pensando en los hombres, no en las mujeres.
Pese a todo, el dise?ador ha ejercido una gran influencia en sus m¨¢s de dos d¨¦cadas en el negocio. Tiene 40 tiendas por todo el mundo, fabrica 850.000 pares de zapatos al a?o y entre sus clientas est¨¢n Angelina Jolie, Beyonc¨¦ y Victoria Beckham. Sus suelas rojas son su se?a de identidad y para protegerla lleva a cabo exhaustivas campa?as de detecci¨®n de mercanc¨ªas falsas y hace un par de a?os denunci¨® sin ¨¦xito a a Yves Saint Laurent por pintar de ese color las suelas de unos modelos. Las mujeres siguen comprando sus zapatos, aunque el dise?ador sea uno de los responsables de que las alzas hayan crecido hasta unos niveles insostenibles y de poner de moda un tipo de zapato con plataforma exagerada y tac¨®n de aguja, que hasta hac¨ªa poco estaban confinados a sex shops y locales de strip tease.
La moda, en definitiva, est¨¢ acostumbrada a las provocaciones del parisiense. Sin embargo, hasta en un mundo que est¨¢ de vuelta de todo, el calendario de presentaci¨®n para su colecci¨®n del pr¨®ximo oto?o-invierno ha puesto los pelos de punta a m¨¢s de uno. El almanaque, difundido esta semana, muestra las creaciones de Louboutin en miembros amputados y empaquetados como productos de lujo. Como si el zapatero por fin se hubiera librado de esas mujeres que caminan, trabajan y sienten dolor. Para algunos profesionales, como Kate Finnigan de The Telegraph, el zapatero ha ido demasiado lejos: ¡°En cuanto lo abr¨ª pens¨¦: puaj¡±, relata la periodista. ¡°La objetificaci¨®n de mujeres en calendarios siempre me ha hecho sentir inc¨®moda, pero esto es otro nivel¡±.
Louboutin, que ha preferido no pronunciarse sobre el asunto, no est¨¢ aislado en su macabra representaci¨®n de las mujeres. Como apuntaba el diario The Guardian, existe una inquietante tendencia en anunciar ropa con im¨¢genes de mujeres aparentemente muertas o v¨ªctimas de violencia. Miley Cyrus volvi¨® a situarse en el centro de la pol¨¦mica al debutar como imagen de Marc Jacobs. Y no s¨®lo porque el fot¨®grtafo habitual de Jacobs, el alem¨¢n Jurgen Teller, se neg¨® a retratar a Cyrus; en la publicidad para la marca la cantante aparec¨ªa en una playa junto a una modelo con apariencia de cad¨¢ver. Otras marcas como Jimmy Choo, Superette y Kate Spade han recurrido a la misma est¨¦tica de la violencia o la muerte como recurso visual, que tambi¨¦n ha llegado hasta la televisi¨®n y las publicaciones impresas. Una de las pruebas en el concurso de modelos de la televisi¨®n estadounidense America¡¯s Next Top Model, capitaneado por Tyra Banks, consist¨ªa en pedir a las concursantes que posaran como si estuvieran muertas, el Vogue Italia difundi¨® una sesi¨®n de fotos basada en la violencia dom¨¦stica y la publicaci¨®n Vice tuvo que pedir disculpas despu¨¦s de publicar un fotorreportaje recreando los suicidios de escritoras como Virginia Woolf y Sylvia Plath. Demasiados ejemplos para tratarse de una coincidencia.
La artista Yolanda Dom¨ªnguez, cuyo trabajo denuncia la violencia de g¨¦nero en las im¨¢genes publicitarias, considera que en la fotograf¨ªa de moda existe una voluntad de llamar la atenci¨®n a toda costa, que se traduce en una propensi¨®n a la violencia visual: ¡°La campa?a de Louboutin es un ejemplo extremo de cosificaci¨®n de la mujer. Hay una violencia impl¨ªcita brutal. Es incre¨ªble que el mundo de la moda, una industria que trabaja con la mujer, la maltrate as¨ª. Aunque nos hayamos acostumbrado a ellas, las im¨¢genes llevan una carga simb¨®lica que no puede ser ignorada. Las empresas tienen que entender que las est¨¦ticas no son inofensivas y el consumidor ha de aprender a decodificar y asumir que no todo vale¡±.
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