La tercera Europa
El auge de los populismos responde al discurso ¨²nico para salir de la crisis
No se ha vendido el alma europea porque no hay diablos que la compren. De modo que, tal como aseguraba el Jean Danth¨¨s de Romain Gary (Europa),quienes nos pueden haber enga?ado son ¡°una sucesi¨®n de timadores, impostores, tramposos y peque?os mercachifles que prometen mucho pero nunca cumplen. En el peor caso, el fascismo o el estalinismo, con sus ofertas de felicidades inauditas¡±. El discurso oficial europeo lleva a?os ofreciendo s¨®lo una pesadilla tras otra: recortes en derechos y certezas. Por eso a los charlatanes les ha bastado con sacar a la palestra sus crecepelos populistas para poner ante los ojos de los votantes un sue?o, como hace d¨¦cadas que la pol¨ªtica no lo ofrec¨ªa. Los mercachifles saben que no hay escapatoria, pero con su mercanc¨ªa averiada tirar¨¢n unos a?os.
El problema, con todo, no es lo que vayan a hacer ellos, sino lo que vamos a hacer nosotros, los dem¨®cratas. ?Se tomar¨¢ el Consejo Europeo en serio lo que significa el auge de los extremismos de todo tipo, en todo el continente, a derecha y a izquierda? ?Qu¨¦ ofrecer¨¢n los gobernantes frente a la vigorosa utop¨ªa de los eur¨®fobos? ?Se hicieron siquiera la pregunta anoche, mientras celebraban una de sus cenas sin hambre? Si su respuesta consiste en continuar esgrimiendo la pesadilla de la austeridad, la decimilla del d¨¦ficit y la palmadita en el hombro con cada reforma laboral, los timadores seguir¨¢n ganando.
Las elecciones han puesto de manifiesto el riesgo que supone en democracia eliminar las alternativas. Durante a?os nos han querido convencer de que la ¨²nica forma de salir de la crisis econ¨®mica y financiera pasaba por aplicar recortes del gasto, dar ¡°prioridad absoluta¡± al pago de la deuda y obviar el estropicio causado al empleo o al cr¨¦dito. Nos dec¨ªan que no hab¨ªa otra pol¨ªtica posible y los ciudadanos han llegado a creer que es cierto, puesto que aplicaban esas pol¨ªticas y defend¨ªan ese discurso los partidos mayoritarios de todo signo en todos los pa¨ªses europeos. De ah¨ª que el auge populista, en contra de las apariencias, no se deba a la irracionalidad, sino a un impecable razonamiento de millones de europeos: si la ¨²nica Europa posible es ¨¦sta que nos tortura, no va a quedar otro remedio que acabar con Europa. Nadie ha cerrado la brecha Norte-Sur, nadie ha buscado una narrativa de cooperaci¨®n entre europeos. A esto hemos llegado: populismos de izquierda en el sur; populismos de derecha en el norte, grosso modo y matizando incluso las viejas fronteras geogr¨¢ficas. Algunos de los que no se han detenido ante las consecuencias pol¨ªticas de sus decisiones econ¨®micas, se mesan ahora los cabellos. Como dir¨ªa mi hero¨ªna Mafalda, justamente premiada: ¡°Esto no es el acab¨®se, es el continu¨®se del empez¨®se de ustedes¡±.
En los dos pa¨ªses de referencia europeos ya no dominan visiones contrapuestas o complementarias de Europa, sino una idea de Europa y otra de no-Europa. ?Han visto esas cu¨¢drigas ornamentales sobre la puerta de Brandeburgo en Berl¨ªn y sobre el Arco del Triunfo del Carrusel en Par¨ªs? Ahora piensen en esos cuatro caballos tirando del carro de Europa, dos en una direcci¨®n y dos en sentido opuesto. As¨ª se encuentra la ciudadan¨ªa europea hoy: rota por la mitad.
Compartimos un idioma, el de los derechos y las libertades; la seguridad y el bienestar; la paz y el progreso
Por un lado, existe la visi¨®n alemana, la de la austeridad, el control de las cuentas p¨²blicas, el pago prioritario de la deuda y un Banco Central obsesionado por la inflaci¨®n pero despreocupado del crecimiento y el empleo. ?Alguien se las ingenia para sacar una utop¨ªa de todo esto, o al menos una promesa? Es imposible. Por otro lado, la visi¨®n hegem¨®nica en Francia pasa por la simple destrucci¨®n de la Uni¨®n Europea, con un discurso nacionalizador que ofrece a los franceses cachivaches tan antiguos como la soberan¨ªa.
Nos falta, con toda claridad, la tercera Europa: en este continente multiling¨¹e, el idioma com¨²n no es esa jerga bruselense del six pack. De ning¨²n modo. Los europeos compartimos un idioma, el de los derechos y las libertades; la seguridad y el bienestar; el lenguaje de la paz y del progreso. ?Alguien considera que no tiene entidad de proyecto pol¨ªtico? Lo tiene, pero nos falta convicci¨®n respecto a lo que somos. Estas elecciones han puesto de manifiesto que los charlatanes del artefacto populista venden humo tanto como quienes tratan de convencernos de que somos tan s¨®lo unas d¨¦cimas de d¨¦ficit.
Danth¨¨s nos recordar¨ªa que no se les puede pedir a los sue?os que tengan los pies en la tierra. ¡°Los sue?os vuelan alto: si tocan el suelo, se arrastran y mueren¡±. Caminemos unos cent¨ªmetros m¨¢s arriba. S¨®lo as¨ª avistaremos esa tercera Europa que debe erigirse en oposici¨®n a la visi¨®n alemana, no porque Alemania est¨¦ equivocada en todo, sino porque Europa avanzar¨¢ en la dial¨¦ctica y en la discusi¨®n, no en la anulaci¨®n de la pol¨ªtica, ni en la ficci¨®n de que s¨®lo hay una Europa posible. Y progresar¨¢ m¨¢s cuanto m¨¢s generosa sea en derramarse sobre el resto del mundo. Con la libertad y los derechos no debemos ser ego¨ªstas: siempre ha sucedido que cuanto m¨¢s se comparten, m¨¢s se tienen.
Irene Lozano es ensayista y diputada de UPyD.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.