?Se ha puesto de moda Macaulay Culkin?
En tan solo unos d¨ªas el ex ni?o actor ha protagonizado un fen¨®meno cibern¨¦tico con Ryan Gosling, un art¨ªculo en el 'New Yorker' y una pelea. Ahora, llega a Barcelona

La ¨²ltima vez que se hablaba tanto de Macaulay Culkin era 1994, el actor ten¨ªa 13 a?os y, gracias a las pel¨ªculas de Solo en casa, se hab¨ªa convertido en el ni?o m¨¢s caro y rentable de Hollywood. Hoy, se le ha llamado juguete roto tanto como su nombre, se sabe que ha sido v¨ªctima de una adicci¨®n a la hero¨ªna, tiene un grupo de m¨²sica que cuesta explicar y, gracias a lo que ha empezado como una broma cibern¨¦tica con el actor Ryan Gosling, vuelve a estar en todas partes. M¨¢s concretamente, este fin de semana estar¨¢ en Barcelona, actuando en el Primavera Sound. Y hace unos pocos d¨ªas, estaba actuando en Nottingham (Inglaterra), cuando el p¨²blico empez¨® a insultarle y tirarle cerveza.
El actor hab¨ªa repartido antes pizzas entre el p¨²blico. No la hab¨ªan pedido por tel¨¦fono los asistentes: Culkin lo hace desde hace ya meses en sus actuaciones con The Pizza Underground, su grupo de versiones de la banda de Lou Reed inspiradas por un amor loco hacia ese alimento no igualado desde el boom de las Tortugas Ninja. Despu¨¦s del primer acorde, se arm¨® la gresca y le llovi¨® zumo de cebada. Henchido de raz¨®n, con un ¨¢nimo apaciguador? brome¨®: ¡°?Por qu¨¦ me tir¨¢is esto? La verdad es que yo preferir¨ªa beb¨¦rmelas¡¡±.
Pero la paciencia se le agot¨® en tres canciones y abandon¨® el escenario. Tambi¨¦n cancel¨® las actuaciones programadas para Manchester y Bristol, por lo que pudiera pasar. Hay muchas formas de reaccionar ante estos ataques: el grupo de punk femenino The Slits le dec¨ªa al p¨²blico ¡°sube t¨² si lo haces mejor¡± y los Cockney Rejects se liaban a mamporros y a microfonazos con quien les escupiera. Culkin, provocador en Nueva York, prefiri¨® hacer all¨ª un mutis. No consta que tocara piezas como su versi¨®n de Sweet Jane, en la que cambia la frase por Cheese Days.
Quiz¨¢ esto no hubiera sido tan sonado si Culkin no se hubiera visto envuelto en una de las tendencias m¨¢s delirantes de los ¨²ltimos tiempos. Una a la que dio pie Ryan Gosling. Todo empez¨® cuando el conductor y actor de Drive se puso una camiseta de Culkin, en lo que pod¨ªa haber sido interpretado como un comentario ir¨®nico, como un hipster con una camiseta de Megadeath o un indie-kid cantando Raphael en el karaoke del pueblo de sus padres. Pero Culkin no tard¨® en encargarle a alg¨²n amigo dise?ador (al fin y al cabo en su casa acogi¨® a un colectivo art¨ªstico durante mucho tiempo) una camiseta con la foto del actor llevando esa fotograf¨ªa.
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Como dice James Bond en la novela Goldfinger: ¡°Una vez es coincidencia, la segunda es casualidad¡ la tercera, tu enemigo en acci¨®n¡±. Esto tambi¨¦n vale para tu amigo. Gosling le sigui¨® el juego y encarg¨® otra en la que sal¨ªa Culkin con una camiseta en la que aparec¨ªa ¨¦l enfundado en una camiseta en la que aparec¨ªa el actor de Solo en Casa. Culkin, en el en¨¦simo bucle metafamoso, cambi¨® el color de la camiseta al rojo y sigui¨® con el juego.
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Esta forma de relacionarse, que casi parece literatura epistolar en una novela del XIX adaptada al XX, se ha convertido en tendencia. Los primeros en imitarlo fueron dos jugadores de f¨²tbol americano de los New England Patriots: Julian Edelman y Rob Gronkowski est¨¢n manteniendo la misma relaci¨®n de fotos intercambiadas que los dos actores. El fen¨®meno ha saltado, incluso, a medios sesudos como The New Yorker, que dedica un art¨ªculo a los tres pasos del auge y ca¨ªda de cualquier tipo de fen¨®meno fr¨ªvolo y que interpreta, de paso, las razones que han podido llevar a sus protagonistas a iniciarlo.
Quiz¨¢s haya sido porque el famoso m¨¢s famoso quiera ayudar al que est¨¢ de capa ca¨ªda, el equivalente en la era virtual del que busca la foto de puntillas en un photocall. Pero tambi¨¦n puede ser, en fechas primaverales y casi estivales, que estamos en una ¨¦poca del a?o muy dada al bromance, al compadreo masculino rayano en lo homoer¨®tico. La revista prev¨¦ posibles imitadores, aunque, por ejemplo, no sabe si el juego se le quedar¨¢ peque?o a grandes nombres como Jay-Z y Kanye West. S¨ª tiene claro, sin embargo, que la moda llegar¨¢ a la calle¡. para perder todo el sentido. Porque no lo tiene, m¨¢s all¨¢ de la declaraci¨®n de amor fraternal, mostrarle al mundo ese juego en tu camiseta si a tu amigo no lo conoce nadie. Aunque vaticina un paso final: en las despedidas de soltero, el novio vestir¨¢ una camiseta en la que todos sus amigos vestir¨¢n la camiseta con la cara del que est¨¢ a punto de contraer matrimonio.
Es posible que todo el p¨²blico del Primavera Sound vista una camiseta con la foto de Macaulay Culkin en su concierto. La relaci¨®n entre el actor y Barcelona viene de lejos, desde que se dejara ver en varias ocasiones en las fiestas Nasty Mondays y se le emparentara incluso con una chica all¨ª residente que ten¨ªa a gala haberse ce?ido la tiara de Miss Orense. Tambi¨¦n puede ser que a ese p¨²blico le d¨¦ por comportarse como el de Notthingham...
La camiseta podr¨ªa entonces alcanzar una audacia art¨ªstica cuanto menos rese?able, con una ¨¦pica no vista desde cuadros como La libertad guiando al pueblo. Incluso en ese caso, la popularidad de Culkin seguir¨ªa ganando. Y ¨¦l siendo el m¨¢s listo.
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