La v¨ªa maestra
Italia ha apostado por la integraci¨®n europea y el di¨¢logo multilateral
?Quisiera recordar algunos episodios de especial trascendencia humana y emotiva de la experiencia de un septenio (2006-2013) intensamente vivido como presidente de la Rep¨²blica, en el terreno de las relaciones internacionales.
Pienso, por ejemplo, en c¨®mo comenz¨® y concluy¨® mi primer septenio. Comenz¨® ¡ªel 21 de mayo de 2006, pocos d¨ªas despu¨¦s de mi toma de posesi¨®n en el Quirinale¡ª con una visita a Ventotene, para participar en el homenaje programado en el vig¨¦simo aniversario de la desaparici¨®n de Altiero Spinelli. Era el debido reconocimiento al hombre del que hab¨ªa obtenido una lecci¨®n decisiva. Y me estoy refiriendo a una fase lejana de mi historia pol¨ªtica y cultural, a aqu¨¦lla que fue ¡ªa partir del final de los a?os sesenta¡ª la fase del ¡°aprendizaje europe¨ªsta¡± de los comunistas italianos: la fase del pasaje del Partido Comunista Italiano desde una posici¨®n negativa y de recelo para con la naciente Comunidad Europea hasta la toma de conciencia de la necesidad de no apartarse del proceso de integraci¨®n puesto en marcha por la Italia de De Gasperi junto a los otros cinco pa¨ªses ¡°fundadores¡±.
Fue entonces, con profunda emoci¨®n, que el 21 de mayo de 2006 habl¨¦ en Ventotene de las ideas y de las luchas de Spinelli: ¡°Se trata del legado m¨¢s rico con el que puedan contar, para formarse moralmente y para actuar mirando hacia el futuro, nuestras generaciones m¨¢s j¨®venes¡±. Lo pienso a¨²n hoy, y estoy m¨¢s convencido que nunca al constatar c¨®mo al debilitarse ¡ªen gran parte de los ciudadanos y electores¡ª la comprensi¨®n del proyecto europeo consigue difundirse la desconfianza en la pol¨ªtica, en la democracia y en el porvenir com¨²n.
El septenio concluy¨®, el 24 de marzo de 2013, con la peregrinaci¨®n a Sant'Anna di Stazzema ¡ªlugar de una de las m¨¢s feroces masacres nazis del final de la II Guerra Mundial¡ª que realizamos conjuntamente Joachim Gauck, como presidente de la Rep¨²blica Federal alemana, y yo, como presidente de la Rep¨²blica italiana. En el homenaje com¨²n a la memoria de las v¨ªctimas ¡ªpersonas indefensas de todas las edades, ni?os, familias enteras¡ª, en el abrazo entre presidentes y junto a la poblaci¨®n de aquella peque?a localidad, supervivientes de la masacre, descendientes de las v¨ªctimas, gente modesta y laboriosa, sentimos con fuerza el esp¨ªritu, el sentido m¨¢s alto de la unidad europea.
El proyecto nacido tras la Guerra Mundial no puede quedar reducido a una visi¨®n economicista
La superaci¨®n de letales nacionalismos agresivos: ¨¦ste es el objetivo con el que se identific¨® Spinelli, imaginando, en la isla en la que estaba prisionero, el proyecto de una nueva Europa. La reconciliaci¨®n, un nuevo acercamiento entre naciones y pueblos, cuya rec¨ªproca hostilidad hab¨ªa arrastrado a Europa por dos veces en el siglo XX al abismo de guerras mundiales cada vez m¨¢s devastadoras; y por lo tanto la paz y la cooperaci¨®n, sobre todo entre Francia y Alemania, como matriz pol¨ªtica esencial de un proceso de integraci¨®n europea, que no nac¨ªa en clave puramente economicista. Que no nac¨ªa en aquel entonces, y menos a¨²n puede hoy quedar encerrada en aquella dimensi¨®n.
Esto es lo que sent¨ªamos, el colega y amigo Gauck y yo. Aquel d¨ªa se me presenta como un punto ideal de llegada tras siete a?os, en los cuales en gran parte mi compromiso tanto nacional como internacional ha estado marcado por convicciones y decisiones europe¨ªstas. De hecho, he retomado, sin soluci¨®n de continuidad, el v¨ªnculo de colaboraci¨®n y amistad con personalidades conocidas 20 a?os atr¨¢s, como el presidente austriaco Fischer o el israel¨ª Peres. Y me he reconocido r¨¢pidamente en un sentir com¨²n con europe¨ªstas de una generaci¨®n mucho m¨¢s joven, como Bronislaw Komorowski, designado presidente polaco en la estela de la gran tradici¨®n de Solidaridad, cuyo m¨¢s eminente exponente por sensibilidad y cultura europea, Geremek, conoc¨ªa y segu¨ªa con admiraci¨®n ya en los a?os ochenta. Y como Danilo Turk, presidente esloveno hasta el 2012, estudioso de Derecho Internacional de impronta italiana, empe?ado conmigo y con el nuevo presidente croata, Ivo Josipovic, en poner las bases de una reconciliaci¨®n y nueva cooperaci¨®n en el Adri¨¢tico, como cierre de las tensiones heredadas de la II Guerra Mundial en los Balcanes. Los encuentros quedan entre las etapas m¨¢s apasionantes que he vivido en el camino de ensanchamiento de la unidad europea.
Tambi¨¦n por haber compartido aquel camino, pienso que se estableci¨® un v¨ªnculo muy particular entre Benedicto XVI, hasta su renuncia en febrero de 2013, y yo mismo, como presidente de la Rep¨²blica. Un v¨ªnculo nacido del inter¨¦s en comprendernos y confrontar valoraciones y opiniones sobre temas que nos ata?¨ªan a ambos en el ejercicio de nuestros respectivos cargos. Entre aquellos temas cobr¨® r¨¢pidamente importancia el de Europa, respecto al que coincid¨ªamos al considerar decisivo el proceso de unificaci¨®n e integraci¨®n y la potencial contribuci¨®n a una positiva evoluci¨®n internacional, comenzando por la b¨²squeda de una soluci¨®n pac¨ªfica del conflicto de Oriente Pr¨®ximo.
El eje del europe¨ªsmo en torno al que han girado desde los a?os cincuenta la presencia y la iniciativa de Italia en la vida internacional ha sido siempre inseparable de otra referencia decisiva: la de la amistad y alianza con EE UU en el m¨¢s amplio marco transatl¨¢ntico. Aquel eje y esta referencia han sido tambi¨¦n inseparables en mi experiencia a lo largo del primer septenio presidencial y las tres d¨¦cadas anteriores. Cuando en 1978 pude realizar mi primera visita a EE UU, no me limit¨¦ a un esfuerzo de representaci¨®n de la realidad pol¨ªtica italiana, en el que encontraran el lugar apropiado las posiciones de la izquierda. Al hablar en algunas de las m¨¢s importantes universidades estadounidenses, me hac¨ªa al mismo tiempo portador de la visi¨®n de una Europa comunitaria que se iba haciendo cada vez m¨¢s inclusiva y afirmativa y tend¨ªa a asumir un perfil internacional m¨¢s aut¨®nomo, pero sin poner en cuesti¨®n el v¨ªnculo hist¨®rico con EE UU. Aquella misi¨®n estaba en clara ant¨ªtesis al antiamericanismo entonces extendido en Italia en la oposici¨®n de izquierdas.
El inter¨¦s italiano y el europeo es lo que cuenta para m¨ª m¨¢s que cualquier cosa
La visi¨®n de la que me hac¨ªa portador ten¨ªa por aquel entonces ¡ªpor mi cargo de dirigente del PCI¡ª las se?as del ¡°eurocomunismo¡±, un fen¨®meno que interesaba especialmente a los c¨ªrculos norteamericanos m¨¢s sensibles y abiertos, as¨ª como les interesaba la singular realidad del PCI. De aquel inter¨¦s, y del papel por m¨ª desempe?ado en los a?os setenta y m¨¢s adelante, he recibido (no sin sorpresa) vestigios y testimonios en ocasi¨®n de mi m¨¢s reciente viaje ¡ªcomo presidente de la Rep¨²blica¡ª a EE UU en enero de 2013.
En la progresiva consolidaci¨®n y enriquecimiento de mi visi¨®n de los componentes ideales e hist¨®ricos de la relaci¨®n entre Europa y EE UU, de su com¨²n arraigo y de su com¨²n pertenencia a Occidente como ¡°lugar de la democracia¡±, puedo reivindicar una continuidad y coherencia reforzadas a trav¨¦s de las revisiones y cambios de horizonte cultural y pol¨ªtico que he conocido hasta el gran cambio de direcci¨®n de 1989. De aquella continuidad me he beneficiado ampliamente al ejercer mi cargo y al contribuir tanto en el frente europeo, como en el de las relaciones entre Europa y Am¨¦rica.
He seguido de cerca, con neutralidad institucional y con personal pasi¨®n y esperanza, el ascenso y el afianzamiento de Barack Obama al frente de EE UU. La relaci¨®n entre nosotros ha alcanzado niveles de respeto, aprecio y confianza rec¨ªproca, y ha presentado tonalidades humanas, de aut¨¦ntica amistad, que no habr¨ªa esperado. Representamos generaciones e historias muy distintas, pero que ello no haya sido un obst¨¢culo, sino m¨¢s bien un est¨ªmulo, demuestra lo importante que es ¡ªen las relaciones entre los pa¨ªses y sus l¨ªderes¡ª la afinidad en los enfoques, en los modos de sentir, en el bagaje de ideales y valores, adem¨¢s de en la orientaci¨®n y el compromiso pol¨ªticos. Y de este clima instaurado se ha beneficiado mi pa¨ªs, y se ha beneficiado Europa. El inter¨¦s nacional italiano y el inter¨¦s com¨²n europeo es, en definitiva, lo que ha contado y cuenta para m¨ª m¨¢s que cualquier otra cosa.
Giorgio Napolitano es presidente de la Rep¨²blica italiana. Este texto es un extracto de La V¨ªa Maestra, Europa y el papel de Italia en el mundo. Conversaci¨®n con Federico Rampini.
Traducci¨®n de Juan Carlos Reche
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