Parar la espiral
El conflicto de Can Vies es el catalizador del malestar en los barrios populares de Barcelona
Cinco noches de altercados, con graves destrozos en el mobiliario urbano y entidades bancarias, han mostrado lo f¨¢cil que es prender la llama de un conflicto y lo dif¨ªcil que resulta luego intentar apagarla. La decisi¨®n de desalojar un viejo edificio de la empresa p¨²blica que gestiona el transporte metropolitano de Barcelona ha dado lugar a un enconado conflicto que ha tenido como epicentro el popular barrio de Sants y se ha extendido a otras poblaciones. El edificio fue cedido en precario a la organizaci¨®n anarquista CNT hace 17 a?os. Los actuales ocupantes hab¨ªan creado un centro social autogestionado y contaban con el apoyo de un heterog¨¦neo tejido social en el barrio, que ha salido en su defensa.
Con independencia de los motivos que puedan asistir a quienes se manifiestan, es del todo inaceptable que las protestas deriven en violencia y vandalismo. Las entidades que se solidarizan con los desalojados tienen que saber que cruzar ciertas l¨ªneas rojas deslegitima toda protesta. Tambi¨¦n el Ayuntamiento debe hacer autocr¨ªtica, porque ha encadenado errores que han enconado el conflicto. Ayer trataba de paliarlos interrumpiendo las obras de derribo y ofreciendo di¨¢logo, pero la reacci¨®n del movimiento de protesta fue exigir la dimisi¨®n del alcalde Xavier Trias (CiU) y convocar una manifestaci¨®n hoy en el centro de Barcelona. Todo indica que el conflicto de Can Vies ha dejado de ser un incidente concreto para convertirse en catalizador del malestar que se vive en los barrios populares de Barcelona. El distrito de Sants est¨¢ entre los que m¨¢s crece el paro y en las protestas se ha criticado que el Gobierno municipal est¨¦ m¨¢s preocupado por afianzar la marca Barcelona y atraer turismo de lujo que por afrontar los problemas sociales.
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El estallido ha provocado gran incomodidad en Converg¨¨ncia, que se ha sentido directamente interpelada, y con raz¨®n: 13 de sus sedes han sido atacadas en distintas ciudades. Algunas voces soberanistas han lamentado que ello pueda da?ar la imagen exterior de Catalu?a. Las fotos de contenedores ardiendo son lamentables, pero no porque da?en un retrato que se quiere construir al margen de la realidad, sino porque indican graves carencias en la gesti¨®n de lo cotidiano. El Gobierno de Artur Mas ha estado tan concentrado en el llamado proceso que ha ignorado el malestar social. Ahora le estalla cuando menos lo desea. Llegados a este punto, todas las partes deben hacer lo posible para encauzar el conflicto y detener la espiral de violencia.
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