Marina D¡¯Or, ciudad en quiebra
La ciudad de vacaciones naci¨® y creci¨® como ruina, y eso ser¨¢ siempre
![Las maquetas de Marina D'Or, en una de sus presentaciones p¨²blicas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2KEUNSGTRNQ5GTPTFKGRI6WVLA.jpg?auth=d5f6cacae56561a459bb1209618f13ffea494530880d14828d5545ba16537427&width=414)
Era 2008 y todo ol¨ªa a podrido en Marina d¡¯Or. Me aloj¨¦ en un supuesto hotel de cuatro estrellas: los materiales eran tan defectuosos que en tan solo tres d¨ªas se rompi¨® un rodapi¨¦s del balc¨®n, se agriet¨® el pl¨¢stico de la ba?era de hidromasaje y se averi¨® el grifo de la ducha. La playa m¨¢s cercana era de c¨¦sped artificial: si golpeabas con los nudillos, sonaba hueco. El Balneario Cient¨ªfico de Agua Marina M¨¢s Grande De Europa era una paradoja espacio-temporal: ?tiene sentido calentar esa cantidad de agua salada? Todo estaba rodeado de gr¨²as y era hortera, excesivo, pretencioso y cutre. Y, lo que es peor a¨²n: rabiosamente evidente.
Que el emperador estaba en pelotas lo intu¨ªas desde el primer momento, al ver aquel c¨®ctel molotov de est¨¦tica fallera, modernismo catal¨¢n, kitsch de Juan Ripoll¨¦s y desaprendiendo de Las Vegas; pero lo constatabas sin margen para la duda cuando ve¨ªas la maqueta. Porque en el centro de gravedad de la ciudad de vacaciones hab¨ªa una enorme maqueta que representaba el futuro de Marina d¡¯Or, cuando se convertir¨ªa en el mayor campo de golf, y en el mayor complejo de parques de atracciones, y en un lugar hiperconectado con el mundo gracias al aeropuerto de Castell¨®n. As¨ª se vend¨ªan los apartamentos amueblados y equipados a 230.000 euros, con castillos en el aire, con el cuento de la lechera. Seg¨²n aquella nieve que se ve¨ªa en la maqueta, habr¨ªa tambi¨¦n pistas de esqu¨ª. Toqu¨¦ la nieve: era algod¨®n de farmacia. La maqueta era hortera, excesiva, pretenciosa y cutre. Y, lo que es peor a¨²n: la evidencia de un timo.
No hab¨ªa m¨¢s que ver los anuncios que protagonizaba en televisi¨®n Anne Igartiburu para adivinar toda esa podredumbre. Pero quienes no hicieron como yo y se subieron a un tren, tuvieron pocas oportunidades de leer buenas cr¨®nicas sobre ese ep¨ªtome de la cultura del ladrillo y el pelotazo, tal vez porque Marina d¡¯Or se anunciaba generosamente en todos los medios de comunicaci¨®n espa?oles. Hay un cap¨ªtulo del libro de viajes Ebro/Orbe, de Arcadi Espada, que ya en 2007 habla de ¡°una estafa incomprensible¡±. Y, sobre todo, est¨¢ la novela El Dorado, de Robert Juan-Cantavella, que al a?o siguiente retrat¨® el delirio urban¨ªstico y moral de los pol¨ªticos y los constructores valencianos, mediante las herramientas sat¨ªricas del periodismo punk.
No he vuelto. Tuve m¨¢s que suficiente con aquel fin de semana en compa?¨ªa de jubilados a quienes les hab¨ªan regalado la estancia en el tres estrellas a cambio de asistir a las sesiones de promoci¨®n inmobiliaria. Pero he visto v¨ªdeos de los festivales y de los parques tem¨¢ticos y del acuario y de las fiestas que han alimentado el oasis de ficci¨®n, durante estos seis a?os, mientras avanzaba el desierto de la crisis tan real. La promotora ha quebrado. Cien millones de deuda. Los apartamentos se los han quedado los bancos malos. Por suerte para todos, el Ayuntamiento de Oropesa ha aprobado la inversi¨®n de un mill¨®n y medio de euros en publicidad para la campa?a veraniega y ha comprado por otro mill¨®n la carpa Palacio d¡¯Or, sede de los m¨¢s variopintos eventos art¨ªsticos, deportivos, institucionales.
El conjunto nos enfrenta a otro concepto de ruina. Porque hasta ahora las ruinas eran sobre todo los rastros de una construcci¨®n que alg¨²n d¨ªa estuvo completa y que se fue desintegrando. Pero Marina d¡¯Or supo desde el principio que nunca pagar¨ªa los cheques que extend¨ªa su maqueta. Desde el primer d¨ªa hasta el ¨²ltimo hubo gr¨²as en su horizonte. Naci¨® y creci¨® como ruina, y eso ser¨¢ siempre. Ruina en construcci¨®n congelada en tiempo.
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